Parece que la inflación sigue dando algo de tregua. Se ha podido comprobar con los datos provisionales de junio conocidos esta semana. Tanto en España como en la zona euro. Nuestro país sigue siendo alumno aventajado ya que el índice general ha sido de 1,9 por cien y la subyacente de 5,9 por cien. La media de en la eurozona está significativamente por encima en el índice general (5,5) aunque la subyacente es parecida (5,4). El nivel medio del bloque del euro continúa relativamente elevado, aunque haya bajado. Destaca Alemania, con un 6,1 por cien. Preocupa la subyacente y la retroalimentación de la inflación por “efectos de segunda ronda” (por crecimiento de salarios), de la que hablan algunos representantes del BCE. En el Foro de banqueros centrales de la ciudad portuguesa de Sintra celebrado a comienzos de esta semana no se han despejado esas dudas sobre si se ha vencido ya la batalla de la inflación. Al contrario, el Banco Central Europeo y la Reserva Federal, entre otras autoridades monetarias, confirmaron que se esperan más subidas de tipos en el segundo semestre, lo que apunta a una inflación aún persistente, sobre todo cuando se retiren algunas de las medidas de los gobiernos —en España también— que contribuían a bajar la inflación (ayudas al combustible o rebajas del IVA). Llegará la convergencia de niveles de inflación, pero mientras tanto, hay tensiones.
Como no cabe de otra manera, esos incrementos del precio del dinero se aplicarán por igual a lo largo y ancho de los países del euro. Y la situación macroeconómica no es igual en todos los rincones. España, que tiene los niveles más bajos de inflación, experimentará el mismo tratamiento restrictivo que un país como Alemania con una inflación tres veces la española. No es una buena noticia porque el aumento de los costes de hipotecas y otros créditos para familias y empresas se está dejando sentir significativamente. Asimismo, la mayor pujanza de la actividad económica de nuestro país puede debilitarse considerablemente —alguna señal ya lo apunta—. Nos conviene que nuestros socios del euro tengan una inflación más baja, ya que con ellos comerciamos. Si su economía es vulnerable por la inflación, la nuestra lo será también. Sin embargo, muchos de ellos están en recesión técnica, por lo que un nuevo atornillamiento de tipos de interés puede enfriar más sus economías, y, sin duda, la nuestra. El objetivo es que la inflación se modere más para retomar el crecimiento sostenible y el aumento de la productividad.
Ese crecimiento desigual de los precios en Europa también afecta a los tipos de interés reales (que se calculan restando a los tipos nominales la inflación) de deuda, crédito y remuneración del ahorro. Al ser menor la inflación, los tipos reales son más altos en España, tanto los oficiales como los de determinados productos financieros. Así, comentaba hace unos días el Gobernador del Banco de España que había una relación entre los tipos de depósitos e hipotecas, que en términos nominales están más bajos en España, pero no así en términos reales.
Este artículo se publicó originalmente en el diario La Vanguardia