Por segundo mes consecutivo la inflación disminuyó en octubre bastante más de lo previsto. En Funcas esperábamos una caída hasta el 0,4%, pero esta ha llegado hasta -0,1%. Ha sido uno de los mayores errores de predicción del IPC que yo recuerde. Las mayores desviaciones se produjeron en los alimentos no elaborados y en los servicios, que, como se ve en el gráfico superior izquierdo, registraron variaciones mensuales muy inferiores a las de un año antes.
No es la primera vez que en España tenemos una inflación de los precios de consumo negativa. Esto ya sucedió en la mayor parte de los meses de 2009 y fue consecuencia de la conjunción de diversos factores, básicamente el debilitamiento que se estaba produciendo en la demanda de bienes y servicios de consumo y la fuerte caída de los precios de las materias primas en los mercados internacionales, tanto las agrícolas como las industriales y especialmente el petróleo. Entonces, al calor de la grave recesión que sufría la economía española, se empezó a hablar de la posibilidad de caer en la tan temida deflación. Los argumentos que dábamos en contra de que se produjera tal fenómeno eran que la caída de los precios no era generalizada ni persistente, que las causas eran fundamentalmente externas (deflación importada, ya que la inflación generada por la economía española, es decir, el deflactor de los precios del PIB no caía) y que los modelos de previsión (este sería el argumento más débil) apuntaban al alza.
La situación de ahora se parece mucho a la de entonces, por lo que hay que descartar la deflación, aunque hay novedades. Los parecidos son que la demanda de consumo, aunque empieza a desperezarse, sigue en niveles muy bajos; que de nuevo los precios de las materias primas están cayendo (un 7% el petróleo y un 17% los de las materias primas en tasa interanual); que el descenso de los precios no es generalizado, ya que afecta apenas a una tercera parte de las 126 subclases (la máxima desagregación que da el INE) de la cesta de la compra; y que el deflactor del PIB no cae. Las novedades son: i) a la bajada general de los precios de las materias primas se une ahora la “normalización” de los precios de los alimentos frescos (fundamentalmente frutas) tras las fuertes subidas entre abril y agosto debidas a las malas condiciones meteorológicas; ii) desde julio último se están descontando varios efectos escalón producidos un año antes por las subidas de algunos precios administrados (medicamentos, tasas de la enseñanza) y del IVA; y iii) los costes laborales por unidad producida registran de forma general y persistente una notable caída, que permite reducir los precios finales, sobre todo de los servicios, que son los más intensivos en mano de obra. Precisamente una novedad histórica (al menos desde que el INE comenzó a hacer el IPC) es que la inflación de los servicios (la bestia negra tradicional de la inflación en España) ha pasado a ser negativa, aunque sólo sea un -0,01% [gráfico superior derecho].
Fuentes: Eurostat, INE y Funcas (previsiones IPC).
Gráficos elaborados por A. Laborda.
La suma moderación de la inflación en España hay que valorarla positivamente. En primer lugar, en un contexto de bajada de los salarios nominales y rentas de los autónomos, permite que los hogares no pierdan demasiado poder adquisitivo, algo importante cuando el consumo empieza a moverse al alza. En segundo lugar, sigue siendo necesario tener una inflación menor que la del resto de países de la zona euro para ajustar el desequilibrio que se generó desde el inicio del euro hasta bien entrada la crisis, con persistentes diferenciales positivos de inflación que mermaron la competitividad de los productos españoles. A esto se le llama devaluación interna y hay muchos que se resisten a ella. Es una medicina amarga, como la de reducir la deuda, pero no hay más remedio que tomarla. Tomar falsos atajos o medidas en contra sólo serviría para prolongar la crisis.
Al incorporar los datos del IPC de los dos últimos meses y la moderada bajada que ha registrado el precio del petróleo, las previsiones para los siguientes han cambiado mucho. En el gráfico inferior derecho se muestran las realizadas dos meses atrás y las actuales. Las primeras apuntaban a que este año cerraría con una inflación del 1,4% en diciembre, tasa que las nuevas reducen al 0,2%. No se contempla deflación, por tanto. Para diciembre del próximo año, siempre que los precios del petróleo y otras materias primas no se desvíen significativamente de sus niveles actuales, la tasa se situaría en el entorno del 1%.
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Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).