El contexto externo sigue deteriorándose, como resultado de la multiplicación de conflictos comerciales internacionales —el último, entre EE UU y México— y de su impacto sobre nuestras exportaciones. Y debido al tirón de la demanda interna, que estimula las compras en el exterior. De esta manera, mientras que el valor de las mercancías exportadas se estancó en el primer trimestre, la factura importadora se incrementó a un ritmo anual del 3,2%. El sector turístico y otros servicios están teniendo un mejor comportamiento, pero sin llegar a compensar el declive del saldo en el comercio de bienes.
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Para 2019 se presenta la media de los 4 últimos trimestres (II, IIIy IV de 2018 y I de 2019).
La consecuencia es la aparición de un déficit externo, que supera ya los 4.000 millones de euros (con datos de balanza por cuenta corriente para el primer trimestre, divulgados esta semana por el Banco de España). Gracias a los excedentes acumulados en trimestres anteriores, el saldo total para los 12 últimos meses es todavía superavitario, pero con una clara tendencia al declive, que parece difícil de revertir.
Y es que, más allá de las turbulencias de la coyuntura internacional, estos resultados ponen de manifiesto algunas debilidades estructurales de nuestro comercio exterior. En primer lugar, la venta de automóviles no parece salir de la fase recesiva que comparte con otras potencias del sector, como Alemania. Las exportaciones de confección y ropa, otro sector con fuerte presencia internacional, también podrían estar experimentando un bache. Estas dos industrias, en dificultad, son cruciales para nuestra economía por representar cerca del 30% del total de exportaciones. Por el contrario, el pujante sector de equipos de telecomunicaciones, aunque incrementa sus exportaciones a un ritmo anual cercano al 22%, ocupa un modesto 1,2% del total de intercambios. Algo similar ocurre con los servicios no turísticos, que están logrando importantes avances en el exterior, aunque a partir de niveles todavía reducidos.
Otra debilidad es la concentración del grueso de nuestras relaciones comerciales en los mercados europeos, que son de los que más se están ralentizando. Buena parte de la evolución de los intercambios refleja la caída de las ventas en la Unión Europea. Paradójicamente, solo se salva el mercado británico —las ventas españolas en ese país se incrementan a un ritmo anual cercano al 5%— desmintiendo, por ahora, los riesgos de un Brexit abrupto.
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Además, las exportaciones hacia los mercados más prometedores como India o Vietnam no despegan con el vigor que cabría esperar, mientras que en el caso de China, incluso se desploman. No deja de sorprender que el total de ventas hacia los países que integran la Estrategia de Internacionalización de la Economía Española (BRICS, Corea del sur, Japón, entre otros), se haya reducido un 0,5%, mientras que las importaciones españolas que provienen de esos países aumentaban un 10,3%.
Afortunadamente, el déficit externo se financia con comodidad, fruto de las ingentes entradas de inversiones directas en nuestro país, que son las que ofrecen más estabilidad. Los inversores extranjeros también mantienen su apetito por la compra de títulos de deuda pública a largo plazo, contribuyendo a una reducción del coste de financiación del Estado hasta mínimos nunca vistos en nuestra historia económica. El rendimiento del bono español a diez años es de apenas 0,72%, tres veces menos que su equivalente italiano. Y todo apunta a que la financiación de la deuda externa seguirá gozando de condiciones favorables durante los próximos trimestres.
Sin embargo, para apuntalar esos avances, la clave está en un mayor esfuerzo de adaptación ante los cambios tecnológicos y de la geografía de la mundialización. Hoy por hoy, ni el plan de internacionalización de la economía, ni la estrategia de Marca España parecen estar dando los resultados esperados. Su replanteamiento sin duda contribuiría a mantener los excedentes externos, una de las condiciones para prolongar la expansión de la economía española y potenciar su capacidad de creación de empleos de calidad.
Fuente de los gráficos: Banco de España.