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Crecimiento sin inflación

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Los datos detallados de la contabilidad nacional del tercer trimestre han confirmado la estimación de avance que el INE publicó hace aproximadamente un mes: el PIB aumentó un 0,5% respecto al trimestre anterior –un 2% en tasa anual equivalente (TAE)-. Con ello son ya cinco los trimestres consecutivos de crecimiento de la economía, lo que permite confirmar que la recuperación se ha consolidado y que, además, va ganando fuerza. Ahora bien, el nivel de nuestro PIB aún es hoy bastante inferior al de antes de la crisis. En estos cinco trimestres el PIB ha aumentado 1,7 puntos porcentuales, lo que supone poco más del 20% de todo lo perdido desde el tercer trimestre de 2008. Esta pérdida aún no recuperada de PIB, que en términos de empleo es mucho mayor –se perdieron un 19% de puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo y sólo se han recuperado poco más del 7%- es lo que explica que la gente apenas perciba que ahora estamos un poco mejor que hace cinco trimestres. Comparativamente con la zona euro, la recuperación se inició un poco más tarde, pero está siendo notablemente más intensa. No obstante, el PIB de dicha zona es hoy un 2% inferior al de antes de la crisis, mientras que el español aún es un 6,4% inferior [gráfico superior izquierdo].

I141130_blog_01I141130_blog_02Fuentes: Eurostat e INE.
Gráficos elaborados por A. Laborda.

            Los dos componentes de la demanda sobre los que se apoyó inicialmente la recuperación, aparte de las exportaciones, fueron el consumo de los hogares –sobre todo el segmento de bienes  duraderos- y la inversión en bienes de equipo de las empresas. Ello es coherente con el fuerte y rápido ajuste que hicieron estos dos sectores, que los situó en condiciones de empezar a gastar un poco más a pesar de que sobre ellos pesa todavía bastante el lastre de la deuda y las restricciones financieras. En el último trimestre estos dos agregados han seguido liderando la contribución al crecimiento, aunque su empuje ha perdido un poco de fuerza. No obstante, ello ha sido contrarrestado por nuevos elementos en escena: la construcción de viviendas, que aumenta por primera vez en veintiocho trimestres, y, de forma tímida, el consumo público, lo que ha permitido que la demanda interna en su conjunto siga creciendo con fuerza, un 3,1% TAE. En cambio, la aportación de la demanda externa neta ha seguido siendo negativa (-1,1 puntos porcentuales), pues aunque las exportaciones se han recuperado notablemente, las importaciones continúan creciendo por encima [gráfico superior derecho]. Este es el mayor pero que puede objetarse al patrón de la recuperación, ya que ello significa que el tan dolorosamente logrado superávit de la balanza de pagos por cuenta corriente se está esfumando. No obstante, los indicadores disponibles muestran que el crecimiento de la demanda interna se está haciendo más equilibrado y con menos propensión a importar, lo que unido a la recuperación de los mercados exteriores y a la bajada del precio del petróleo permite prever que a corto plazo la balanza de pagos va a seguir en superávit, algo que es importante para poder reducir la elevada deuda externa.

El mayor activo de la recuperación es la creación de empleo a partir de tasas de crecimiento del PIB todavía modestas. En este trimestre el aumento de los puestos de trabajo equivalentes a tiempo completo fue prácticamente igual al del PIB, un 1,8% TAE. Con ello, la productividad aparente del trabajo casi se ha estancado [gráfico inferior izquierdo]. Esto contrasta con los fuertes aumentos durante los años de recesión y se explica por la necesidad que tienen muchas empresas de aumentar plantillas tras el fuerte ajuste anterior, lo que se ve facilitado por la flexibilidad que han introducido las reformas laborales.

La remuneración media por trabajador continúa prácticamente estancada. Su variación en un año ha sido de -0,1%. Esto y el ligero aumento de la productividad se traducen un una caída del coste laboral por unidad producida (CLU) del 0,4% en este mismo periodo. A pesar de ello, la tendencia a la baja de los salarios como porcentaje del PIB, que alcanzó 3,6 puntos porcentuales entre 2009 y 2013, se está invirtiendo ligeramente [gráfico inferior derecho]. Ello es debido a que, si bien caen los costes laborales, los precios del PIB –el deflactor- también lo hacen. Ello, junto a la ganancia de poder adquisitivo que supone la inflación de precios de consumo negativa, debe tenerse en cuenta a la hora de establecer los aumentos salariales el año próximo. Lo más importante ahora es que aumenten la producción y el empleo, no los salarios y los márgenes.

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Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).

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