Dos años después haber superado técnicamente la recesión, España mantiene una tasa de desempleo varios puntos superior al 20%. Más aún: casi la mitad del tiempo transcurrido desde nuestro ingreso en la UE (en el año 1986), el país no ha sido capaz de reducir el desempleo por debajo de ese umbral. ¿Cuáles son las causas por las que en estos años no hemos conseguido desarrollar un tejido productivo fuerte y competitivo, capaz de impulsar el crecimiento económico y la innovación, de generar ocupación de manera estable en el tiempo y absorber la mano de obra existente?
A esta cuestión esencial pretenden responder Víctor Pérez-Díaz, Juan Carlos Rodríguez, Joaquín P. López Novo y Elisa Chuliá en la monografía Agentes sociales, cultura y tejido productivo en la España actual, que constituye el número 74 de Estudios de la Fundación. Y para ello, dichos autores centran su interés en el papel desempeñado al respecto durante las últimas décadas por sindicatos y organizaciones empresariales, por un lado, y también en la aportación de las familias a estos grandes objetivos nacionales, por otro.
De esta forma, los autores analizan críticamente la intensidad y la dirección de la agencia tanto de los sindicatos como de las organizaciones empresariales. En cuanto a los primeros, en la monografía se pone de relieve su visión —escasamente ambiciosa— de las relaciones laborales, por un lado, así como una tendencia bastante conservadora en sus políticas y acciones, que se ha reflejado, por ejemplo, en una especial intensidad en la negociación de reivindicaciones salariales y de seguridad en el puesto de trabajo, por encima de otras relativas a la mejora de la carrera profesional, de la productividad del trabajo y de la estructura del mercado laboral. Los sindicatos, se concluye, han ido frecuentemente «a remolque de los acontecimientos, a la defensiva, con una estrategia de facto de mantenimiento del statu quo».
Del empresariado, reconociendo la superación de su tradicional retraimiento ante la internacionalización, se pone de relieve, sobre todo, su frecuente apuesta por una «estrategia de empleo contingente» —que permite economizar a corto plazo y ajustarse rápidamente a la evolución del ciclo económico— frente a la priorización de un tipo de empleo «obligacional» que supondría un compromiso —material y moral— con los trabajadores y que representa una condición necesaria para desarrollar el potencial productivo y la estimulación de la innovación de productos y procesos.
El alto nivel de entendimiento entre ambas partes, plasmado en un diálogo casi continuo en el período democrático, no ha servido, sin embargo, para alcanzar acuerdos productivistas de alcance, similares a los concertados en el norte de Europa, ni tampoco para desarrollar el protagonismo necesario de ambas partes en una política de formación profesional de calidad. En consecuencia, su imagen pública se ha deteriorado y ni sindicatos ni organizaciones empresariales consiguen defender convincentemente su legitimidad social como agentes verdaderamente concernidos con la prosperidad y el bienestar del conjunto de la sociedad.
La otra figura en la que se centra el análisis de libro es el modelo español de familia, caracterizado por su indudable capacidad de adaptación a situaciones complicadas y su rapidez en responder a las dificultades de sus miembros, pero —quizás, en parte, por eso—, poco afín con economías dinámicas e innovadoras, y tendente a reforzar el statu quo y las debilidades estructurales de la economía productiva española. Las familias españolas —concluyen los autores— han generado mayoritariamente un tipo de capital social cerrado o “familista”, en virtud del cual ellas mismas generan y atraen la confianza de sus miembros y, de manera más o menos deliberada y explícita, extienden cierta cultura de desconfianza hacia el prójimo y las instituciones.
En la presentación del libro, celebrada el 25 de junio en la sede de Funcas, intervinieron Manuel Pizarro, José María Fidalgo y uno de los autores, Víctor Pérez Díaz, a los que precedió en la palabra el director general de Funcas Carlos Ocaña. Cada interviniente hizo hincapié en diversos aspectos relacionados con el contenido de la monografía.
Así, Manuel Pizarro señaló la «falta de espesor» de la sociedad civil como factor relevante en los problemas que aquejan a la economia española y lamentó en sus principales actores la falta de intensidad de agencia. Por su parte, José María Fidalgo reflexionó sobre lo que denominó «desprecio a la innovacion» y resaltó la ausencia de interés político en España por la educación y la inteligencia. Finalmente, Víctor Pérez Díaz puso en contexto el mensaje principal del libro, haciendo ver a los asistentes que vivimos un momento de oportunidad, en el que una serie de procesos de cambio abren la posibilidad de reconducir los problemas que en el ámbito laboral arrastra la sociedad española. Pérez Díaz alertó de los riesgos del proceso e invitó a la escucha, la reflexión y la implicación como herramientas necesarias para no repetir los errores.
La monografía Agentes sociales, cultura y tejido productivo en la España actual, de Víctor Pérez-Díaz, Juan Carlos Rodríguez, Joaquín P. López Novo y Elisa Chuliá, constituye el número 74 de Estudios de la Fundación. Puede acceder al contenido íntegro aquí.