En tiempos recientes el debate económico se ha centrado, y con sensatez, en cuestiones de futuro como los fondos europeos, el manejo de la deuda pública y el tipo de reformas que necesita el país. Pero el presente está dominado por un factor más prosaico: la movilidad de las personas. Con la aparición de la vacuna, pensábamos que saldrían del largo periodo de inmovilismo y que los extranjeros reanudarían los viajes a nuestro país, un cambio de tendencia que impulsaría la recuperación. Sin embargo, el retraso en la distribución del antídoto obliga a revisar las perspectivas.
Para empezar, el año se ha iniciado con señales de debilidad, como lo avala la contracción vaticinada por la Comisión Europea para la eurozona –una caída del PIB del 0,9% en el primer trimestre, tras otra del 0,7 en el tramo final del pasado ejercicio. Los índices de coyuntura también apuntan a una leve contracción en nuestro país, si bien el retroceso de la tercera ola de contagios presagia una mejora gradual en las próximas semanas. Con toda probabilidad el despegue del crecimiento no se producirá hasta el verano —se anticipa un crecimiento muy limitado en primer semestre—.
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Fuente: Previsiones para la economía española 2021-2022 de Funcas.
Además, a medida que se acerca el verano, cualquier retraso en la inmunización —o su pérdida de eficacia frente a versiones mutadas del virus— tendrá efectos desproporcionados sobre la economía. Solo en el tercer trimestre, se ingresan en turismo más de 30.000 millones de euros en un año normal. El pasado ejercicio se ingresó la cuarta parte, y no sería el peor de los escenarios si el resultado se repitiera en 2021.
El impacto indirecto del turismo es aún mayor. Uno, porque la enorme incertidumbre que deprime el consumo puede alejarse con el retorno de la movilidad. Y dos, de manera más sustancial, porque el efecto multiplicador que se espera de los fondos europeos depende estrechamente de la buena selección de los proyectos de inversión, pero también de las restricciones en vigor en el momento de la puesta en marcha del plan.
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Fuente: Previsiones para la economía española 2021-2022 de Funcas.
La prioridad, por tanto, no puede ser otra que la mejora de la situación sanitaria y su corolario, el levantamiento de las medidas que constriñen la movilidad y la oferta. De lo contrario, un estímulo fiscal generalizado puede desembocar en más ahorro, en vez de impulsar el gasto. Algunos analistas, como Larry Summers para el caso de EE.UU, incluso vaticinan un repunte de la inflación si la política fiscal no tuviera en cuenta el debilitamiento del tejido productivo. Si bien una espiral inflacionaria es poco probable en España, conviene tener en cuenta la secuencia de las medidas.
Entre éstas, la más apremiante es la concesión de ayudas al aparato productivo y al empleo, hasta que las condiciones de movilidad se vayan restableciendo. El sector del turismo es un candidato lógico para estas ayudas, por su importancia y porque el riesgo de apoyo a empresas que no lo necesitan es menor que en otros sectores. Con el tiempo, será necesario identificar los negocios inviables, que requieren de una resolución y no de inyección de fondos para mantener la actividad –so pena de lastrar los balances bancarios y reducir la disponibilidad de crédito para empresas solventes, como ha ocurrido en Italia.
También caben acciones específicas, tales como el pasaporte sanitario o campañas destinadas a mercados como Reino Unido. Grecia acaba se sellar un acuerdo con Israel para facilitar los viajes el próximo verano. Y no nos olvidemos del potencial del turismo interior, que podría salvar la temporada en algunos destinos.
Según Funcas, la economía podría crecer hasta un 7% si la movilidad se recuperara con intensidad durante el próximo verano, pero casi tres puntos menos, caso de permanecer bajo mínimos. Una diferencia muy significativa, que evidencia que, con el turismo, nos jugamos la posibilidad de dar un giro abrupto a la economía.
Comercio exterior | El déficit comercial se redujo en 2020 casi un 60%, debido sobre todo al abaratamiento del petróleo y a un descenso en el volumen de las importaciones más intenso que en las exportaciones (un 12% frente a un 9,3%). Esto último, a su vez, ha venido motivado, fundamentalmente, por una caída de la demanda nacional más acusada en España que en el resto de países europeos. El único sector cuyas exportaciones aumentaron en 2020 fue el agrícola. Por destino geográfico, destaca el incremento del 20% de las exportaciones a China.
Este artículo se publicó originalmente en el diario El País.