España, con un nivel de fecundidad en torno a 1,3 hijos por mujer desde 2011, se sitúa entre los países con fecundidad más baja, tanto en el contexto europeo como en el contexto mundial. No se trata de un fenómeno coyuntural, ni siquiera reciente, ya que la tasa de fecundidad se ha situado por debajo de 1,5 hijos durante las tres últimas décadas. Tampoco parece que vaya a ser una situación transitoria, pues las últimas proyecciones de población del Instituto Nacional de Estadística asumen que el nivel de fecundidad permanecerá por debajo de 1,3 hijos en los próximos 50 años.
GRÁFICO 1
Fuentes: Carreras and Tafunell (Coord.), Estadísticas Históricas de España, siglos XIX-XX; INEbase; Eurostat.
La persistencia de un nivel tan bajo de fecundidad durante un periodo prolongado tiene importantes repercusiones en la estructura de edad de la población, el ritmo de envejecimiento demográfico y el tamaño de la futura población económicamente activa. Aunque el envejecimiento de la población es un proceso inevitable e irreversible, una fecundidad muy baja acelera la velocidad de este proceso y supone un reto importante para el sistema de bienestar, estructurado sobre la base de la solidaridad intergeneracional.
Un nivel muy bajo de fecundidad no solo condiciona la evolución colectiva de la sociedad, sino también las trayectorias de vida privadas, ya que pone de manifiesto la frustración de las aspiraciones reproductivas de muchas personas y parejas. Los datos del Eurobarómetro de 2011 indican que España es uno de los países de la Unión Europea donde se observa una mayor distancia entre el número medio de hijos deseados y el número medio de hijos que finalmente se tienen.
Una maternidad y una paternidad cada vez más tardía
El descenso de la tasa de fecundidad guarda una estrecha relación con el retraso progresivo de la maternidad y la paternidad. En el período 1980-2014, la edad media al primer hijo ha aumentado de 25 a 30,6 años entre las mujeres y de 30,1 a 33,9 años entre los hombres. El Gráfico 2 muestra cómo el calendario de la fecundidad se ha ido desplazando progresivamente hacia edades cada vez más avanzadas durante las tres últimas décadas. En 2014, un 28% de los primeros nacimientos correspondía a madres de 35 y más años.
GRÁFICO 2
Fuente: INEBase.
Algunos obstáculos que inhiben la fecundidad
Las preferencias reproductivas son muy similares hoy en día en todos los países europeos. El número medio de hijos deseados se ha mantenido alrededor de 2 hijos durante las dos últimas décadas. El hecho de que en España la fecundidad actual se aleje tanto de las preferencias declaradas apunta a la existencia de barreras importantes que impiden hacer realidad las aspiraciones reproductivas.
«Un nivel muy bajo de fecundidad no solo condiciona la evolución colectiva de la sociedad, sino también las trayectorias de vida privadas, ya que pone de manifiesto la frustración de las aspiraciones reproductivas de muchas personas y parejas».
El contexto laboral condiciona en buena medida las decisiones reproductivas. Dado que la consecución de cierta estabilidad laboral se ha convertido en un requisito importante, tanto para hombres como para mujeres, a la hora de plantearse tener un/otro hijo, las elevadas tasas de desempleo y de temporalidad en el empleo que afectan a una gran proporción de adultos jóvenes son obstáculos fundamentales que inhiben la fecundidad.
El marco institucional y político también condiciona el comportamiento reproductivo. En España, las políticas de apoyo a las familias, a la conciliación y a la crianza de hijos nunca han ocupado un lugar prioritario en la agenda política. El gasto público en prestaciones familiares –tomando en cuenta transferencias monetarias, ayudas fiscales y servicios– ha sido siempre muy inferior al de la mayoría de países europeos, y la distancia se ha agrandado todavía más en años recientes como consecuencia de las políticas de austeridad.
La igualdad de género también desempeña un rol importante en las decisiones reproductivas, ya que condiciona la distribución de los costes del cuidado de hijos. El reparto de responsabilidades familiares suele volverse más asimétrica cuando llega el primer hijo, incluso entre las parejas con prácticas más igualitarias, y esto puede condicionar la fecundidad posterior. El nivel tan bajo de fecundidad de España está en buena medida asociado a la baja frecuencia de la transición al segundo hijo.
¿Es posible la recuperación de la fecundidad?
Aunque no es previsible que España remonte el umbral de reemplazo generacional (2,1 hijos por mujer) a medio o largo plazo, sí debería ser posible reducir la brecha entre fecundidad deseada y alcanzada. Para ello, las políticas públicas deberían abordar de manera eficaz el problema del desempleo, la precariedad laboral y la dificultad de compaginar trabajo y familia, evitando centrar el debate de la conciliación en las mujeres e incorporando a los hombres. A través de las políticas públicas también se tendrían que redefinir las responsabilidades privadas y colectivas con respecto a la infancia, promover la corresponsabilidad en los cuidados de hombres y mujeres –por ejemplo, igualando los permisos de maternidad y paternidad–, y redistribuir de forma más equitativa los costes asociados a la crianza de los hijos, sobre todo en las primeras edades.
Esta entrada es un resumen del artículo La fecundidad en España: entre las más bajas del mundo y sin muchas perspectivas de recuperación , publicado en el número 23 de Panorama Social, sobre Retos demográficos. Puede acceder aquí al contenido completo de la revista.