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La expansión (¿temporal?) del teletrabajo

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Vigente aún –y sin fecha de prescripción– el estado de alarma, su levantamiento no significará el fin del teletrabajo masivo provocado por el confinamiento. Al menos durante dos meses más mantendrá su “carácter preferente” esta modalidad de empleo minoritaria en España hasta la crisis del coronavirus. [1]

De la extensión comparativamente escasa que tenía el teletrabajo en nuestro país dan cuenta los datos publicados por Eurostat. En 2018, no más del 7,5% de empleados trabajaban (“ocasionalmente” o “más de la mitad de los días trabajados”) en su domicilio particular. Nuestros vecinos, Portugal y Francia, casi duplicaban y triplicaban, respectivamente, ese porcentaje (con 14,7% y 20,7%), quedándose, no obstante, lejos de países como Suecia (34,7%) y Países Bajos (35,7%), como se aprecia en el Gráfico 1. En el contexto internacional, España destacaba, junto con Italia, no solo por su bajo porcentaje de personas ocupadas teletrabajando, sino también porque –a diferencia de lo observable en la mayoría de países europeos– las que lo hacían “más de la mitad de los días”, superaban a las que lo hacían “ocasionalmente”.

Gráfico 1

Fuente: Eurostat [lfsa_ehomp].

La proporción de teletrabajadores en España resultaba particularmente baja entre los ocupados por cuenta ajena. Así lo muestra el Gráfico 2: solo el 4% de los asalariados trabajaban en 2018 ocasional o habitualmente en su domicilio (frente al 31% de Suecia y de Países Bajos). Entre los empleados por cuenta propia, en cambio, el porcentaje subía hasta el 28%, sin dejar de representar un colectivo pequeño en comparación con los hallados en Suecia (73%), Austria (69%), Finlandia (68%) y Países Bajos (62%).

Gráfico 2

Fuente: Eurostat [lfsa_ehomp].

La reciente publicación de la EPA anual[2] de 2019 permite obtener datos más próximos en el tiempo y ofrecer un análisis más esclarecedor de la situación del teletrabajo en España antes de que irrumpiera la pandemia. Se advierte, en primer lugar, que el teletrabajo en 2019 (8,3%) apenas aumentó un punto porcentual respecto al año previo. En efecto, del conjunto de ocupados en España (19,78 millones), un 3,5% (689.000) trabajaron en su domicilio ocasionalmente, y un 4,9% (952.000) lo hicieron más de la mitad de las jornadas. En segundo lugar, las diferencias, poco relevantes entre hombres y mujeres, cobran más importancia cuando se analizan por edad y nivel educativo. Así, el trabajo en el domicilio es más frecuente entre los “maduros”: el porcentaje alcanzó el 9-10% en el grupo de ocupados de 40 a 64 años, mientras que en el de menores de 25 años rondó el 2% (Gráfico 3). Y los ocupados con estudios universitarios superiores (19,3%) o con doctorado (31,6%) teletrabajaban en una proporción mucho mayor que los que únicamente habían completado estudios secundarios post-obligatorios (6,2%) (Gráfico 4).

Gráfico 3

Pregunta: “En las últimas cuatro semanas, ¿trabajó algún día en su domicilio particular?” Respuestas: “Ocasionalmente”, “Más de la mitad de los días que trabajó”, “Ningún día”.
Fuente: EPA anual 2019.

Gráfico 4

Pregunta: “En las últimas cuatro semanas, ¿trabajó algún día en su domicilio particular?” Respuestas: “Ocasionalmente”, “Más de la mitad de los días que trabajó”, “Ningún día”.
Fuente: EPA anual 2019.

Pero la variable que realmente discrimina a la población empleada es la ocupación. Cuando se ordenan las ocupaciones según la proporción de los que trabajan en el domicilio propio (sumando las frecuencias de los que lo hacen ocasionalmente y más de la mitad de las jornadas), se distinguen cinco agrupaciones de ocupaciones[3] (con una variable coherencia interna) por encima de la media total (8,3%): (1) los directivos, (2) los profesionales, (3) los técnicos, (4) los comerciantes, y (5) los ganaderos y artesanos; estos grupos se distinguen del resto de las ocupaciones, que muestran frecuencias de teletrabajo por debajo de la media.

El Cuadro 1 recoge esta ordenación y permite identificar dos estructuras de teletrabajo muy distintas: por una parte, las que se basan de forma prioritaria en la utilización de conocimientos (los grupos 1, 2 y 3, que trabajan realmente “a distancia”, es decir, por medios telemáticos para un centro de producción ubicado fuera del propio hogar); por otra parte, las que se basan fundamentalmente en la inclusión del centro de producción en el propio domicilio (los grupos 4 y 5, en los que, más que de teletrabajo, debería hablarse de una cierta “forma de producción doméstica”). Aun cuando en todas las ocupaciones se trabaja mucho más en el domicilio cuando la situación profesional es por cuenta propia que cuando es por cuenta ajena, la práctica ausencia de trabajo en casa entre los asalariados de los grupos 4 y 5 pone en evidencia el carácter mixto del domicilio como residencia y como centro de producción. Son los casos de la trastienda de pequeños comerciantes, la finca de los ganaderos y el taller casero de los artesanos, casi todos ellos trabajadores por cuenta propia.[4]

Cuadro 1

PERSONAS OCUPADAS QUE TRABAJAN EN SU DOMICILIO[3]

Por ocupaciones, en porcentaje (España, 2019)

 EmpleadorAutónomoAsal. públicoAsal. privadoTotal
1. Directivos39,342,427,111,025,3
2. Profesionales52,965,930,211,526,4
3. Técnicos51,860,83,09,519,2
4. Comerciantes28,216,60,00,416,1
5. Ganaderos y artesanos14,228,60,00,814,0
Resto de ocupaciones por debajo de la media 19,716,60,60,92,6
Total29,531,110,62,78,32

Fuente: EPA anual 2019.

En resumen, cabe afirmar que en España el teletrabajo antes de la crisis del COVID-19 se hallaba muy concentrado en determinadas ocupaciones y, dentro de ellas, especialmente entre los autónomos, destacando especialmente los directivos, gerentes, y profesionales. Son estas ocupaciones a las que, en la mayoría de los casos, se llega con credenciales universitarias y trayectorias profesionales de cierta duración. En cambio, las ocupaciones correspondientes a lo que hemos denominado “forma de producción doméstica” las ejercen trabajadores con niveles educativos menores que la media.

El confinamiento ha cambiado radicalmente esta situación de escaso teletrabajo, obligando a las empresas y las administraciones públicas a proporcionar las aplicaciones informáticas y los dispositivos para poder llevarlo a cabo desde casa.[5] Cuántas personas han pasado a teletrabajar es difícil de estimar en estos momentos, pero de las encuestas sobre el coronavirus realizadas por Funcas desde la primera semana del confinamiento se desprende que, de todas las personas empleadas, aproximadamente un tercio están trabajando en su domicilio (Cuadro 2).[6] Las cifras sugieren, por tanto, que la proporción de empleados teletrabajando podría haberse triplicado largamente desde mediados de marzo.

¿Augura este cambio una fuerte expansión del teletrabajo en España? De acuerdo con los datos publicados por la compañía Colliers International, la crisis del coronavirus podría catalizar la consolidación del teletrabajo (en todas las economías). Esta hipótesis se basa en las preferencias individuales reveladas por los trabajadores que han participado en una encuesta mundial: a aproximadamente cuatro de cada cinco encuestados les gustaría trabajar desde casa uno o más días a la semana cuando acabe la crisis del COVID-19[7]. Sin embargo, dejando al margen la cuestión de la representatividad de la muestra encuestada, no parece que la preferencia individual a favor del teletrabajo sea universal. Los datos de la IV Encuesta Funcas sobre el coronavirus (realizada entre el 30 de marzo y el 3 de abril) no respaldan la existencia de esa preferencia: al plantear a los encuestados que teletrabajaban si, cuando acabe la crisis, preferirían seguir teletrabajando, han mostrado poco entusiasmo (una puntuación media de 3,6 en una escala de 0 a 10). Tampoco se han manifestado muy convencidos de que el teletrabajo aumente su productividad (puntuación media de 5,0 sobre 10), y ello teniendo en cuenta que muy pocos han reconocido haber encontrado dificultades técnicas o actitudinales para teletrabajar (Cuadro 3).

Cuadro 2

PERSONAS EMPLEADAS QUE TELETRABAJAN DURANTE SU CONFINAMIENTO

De 16 o más años, en porcentaje

 1ª semana (16-20 marzo)2ª semana (23-27 marzo)3ª semana (30 marzo-3 abril)4ª semana (6-9 abril)5ª semana (13-19 abril)
SEXO
Hombres2734273432
Mujeres3836293640
ESTUDIOS
Primarios o menos217221
Secundarios2117192924
Universitarios5263505757
Muestra (n)361345347336334

Fuente: Encuestas Funcas sobre el coronavirus (salvo los datos de la 4ª semana, cortesía de IMOP Insights).

Cuadro 3

OPINIONES DE LOS TELETRABAJADORES RESPECTO AL TELETRABAJO DURANTE EL CONFINAMIENTO

En una escala de 0 a 10

 MujeresHombresTotal
Cuando acabe esta crisis, preferiría seguir teletrabajando3,63,33,4
Soy más productivo cuando teletrabajo5,24,54,9
Encuentro dificultades técnicas para teletrabajar3,02,93,0
Me cuesta ponerme a teletrabajar2,02,92,5
Muestra (total teletrabajan)5051101

Fuente: Encuesta Funcas sobre el coronavirus (trabajo de campo: 30/03–3/04/2020).

Ciertamente, estas opiniones se han formado en circunstancias domésticas poco propicias para el teletrabajo, como son las creadas por el confinamiento (aumento de la densidad de convivencia y de la competencia por el espacio en el hogar, dificultades para organizar el tiempo de trabajo, en buena medida por la obligada atención a hijos menores, etc.). Ahora bien, aunque conocer las experiencias individuales de los teletrabajadores bajo semejantes circunstancias revista un  interés específico, es dudoso que las preferencias individuales de los empleados constituyan un buen indicador del mayor o menor despliegue del teletrabajo tras la pandemia en España. Determinantes más importantes son probablemente los costes de las empresas y, sobre todo, la evolución de las ocupaciones. Son estas últimas las más adecuadas para identificar dónde se concentra el trabajo realizado en el domicilio particular, ya que las tareas que son propias de esas ocupaciones condicionan decisivamente la posibilidad de efectuarlas en casa. De ahí que el futuro del teletrabajo en España dependa de manera crítica del avance de estas ocupaciones, muy relacionadas con la producción, aplicación y difusión de los conocimientos, y con la prestación de servicios relacionados con esos procesos.


[1] La calificación del trabajo a distancia como “preferente” quedó establecida en el artículo 5 del Real Decreto-ley 8/2020, de 17 de marzo, de medidas urgentes extraordinarias para hacer frente al impacto económico y social del COVID-19 (BOE, 18-03-2020). La prórroga de dos meses está incluida en el artículo 15 del Real Decreto-ley 15/2020, de 21 de abril, de medidas urgentes complementarias para apoyar la economía y el empleo (BOE, 22-04-2020).

[2] Compuesta por una submuestra de las cuatro EPA trimestrales de cada año. Esta submuestra incluye algunas variables que no aparecen en las encuestas trimestrales, como la relacionada con el teletrabajo.

[3] Los grupos de la CNO11 a dos dígitos son los siguientes: 1. Directivos (11, 12, 13, 14, 15); 2. Profesionales (22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29); 3. Técnicos (34, 35, 37, 38); 4. Comerciantes (53, 54); 5. Ganaderos y Artesanos (62, 63, 76, 78).

[4] En estos casos, no hay prácticamente asalariados que trabajen en su domicilio, salvo los pocos que pudiesen compartir el domicilio del propietario.

[5] Para captar este tipo de teletrabajo, sería más preciso que la EPA, en lugar de preguntar por el trabajo “en” el domicilio particular, preguntara por el trabajo “desde” el domicilio particular.

[6] Pueden consultarse los informes de cada una de estas encuestas bajo la sección COVID-19 de la página web de Funcas.

[7] Estos son los resultados que ha publicado Colliers International en su página web como primer avance de la encuesta que está llevando a cabo.  No hemos encontrado información sobre la composición de la muestra encuestada. Al menos una parte de los entrevistados puede realizar la encuesta, a iniciativa propia, accediendo al cuestionario a través de la página web corporativa.

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