El pasado 8 de mayo Funcas celebró una jornada virtual con el título “El Informe PISA: la importancia de la calidad y equidad en la educación”, disponible ya en YouTube, en la que participaron Mariam Camarero (catedrática de Economía Aplicada de la Universitat Jaume I), Marta Encinas-Martín (senior advisor y embajadora de género de la OCDE) y José Saturnino Martínez (director de la Agencia Canaria de Calidad Universitaria y Evaluación Educativa del Gobierno de Canarias), con los que tuve la oportunidad de debatir sobre esta evaluación de sistemas educativos de la OCDE.
Acceda aquí a la presentación completa de Ismael Sanz [PPT].
La formación educativa afecta al crecimiento económico y la capacidad de innovación de un país. Es decir, la educación no solo aporta beneficios individuales, como salarios más elevados, sino también ventajas sociales, al reducir costes asociados a la falta de formación, como el desempleo y problemas de salud. En términos de productividad, la educación mejora las habilidades de la fuerza laboral y facilita la adopción e innovación tecnológica y poder expandir así las fronteras de producción. Sobre esta idea de base, Mariam Camarero expuso su diagnóstico de los resultados de España en el informe PISA, situándolos en el contexto de la OCDE y la Unión Europea.
Entre esos resultados, Camarero señaló el empeoramiento del rendimiento en matemáticas en España respecto a 2012, especialmente tras la pandemia de COVID-19, aunque la disminución en los resultados de la OCDE ha sido incluso más intensa, de modo que los estudiantes españoles se encuentran ahora en el promedio de los países desarrollados. A pesar de que el gasto en educación secundaria en España se encuentra en la media de la OCDE, los resultados educativos continúan deteriorándose, como sucede en el conjunto de la UE y también en el de la OCDE, lo que indica posibles ineficiencias en el uso de los recursos. Camarero expuso que la eficiencia en España del gasto en sanidad es mayor que el destinado a la educación. Además, aludió a la posición relativamente baja de España en gasto en I+D, sugiriendo que una mayor inversión en investigación podría potenciar aún más la eficiencia y los resultados educativos.
Camarero también se hizo eco de la relación entre el gasto público en educación y la desigualdad de ingresos en los Estados miembros de la UE, que muestra una asociación negativa. Es decir, a mayor gasto público en educación, menor es la desigualdad de ingresos. Países como Dinamarca, con altos niveles de inversión en educación, muestran menores niveles de desigualdad. En contraste, países con menor inversión educativa, como Rumania, enfrentan mayores desafíos en términos de desigualdad de ingresos.
Acceda aquí a la presentación completa de Mariam Camarero [PDF].
Marta Encinas-Martin abordó la persistencia de las brechas de género en la educación y las competencias. La representante de la OCDE subrayó que ha habido avances significativos en la igualdad de género en las últimas décadas a nivel de acceso a la educación. Sin embargo, existe mucha disparidad en la elección de campos de estudio: las mujeres superan a los hombres en términos de matriculación y graduación en muchos países, pero siguen estando subrepresentadas en disciplinas STEM (ciencia, tecnología, ingeniería y matemáticas, por sus siglas en inglés) y en roles de liderazgo educativo. La proporción de mujeres en estudios superiores que se matricula en Ingeniería o tecnologías de la información era ya baja en 2005 e incluso ha disminuido en 2022, particularmente en carreras tecnológicas. Además, la representante de la OCDE analizó los factores sociales y culturales que contribuyen a estas disparidades, incluyendo estereotipos de género, así como expectativas familiares y sociales que influyen en las decisiones educativas y profesionales de las mujeres. Encinas-Martin también destacó la importancia de implementar políticas y programas específicos que promuevan la igualdad de género en la educación. Estas políticas deben centrarse en la creación de ambientes educativos inclusivos, el fomento de modelos a seguir femeninos en campos dominados por hombres y la promoción de la participación de las niñas y mujeres en ciencia y tecnología en todas las etapas del sistema educativo. Abordar las disparidades educativas, recordó, no solo promueve la igualdad de oportunidades, sino que también potencia el desarrollo económico y social, dado que una educación equitativa para todos contribuye a una sociedad más justa y próspera.
Encinas-Martín comentó con detalle dos expresiones de la brecha de género en educación detectada a través de las pruebas PISA; en primer lugar, el hecho de que, en muchos países, los chicos tienen más probabilidades de tener un bajo rendimiento en comparación con las chicas, un fenómeno que se registra también en España, aunque la diferencia es más limitada que en el promedio de la OCDE. En segundo lugar, por el contrario, las niñas tienen menos probabilidades de destacarse que los niños en niveles de alto rendimiento en matemáticas. Es decir, las niñas tienden a estar menos representadas en los niveles más bajos y más altos de rendimiento, particularmente en matemáticas.
Acceda aquí a la presentación completa de Marta Encinas-Martín [PDF].
El último interviniente, José Saturnino Martínez, analizó el concepto de “curso PISA”, referido al progreso educativo que un estudiante promedio alcanza en un año académico. Este avance se mide en términos de las competencias desarrolladas en áreas clave como lectura, matemáticas y ciencias. Para evaluar el impacto de un año escolar, la OCDE aplica una metodología conocida como de “residuo” en las pruebas PISA. Esta técnica compara a estudiantes de 15 años que se encuentran en diferentes grados académicos, ajustando las diferencias mediante un modelo estadístico que contempla variables como origen social, estatus migratorio y género, y atribuyendo cualquier discrepancia no explicada por estas variables al efecto del año escolar. Aunque el informe admite ciertas limitaciones en esta aproximación (incluyendo la variabilidad de los currículos escolares entre diferentes países y la posible devaluación del impacto educativo debido a interrupciones en la enseñanza presencial, los datos señalan que la relevancia del año escolar en términos de rendimiento ha mostrado una tendencia decreciente, disminuyendo de un estimado de 41 puntos en 2003 a solo 20 puntos en 2022, una reducción que podría explicarse por varios factores. Por un lado, la suspensión de la actividad presencial en los centros educativos durante el COVID-19. Por otro, se apunta a posibles cambios estructurales en la manera en que el origen social, el sexo y la inmigración influyen a la hora de marcar diferencias entre el alumnado.
El análisis de Martínez incorporó una dimensión socioeducativa al observar la correlación entre el rendimiento de los estudiantes y el nivel educativo de las madres. Como mostró con datos, aquellos estudiantes cuyas madres poseen un nivel educativo más elevado generalmente exhiben un mejor desempeño académico. Sin embargo, en el último informe PISA de 2022 se ha observado que el rendimiento de los estudiantes españoles cuyas madres tienen educación universitaria ha disminuido más que el de otros estudiantes, lo que sugiere que las diferencias en los resultados según los niveles educativos de las madres ya no son tan marcadas como en el pasado. Este cambio podría indicar una convergencia en los niveles de competencia entre diferentes grupos socioeducativos.
Acceda aquí a la presentación completa de José Saturnino Martínez [PPT].