El impuesto sobre sociedades es una fuente considerable de ingresos en los sistemas fiscales modernos. No obstante, a pesar de ser relevante, su peso recaudatorio se sitúa muy por debajo del que ofrecen otros impuestos. La recaudación del impuesto es muy volátil al recaer sobre una base, los beneficios de las empresas, cuyo comportamiento es muy pro-cíclico. Entre 2007 y 2011, la recaudación de este impuesto cayó más de un 60%, pasando de casi 36.000 millones a poco más de 13.000. Desde 2014 la economía española está creciendo a un ritmo que en 2015 y 2016 se sitúa ligeramente por encima del 3%. El beneficio contable de las empresas durante este tiempo crece a un ritmo muy superior, en torno al 15% anual. Sin embargo las bases imponibles declaradas y la recaudación del impuesto han aumentado a un ritmo muy inferior. Este fenómeno se debe a tres causas principales: Los cambios normativos introducidos en la reforma del impuesto llevada a cabo en 2015, algunos cambios transitorios realizados durante la crisis para aumentar la recaudación que ahora revierten y, finalmente, una mala planificación de los pagos fraccionados.
