La Encuesta Europea de Salud tiene como objetivo proporcionar información armonizada de ámbito europeo sobre morbilidad percibida, uso de servicios sanitarios, determinantes de salud y actividades preventivas. Se trata de un estudio transversal que se realiza cada cinco años y es de ámbito europeo. La última ola de este estudio en nuestro país, la Encuesta Europea de Salud España se realizó en 2014 (EESE-2014) y en ella participaron 22.842 personas.
El análisis de la información que proporciona esta encuesta muestra una peor salud de las mujeres que viven en España en comparación con lo que se observa en los hombres. Los datos revelan que las mujeres tienen una peor situación en todas las variables analizadas.
Gráfico 1
(*) Diferencias estadísticamente significativas.
Fuente: Elaboración propia a partir de los datos de la EESE-2014.
En primer lugar, más mujeres que hombres perciben su propia salud como “mala” y, también, la prevalencia autodeclarada de enfermedades crónicas o dolencias de más de 12 meses de evolución es más frecuente entre las mujeres.
Por otro lado, uno de los aspectos más sustantivos a la hora de valorar el estado de salud de las personas está relacionado con la limitación de las actividades cotidianas a causa de dolencias o enfermedades y también con el dolor físico que sienten las personas. En la EESE-2014 una proporción mayor de mujeres que hombres declaran tener una limitación importante para la realización de las actividades cotidianas y, también, manifiestan en mayor medida sentir un grado de dolor relevante.
Por último, este estudio aborda la prevalencia de enfermedad mental medida a través del cuestionario Patient Health Questionnaire con 8 preguntas específicas. De nuevo, la prevalencia de sintomatología característica de problemas de salud mental es mucho mayor entre las mujeres que la que se observa en hombres.
En conjunto, los datos que ofrece la EESE 2014 están en consonancia con la literatura científica y otros estudios que tradicionalmente han venido señalando que la salud de hombres y mujeres es distinta. Estas diferencias tienen su origen en el hecho de que hombres y mujeres son biológicamente son distintos y, además, también en que los hombres y las mujeres tienen comportamientos con respecto a su salud distintos.
«Los determinantes sociales de la salud ayudan a entender los resultados diferenciales en salud derivados de cuestiones sociales y no exclusivamente biológicas y permiten la elaboración de políticas de salud pública orientadas a moldear estas diferencias».
La Organización Mundial de la Salud (OMS) define “desigualdades en salud” como las “las diferencias de salud evitables o remediables entre los grupos de población definidos social, económica, demográfica o geográficamente”. El enfoque de género en salud se aproxima a las desigualdades en la salud de hombres y mujeres desde esta perspectiva: las diferencias se derivan no sólo de cuestiones biológicas, también de la distinta posición en la estructura social de hombres y mujeres, que deriva en vulnerabilidades de salud diferenciales. El término “género” hace referencia a una categoría sociocultural que implica condiciones diferenciales y desigualdades de carácter psicológico, social, cultural y económico. Estas desigualdades son aprendidas y reproducidas socialmente mediante un mecanismo llamado “socialización de género”. Según esta aproximación, los roles que desempeñan mujeres y hombres y que reproducen las desigualdades entre ambos están basados en patrones educativos y son, por tanto, evitables y solventables.
La encuesta EESE-2014 también aporta información sobre estilos de vida y determinantes sociales de la salud que podemos relacionar con los roles de género. Se recogen datos sobre el Índice de masa corporal (ICM) —que informa acerca de la desviación de la población con respecto al “normopeso”—; el hábito tabáquico, el consumo de alcohol, los hábitos alimentarios, la práctica de ejercicio físico, el apoyo social y la carga de cuidados informales a personas dependientes.
El análisis de los determinantes de la salud muestra que, de forma general, los hombres tienen un estilo de vida comparativamente menos saludable en lo relacionado con el hábito tabáquico, el consumo de alcohol y la alimentación, mientras que las mujeres soportan en mayor medida el cuidado de mayores dependientes y son más sedentarias. El análisis de las variables relacionadas con el apoyo social subraya que no hay diferencias entre hombres y mujeres en ninguno de los indicadores analizados.
En resumen, los datos del estudio EESE-2014 señalan peores condiciones de salud en las mujeres que en los hombres y diferencias en los determinantes de la salud recogidos en la encuesta. Los indicadores de morbilidad analizados muestran que ellas tienen peor salud en todas las variables. La autopercepción de la salud de las mujeres es peor, declaran tener dolencias crónicas con mayor frecuencia. Las mujeres también sufren en mayor medida limitación física para la realización de las actividades cotidianas y dolor intenso y reportan peor salud mental que los hombres. Sin embargo, el estilo de vida de los hombres es comparativamente peor, salvo en lo relacionado con la actividad física y el cuidado de personas dependientes.
La evidencia científica muestra, de forma global, diferencias en términos de salud relacionadas con elementos sociales como los roles de género que se materializan, por ejemplo, en que las mujeres asuman, en mayor medida, el cuidado de dependientes. En este sentido, cabe señalar que los determinantes sociales de la salud ayudan a entender los resultados diferenciales en salud derivados de cuestiones sociales y no exclusivamente biológicas y permiten la elaboración de políticas de salud pública orientadas a moldear estas diferencias. Desde el ámbito de la salud pública en nuestro país existen iniciativas que señalan la necesidad de desarrollar sistemas de vigilancia de estos determinantes sociales de la salud como si se tratara de cualquier otra exposición de riesgo para la salud, y tal y como se hace con las enfermedades infecciosas, por ejemplo. El objetivo final de estas aproximaciones es reducir las desigualdades de salud recogiendo información y desarrollando políticas sociales y sanitarias acordes a la realidad de cada sociedad.
Más información en el artículo ‘Desigualdades de género en salud. Un análisis descriptivo de la salud de los españoles y las españolas’, publicado en Panorama Social, número 27.