El PIB creció un 3,2% en 2016, según datos, no lo olvidemos, aún provisionales. A finales de 2015, las previsiones de consenso apuntaban a un crecimiento del 2,7%, de modo que el resultado final ha superado ampliamente las expectativas. La diferencia con respecto a la previsión no ha procedido de un comportamiento de la demanda nacional mejor de lo esperado, ya que esta creció en línea con lo previsto, un 2,9% (si bien su composición ha sido algo diferente de lo esperado, con un crecimiento mayor del consumo, y menor de la inversión). Tampoco ha sido consecuencia de un comportamiento de las exportaciones mejor de lo anticipado: se preveía un 5,3%, y estas crecieron un 4,4%, en cualquier caso un resultado extraordinario en un contexto de crecimiento de las exportaciones mundiales inferior al 2%.
GRÁFICO 1
Fuente: INE.
Ha sido el escaso crecimiento de las importaciones, muy inferior a lo que se esperaba, un 3,3% frente a unas previsiones del 6,2%, lo que explica el mayor crecimiento del PIB con respecto a las previsiones. Si estas apuntaban, en suma, a una aportación negativa del sector exterior al crecimiento, el resultado final ha sido una aportación positiva de 0,5 puntos porcentuales. Dese 1998, la aportación del sector exterior nunca fue tan elevada con un crecimiento de la demanda nacional del orden del registrado el pasado año (ver gráfico). Solo fue igual (o mayor) durante los años de crisis, en los que las importaciones caían como consecuencia del desplome de la demanda interna, mientras que las exportaciones continuaban avanzando. Si este patrón se mantuviera en adelante, supondría un cambio estructural de gran transcendencia, aunque evidentemente puede tratarse tan solo de un comportamiento puntual que se sale momentáneamente de la norma.
La remuneración media por asalariado creció un 0%, pero gracias al descenso de los precios al consumo del 0,2%, un año más se reducen los costes laborales unitarios sin que ello haya supuesto una merma en la capacidad adquisitiva de los asalariados.
Otro elemento destacable ha sido la ralentización de la inversión en bienes de equipo y productos de la propiedad intelectual, que creció un 4,3%, sensiblemente por debajo de las tasas observadas los dos años anteriores. En cualquier caso, es un buen dato, y supone un nuevo incremento de su peso sobre el PIB. Ya representa el 10%, por encima de la media de los años anteriores a la crisis. Y si la comparación con dicho periodo la hacemos a precios constantes, la diferencia es aún mayor, ya que el crecimiento del deflactor de este componente de la demanda ha sido muy inferior al del deflactor del PIB.
La remuneración media por asalariado, en los términos de la Contabilidad Nacional, creció un 0%, pero gracias al descenso de los precios al consumo del 0,2%, esto ha hecho posible un año más reducir los costes laborales unitarios sin que ello haya supuesto una merma en la capacidad adquisitiva de los asalariados. Esto, evidentemente, como media: habrá situaciones individuales de todo tipo. El sector manufacturero acumula una reducción de los CLU de casi el 15% desde 2009. Sin duda este ajuste es responsable en gran medida de la fuerte creación de empleo, el intenso proceso inversor y la positiva evolución del sector manufacturero (que está aumentando su peso sobre el PIB) de los últimos años.