Después de cuatro trimestres consecutivos creciendo a un ritmo estable del 0,8%, la economía española comienza a ofrecer síntomas de desaceleración en el tercer trimestre. La pérdida de impulso es especialmente evidente en los indicadores de actividad industrial. El índice PMI de manufacturas registró de media en julio-agosto el resultado más bajo desde el cuarto trimestre de 2013, y el índice de confianza industrial profundizaba en el mismo periodo la tendencia descendente que presenta desde el inicio del año. Asimismo, el IPI manufacturero y las ventas de grandes empresas de bienes industriales del mes de julio intensificaban, hasta incluso convertirse en negativa, la trayectoria de desaceleración iniciada meses atrás.
Los indicadores de actividad en los servicios también apuntan, en su conjunto, a una desaceleración, aunque más tenue que en la industria. Así, los índices PMI de servicios y de confianza del sector correspondientes a julio y agosto solo eran ligeramente inferiores a la media del trimestre anterior, mientras que las pernoctaciones en hoteles y otros indicadores presentaban una tendencia de ralentización muy moderada o incluso estabilidad.
Con respecto a la construcción, tanto el consumo de cemento como el índice de producción industrial de materiales de construcción siguen en tasas negativas anunciando una nueva caída de la actividad en el tercer trimestre. Al igual que en los dos trimestres anteriores, dicha caída procedería del descenso de la obra pública, según se desprende de la evolución de la licitación oficial –la suma móvil de 24 meses sigue contrayéndose–, a pesar del crecimiento de la construcción de viviendas a que apunta el fuerte ascenso de los visados de obra nueva –también la suma móvil de 24 meses–.
La ralentización del crecimiento del empleo es muy suave. La afiliación a la Seguridad Social se frenó en agosto, pero después de haber registrado un resultado muy bueno en julio.
En cuanto a la demanda, las matriculaciones de automóviles han frenado su crecimiento en julio y agosto, al tiempo que el índice de confianza del consumidor seguía retrocediendo en ambos meses, aunque la desaceleración no es tan clara en otros indicadores de consumo, como las ventas minoristas. Por otra parte, los indicadores de inversión parecen apuntar a un ritmo de crecimiento semejante o incluso algo mayor que en el trimestre precedente, si bien para la mayoría de estos indicadores solo hay datos de julio. La demanda nacional, por tanto, podría haber perdido algo de vigor, aunque no tanto como la actividad, especialmente industrial, de modo que probablemente la aportación del sector exterior ha empeorado en el tercer trimestre.
Por otra parte, la ralentización del crecimiento del empleo es muy suave. La afiliación a la Seguridad Social se frenó en agosto, pero después de haber registrado un resultado muy bueno en julio. De hecho, pese a la clara pérdida de impulso que reflejan los indicadores de actividad industrial en el tercer trimestre, el aumento en el número de afiliados en el sector en julio y agosto es prácticamente igual a los trimestres anteriores. Otro aspecto llamativo es el aumento de la afiliación en la construcción, a pesar de que su actividad se encuentra en retroceso.
En suma, con la información disponible, relativa sobre todo al mes de julio y, en menor medida, agosto, puede estimarse que el crecimiento del PIB en el tercer trimestre ha sido dos décimas porcentuales inferior al del trimestre anterior, es decir, un 0,6%. La desaceleración habría procedido fundamentalmente del sector industrial, que es el que ha liderado el crecimiento de la economía desde el inicio de la recuperación. La demanda nacional sufriría una suave ralentización, y el sector exterior habría empeorado sus resultados.