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Percepción de la propia salud en tiempos de pandemia: la renta importa, pero en España menos que en otros países europeos

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La pandemia no ha afectado significativamente a la percepción de los españoles sobre su propia salud, pero sí ha traído consigo una ligera reducción del porcentaje de personas que la califican como “muy buena” o “buena”. En 2020 el 73% de la población de 16 o más años calificaba así su salud, solo 2,3 puntos porcentuales (pp) menos que en 2019. En 2021 el porcentaje ha caído dos pp adicionales situándose en 71,2%, la cifra más baja de la última década (2012-2021) (Gráfico 1).


Así pues, según el último dato disponible, siete de cada diez individuos adultos que viven en España están satisfechos con su estado de salud. Esta proporción es superior a la de Alemania (63,2%) y coincide prácticamente con las de los países nórdicos: Dinamarca (67%), Finlandia (70,1%) y Suecia (72,4%) (Gráfico 2).


En todos los países sobre los que se han publicado datos, el porcentaje de mujeres que perciben su salud como muy buena o buena es más bajo que el de los hombres (Gráfico 3). Esta diferencia asciende en España a 5,5 pp (68,5% de las mujeres y 74% de los hombres), una brecha ligeramente mayor que las observadas en Alemania y los países nórdicos. 


Las diferencias son más notables cuando se divide la población por quintiles de renta. En España, aproximadamente dos tercios de las personas (65,2%) incluidas en el 20% de ingresos más bajos (primer quintil) perciben su salud como muy buena o buena. Este porcentaje es más alto que los correspondientes en Alemania (51,4%), Finlandia (57%), Dinamarca (57,9%) y Suecia (62,8%) (Gráfico 4). 


Por el contrario, cuando se pone el foco en la población más acomodada (último quintil), el porcentaje de españoles que califican su salud como muy buena o buena es similar al que registran alemanes (78%), daneses (81,5%), suecos (81,9%) o finlandeses (82,1%) (Gráfico 4). Por tanto, las diferencias entre la salud autopercibida de los grupos de población más ricos y más pobres son menos significativas en España que en la mayoría de los países europeos. Que una proporción comparativamente alta de la población española con menores ingresos esté satisfecha con su salud es, sin duda, una buena noticia que merece ser destacada. Al fin y al cabo, la percepción de la propia salud es un indicador de bienestar, que, junto con otros muchos, debería tenerse en cuenta en los  análisis de la desigualdad social. Ahora bien, si se analizan más detenidamente las diferencias dentro de los quintiles de renta, cabe resaltar que la brecha de género es mayor en el grupo que reúne a las personas más desfavorecidas económicamente. Así, el 70% de los varones del primer quintil califican su salud como muy buena o buena, mientras que esta misma opinión solo la manifiestan el 60,9% de las mujeres del mismo quintil (Gráfico 5). En el grupo de mayor renta (quinto quintil), las diferencias son mucho menores (el 81% de los hombres y el 79,1% de las mujeres están satisfechos con su salud). 

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