La exportación es una actividad compleja para las empresas con elevados costes fijos irrecuperables que, además, difieren según el destino y el tipo de bien exportado. Las barreras al comercio derivadas de estos costes son especialmente severas cuando las empresas no cuentan con experiencia previa en la actividad exportadora o cuando, teniendo ya experiencia en este ámbito, pretenden abrir nuevos mercados o introducir nuevos productos. En cambio, las citadas barreras son más débiles cuando se persigue aumentar las ventas de un producto que ya se está exportando a un determinado destino.
La presencia de importantes obstáculos a las exportaciones explica que la proporción de empresas que participan en el comercio internacional sea sorprendentemente baja en muchos países y que, además, un reducido número de ellas esté detrás de la mayor parte de las exportaciones, como pone de manifiesto la literatura especializada (véase, por ejemplo, Eaton et al., 2011). En concreto, en el caso de España, sólo el 3,5 por ciento de las empresas exportadoras representa el 88 por ciento del valor de la exportación de bienes en 2015. Además, la fuerte concentración también queda patente cuando comprobamos que las 5, 50 y 500 principales empresas exportadoras suponen, aproximadamente, el 10, 33 y el 60 por ciento, respectivamente, del valor de las exportaciones españolas de bienes en 2015.
La inmensa mayoría de los países han desarrollado programas de fomento de las exportaciones que tratan de facilitar el acceso de sus empresas a los mercados foráneos y consolidar su posición. Tradicionalmente, los gobiernos de los distintos países han diseñado políticas de promoción de exportaciones instrumentadas mediante subsidios, seguros y avales a la exportación, así como a través de estímulos fiscales y financieros. La evidencia acumulada con el paso del tiempo ha mostrado que todas estas actuaciones son insuficientes para superar las trabas a las que se enfrentan las empresas en los mercados internacionales, lo que ha llevado a muchos gobiernos a emprender otros programas de promoción de las exportaciones que, junto a la asistencia proporcionada por organismos o asociaciones del sector privado, han tratado de alcanzar una mayor eficacia a la hora de penetrar en los mercados exteriores e intensificar las ventas externas.
«La evidencia disponible para el caso español permite concluir que la presencia de oficinas regionales en los mercados de destino tiene un efecto positivo sobre las exportaciones y que la magnitud de dicho efecto es mayor que el impacto ejercido sobre las exportaciones por las embajadas y consulados de España en el exterior».
La implicación de los gobiernos en el fomento del comercio exterior a través de agencias de promoción de las exportaciones (APE) se justifica por la existencia de fallos de mercado, tales como la ausencia de información perfecta o la existencia de externalidades, que impiden o dificultan el proceso de internacionalización de las empresas. Los análisis empíricos iniciales no avalaron la eficacia de estos organismos. En cambio, la evidencia encontrada en los últimos años, tanto desde la vertiente macroeconómica como microeconómica, es más favorable (una visión panorámica puede encontrarse en Gil-Pareja, Llorca-Vivero y Martínez-Serrano, 2017).
Los estudios que adoptan el enfoque macroeconómico usan datos agregados y flujos de comercio bilaterales de países o regiones. En su conjunto estos trabajos encuentran efectos positivos tanto de los recursos financieros dedicados a la promoción de las exportaciones como de las actividades que, en este sentido, se llevan a cabo a través de las representaciones diplomáticas, las agencias de promoción de las exportaciones (nacionales o regionales) y las visitas de Estado y misiones comerciales.
Los trabajos que adoptan el enfoque microeconómico se centran en el impacto de las actuaciones de promoción de las exportaciones sobre las empresas beneficiarias. Nuevamente, casi todos los estudios encuentran un efecto positivo y, además, en línea con lo que cabía esperar, el impacto estimado es mayor en el caso de las empresas más pequeñas, cuando las empresas se introducen por primera vez en la actividad exportadora o tratan de penetrar en nuevos mercados (países o productos) y cuanto mayor es el grado de diferenciación de los productos exportados.
En España las acciones directas de promoción de las exportaciones se han articulado tanto en el ámbito nacional como regional. La evidencia disponible para el caso español permite concluir que la presencia de oficinas regionales en los mercados de destino tiene un efecto positivo sobre las exportaciones y que la magnitud de dicho efecto es mayor que el impacto ejercido sobre las exportaciones por las embajadas y consulados de España en el exterior. Además, y en línea con los estudios realizados con datos de otros países, el efecto de las oficinas regionales opera principalmente a través del margen extensivo, esto es, a través del número de productos exportados y del número medio de transacciones empresariales por producto. Por último, cabe destacar que la magnitud del efecto es mayor cuando las oficinas están ubicadas fuera del Espacio Económico Europeo y que sus efectos se incrementan a lo largo del tiempo en el que las mismas están en funcionamiento.
Esta entrada es un resumen del artículo Las agencias de promoción de las exportaciones: una visión panorámica, publicado en el número 258 de Cuadernos de Información Económica. Puede acceder aquí al sumario y la descarga de la revista.