La sombra de una recaída se cierne sobre la economía española, como consecuencia de un entorno externo más desfavorable y de nuestras dificultades para tomar medidas efectivas contra la expansión del virus. La actividad se ha frenado en Europa, según el indicador de gestores de compra (el PMI cae hasta el umbral de 50, lo que apunta a una interrupción de la recuperación en la eurozona durante el presente mes). Si bien la industria sigue recuperándose vigorosamente, los servicios se resienten de las nuevas restricciones que poco a poco van resurgiendo en respuesta a la escalada de la curva de contagios.
España ocupa un lugar aparte en ese panorama, por ser uno de los pocos de nuestro entorno donde el factor confianza empieza a flaquear. El índice de expectativas del consumidor, tras repuntar levemente después del desplome registrado en la primavera, vuelve a palidecer a la inversa de lo que ocurre en Alemania o Italia, más eficaces en el control de los rebrotes (ver gráfico). El resultado es un menor gasto de las familias, que prefieren incrementar su ahorro. En agosto, los depósitos bancarios se elevaron hasta 892.000 millones de euros, 40.000 más que antes de la pandemia.
Gráfico 1
Gráfico 2
Fuentes: Comisión Europea y Banco de España. Estimación de Funcas para el dato de Italia de abril.
Las empresas españolas, incluso aquellas que operan en sectores boyantes, se enfrentan a una incertidumbre exacerbada que disuade la inversión productiva, algo que contribuye a explicar el incremento de los excedentes depositados en las entidades. Esta situación las expone a tomas de control por inversores en busca de rendimiento elevado. El fondo de rescate creado en julio y dotado con 10.000 millones está concebido para grandes grupos de importancia estratégica, y no para el grueso de la pequeña y mediana empresa que vertebra nuestro tejido productivo.
“La relajación de la política sanitaria durante el verano ha sido perjudicial para el conjunto de la economía, no solo el turismo. La imposición de nuevas medidas preventivas tendrá un coste para los sectores más dependientes de la movilidad. Pero […] el resto de la economía apenas se resentirá. Y el resultado global será claramente favorable para la sanidad, como para la confianza y la sostenibilidad de la recuperación”.
Raymond Torres
El giro coyuntural evidencia la importancia de la lucha contra la crisis sanitaria, sine qua non para sostener la recuperación. Según una encuesta realizada en fechas recientes, cerca de la mitad de los europeos temen contraer el virus —España se sitúa en torno a esa media—. Además, la experiencia de otros países más avanzados en la política de prevención y de respuesta precoz a los contagios muestra que el impacto sobre la economía de la imposición de nuevas restricciones puede ser limitado, a condición de cuidar su diseño.
Cuando la respuesta se adapta quirúrgicamente a las causas de los rebrotes, el impacto sobre la economía se concentra en los sectores más expuestos como la hostelería, la restauración o el ocio nocturno. El resto de sectores, sin embargo, prosiguen su crecimiento.
La industria italiana, por ejemplo, se expande a un ritmo similar a la española. Y, mientras que el consenso de Funcas recorta su previsión para España, la OCDE acaba de mejorar la suya para la economía transalpina, que se contraería -10,5%, frente al -11,3% anticipado en junio. Los mercados también acogen favorablemente la gestión de la pandemia del Gobierno de Conte, con una prima de riesgo en fuerte contracción desde las cotas superiores a 300 puntos de la primavera hasta rondar los 130 puntos en la actualidad —todavía, sin embargo, muy superior a nuestra marca—.
Otra prueba de la complementariedad entre control de rebrotes y recuperación económica se encuentra en Japón, donde las restricciones puntuales a la movilidad han tenido un coste limitado sectorialmente. A la vez que las medidas apenas inciden sobre el resto de la economía y mejoran las expectativas.
En definitiva, la relajación de la política sanitaria durante el verano ha sido perjudicial para el conjunto de la economía, no solo el turismo. La imposición de nuevas medidas preventivas, focalizadas y centradas en las causas de los rebrotes, tendrá un coste para los sectores más dependientes de la movilidad. Pero, como lo evidencia la experiencia internacional, el resto de la economía apenas se resentirá. Y el resultado global será claramente favorable para la sanidad, como para la confianza y la sostenibilidad de la recuperación.