La conciliación empleo/familia ha ido ganando peso como asunto central en toda Europa y entronca con algunos de los debates más importantes de nuestras sociedades contemporáneas. Nuestra investigación ha querido contribuir a analizar estos desafíos y para ello hemos realizado, en primer lugar, un diagnóstico de cuáles han sido los cambios más importantes, en perspectiva temporal, tanto socio-demográficos como en las trayectorias laborales de las mujeres. En segundo lugar, hemos analizado en qué medida las políticas públicas han tenido capacidad para adaptarse a estos cambios.
La situación de muy baja fecundidad en la que nos encontramos viene acompañada de profundos cambios tanto en la estructura familiar como en actitudes, sobre todo de las generaciones más jóvenes. Tomados en su conjunto, estos cambios proyectan una sociedad cada vez más secular y más alejada de los valores conservadores y tradicionales que con frecuencia todavía se le otorgan. La masiva incorporación de las mujeres a la fuerza laboral a partir de 1994 es probablemente la transformación más profunda, que llega aproximadamente una década más tarde al acceso generalizado de las mujeres a la universidad. Precisamente, son las cohortes de joven y mediana edad (25-49) las que protagonizaron el aumento más fuerte con patrones de permanencia cada vez menos dependientes de su situación familiar.
En perspectiva comparada, destaca la celeridad con la que se han producido estas y otras transformaciones sociales, como un intento desesperado por recuperar el tiempo perdido. Sin embargo, es precisamente esta rapidez en consolidar cambios profundos que en la gran mayoría de sociedades avanzadas han transcurrido lentamente a lo largo de décadas, incluso siglos, lo que nos confiere en muchas ocasiones una fragilidad extrema. Así, avances notables en determinados ámbitos del Estado de Bienestar tienen un alcance limitado tanto por el insuficiente esfuerzo de gasto, más acusado a partir del 2008, como por la preocupante precarización de nuestro mercado laboral.
«La muy significativa labor legislativa [en materia de protección laboral y de seguridad social]queda eclipsada en cierta medida por niveles de gasto público y coberturas muy insuficientes que evidencian la existencia de importantes brechas de inequidad de género y socioeconómicas».
El marco de protección laboral y de la seguridad social ha evolucionado hacia un sistema garantista, más igualitario e inclusivo. Se han mejorado las condiciones, se ha reconocido al padre como sujeto de pleno derecho, se ha ido equiparando la filiación biológica y la no biológica y se han incorporado problemáticas sociales de alta complejidad ignoradas hasta el momento, como es la violencia de género, la discapacidad y el padecimiento de enfermedades graves en la infancia. No obstante, esta muy significativa labor legislativa está —en cierta medida— eclipsada por niveles de gasto público y coberturas muy insuficientes que evidencian la existencia de importantes brechas de inequidad de género y socioeconómicas.
Considerando primero las diferencias entre mujeres y hombres, el porcentaje de varones que se acogen a la excedencia por cuidado de hijos se sitúa en torno al 6% y los que solicitaron la reducción de la jornada laboral apenas superan un 3% del total de ocupados con hijos a cargo. Es decir, aunque el número de padres que se acoge a permisos parentales ha aumentado en los últimos años, la conciliación entre la vida laboral y la familiar continúa teniendo nombre de mujer. Sin embargo, la brecha entre mujeres con buenos trabajos y alto nivel de estudios y mujeres con trabajos menos buenos y bajo nivel de estudios ha ido creciendo en paralelo a la incorporación de las mujeres al mercado laboral y repercute directamente en la capacidad de disfrutar de los actuales mecanismos de conciliación. Por ejemplo, el hecho de que el permiso parental no sea remunerado introduce un elemento de inequidad entre familias de distintos niveles socio-económicos. Las mujeres con niveles educativos más altos tienen hasta 15 puntos porcentuales más probabilidades de hacer uso del permiso parental y durante más tiempo que las mujeres con mujeres educativos inferiores. Probablemente un mayor nivel de renta familiar les permite, con mayor facilidad, sacrificar ingresos para ganar en tiempo de cuidado de sus hijos. Algo similar sucede con la reducción del tiempo de trabajo. Varía en función del género, pero también en función del nivel educativo. Cuanto mayor es el nivel de estudios mayor es la propensión a reducir el tiempo de trabajo y eso es válido tanto para varones como para mujeres. Esta preocupante segregación ocupacional (más pronunciada entre mujeres que entre varones) alerta sobre la idoneidad de soluciones uniformes que acaban pronunciando aún más las diferencias.
«Los elevados niveles de temporalidad y desempleo unido a las reducciones presupuestarias impuestas por las políticas de austeridad han desacelerado el ritmo lento pero sostenido de mejora de las políticas relacionadas con la conciliación».
Los elevados niveles de temporalidad y desempleo, unidos a las reducciones presupuestarias impuestas por las políticas de austeridad, han desacelerado el ritmo lento pero sostenido de mejora de las políticas relacionadas con la conciliación. Entre 2008 y 2014, el número de excedencias para cuidado de hijas e hijos se redujo un 17%. Gastamos en política familiar un 1,5% de nuestro PIB frente al 3% y 4% de países como Reino Unido, Suecia o Francia. Los servicios de atención a la primaria infancia han sufrido una regresión hacia viejos modelos asistencialistas donde su extensión está directamente relacionada con una reducción en la calidad.
Cuando hablamos de conciliación, hablamos de baja natalidad, de la organización social del cuidado, de la emancipación de los jóvenes, de igualdad de género y de igualdad de oportunidades. Hablamos del bienestar de personas y familias. Hablamos de libertad. No existe una única fórmula, una sola política capaz de abordar toda esta complejidad. Con el panorama social que nos ha dejado estos largos años de recesión, repensar y coordinar políticas transversales es cada vez más necesario ¿para cuándo el debate?
El estudio ‘Empleo y maternidad: obstáculos y desafíos a la conciliación de la vida laboral y familiar’, editado dentro de la colección Estudios de la Fundación está disponible aquí.
Vea aquí la videoentrada sobre este tema.