Todos los ciudadanos españoles empezamos estos días el reto, individual y colectivo, de confinarnos en nuestras casas restringiendo al máximo las salidas al exterior. Para cada uno de nosotros esta situación implica un desafío relacional particular, puesto que mientras que para unos supone lidiar con la soledad, para otros pasa por afrontar las dificultades de la convivencia en condiciones muy exigentes. Además, a este cambio se le suma la necesidad de reajustar la relación con el trabajo, incluso su pérdida, y la atención a los dependientes menores y mayores, tanto cuando se convive con ellos como cuando hay que organizar esos cuidados en la distancia.
Los datos de la Encuesta Continua de Hogares nos ayudan a trazar un panorama de las formas de convivencia en que los residentes en España afrontan las medidas de aislamiento. De los últimos datos publicados de esta encuesta, referidos a 2018, se desprende que la convivencia con otros familiares es la situación más frecuente entre los residentes en España, por encima de otras, como vivir solo o vivir con personas que no son parientes. Cinco de cada seis personas (de todas las edades) viven en hogares familiares, una de cada 10 en hogares unipersonales y solo tres de cada 100 conviven con otras personas que no son familiares directos (gráfico 1).
Gráfico 1
Un grupo especialmente vulnerable ante la situación de aislamiento puede ser el de mayores que viven solos. Tal y como se desprende de la información recogida en el gráfico 2, uno de cada cuatro mayores de 64 años vive en un hogar unipersonal, cifra que se traduce en más de dos millones y medio de personas. Esta situación es muy habitual entre las mujeres de edad avanzada, debido a la mayor longevidad femenina. El porcentaje de mujeres entre 65 y 69 años que viven solas es del 20% y crece hasta el 45% en el grupo de 85 años y más. Aunque muchas de estas personas disfrutarán de autonomía suficiente para gestionar el aislamiento, otras, sobre todo las de más avanzada edad, puede que necesiten de especial atención durante el confinamiento. Baste apuntar, para dar una idea de la magnitud del reto social, que en España el total de personas mayores de 80 años que viven solas es de 850.000.
Gráfico 2
En todo caso, la mayor parte de los mayores convivirán con sus parejas durante el aislamiento (54%) y en algunos casos también con sus hijos (13% del total) (gráfico 3). Por otra parte, un 8% vive sin pareja pero con hijos y un 11% en otro tipo de hogares familiares. Además, aunque no esté recogido en los datos de la Encuesta de Hogares, cabe resaltar que, según datos del Censo de 2011, más de 270.000 personas viven en residencias de mayores. Este grupo tendrá que enfrentar unas nuevas condiciones de convivencia y distancia social sin las visitas de sus familiares.
También la convivencia en pareja es la situación más frecuente entre la población adulta de 35 a 64 años, aunque hay diferencias entre los que tienen entre 35 y 54 años y los de 55 a 64 años. La convivencia de la pareja con hijos es mucho más habitual entre el primer grupo (casi seis de cada 10 del total), mientras que en el segundo la emancipación de los hijos se hace notar y solo cuatro de cada 10 pasan el aislamiento con su pareja e hijos (gráfico 3). Otros compartirán el confinamiento exclusivamente con sus parejas: uno de cada 10 (11%) entre los 35 y 54 años, y algo más de uno de cada cuatro (27%) entre los 55 y los 64 años.
Gráfico 3
En el grupo de 25 a 34 años nos encontramos con las situaciones más heterogéneas debido a que este grupo se compone en buena medida de jóvenes que ya se han emancipado y otros que aún no lo han hecho. Mientras que algunos viven con otras personas ajenas al núcleo familiar (5%), solos (9%), en pareja sin hijos (18%) o en hogares con hijos menores de 25 años (27%), aún un 18% de los jóvenes en este tramo de edad reside en hogares con una pareja e hijos mayores de 25 años y un 7% en hogares de un progenitor y un hijo mayor (gráfico 3).
Durante las próximas semanas una situación especialmente difícil organizativamente puede ser la de las personas en hogares monoparentales. El 9% de la población en España vive en hogares con un progenitor y sus hijos, aunque solo un 5% del total se corresponde con hogares monoparentales con hijos menores de 25 años. Esta forma de convivencia es más frecuente entre las personas entre 45 y 54 años (6%). Uno de cada 10 menores de 15 años vive en este tipo de hogares, y uno de cada seis jóvenes entre 15 y 24 años.
Por último, debe apuntarse que el confinamiento puede ser especialmente arduo para los niños más pequeños. En España viven casi 6 millones de niños de 12 años o menos. Es asimismo excepcional la situación convivencial de las familias que en estas circunstancias inician su paternidad. A pesar de la caída de la natalidad, el número mensual de nacimientos en España se sitúa entre los 25.000 y 30.000. No cabe duda de las circunstancias extraordinarias en que estas familias iniciarán una nueva etapa vital, con restricciones a la movilidad y sin el apoyo presencial de los familiares desde fuera del hogar.
La pandemia causada por el COVID-19 obliga a las sociedades a reorganizarse en todos los ámbitos. Además del desafío al que se enfrentan los Estados del Bienestar y las empresas, cada familia afronta un reto de convivencia propio. El hecho de que esa partida se juegue en la privacidad de los hogares no resta importancia a sus consecuencias en términos de bienestar social, sobre todo, si, tal y como cabe esperar, el confinamiento se alarga.
Fuente de los gráficos: Elaboración propia a partir de Encuesta Continua de Hogares (2018).