Esta semana conocimos los datos de comercio exterior de mercancías de marzo. En la coyuntura actual estos datos son muy importantes, tanto los de las exportaciones como los de las importaciones. En el primer caso, porque muestran la evolución del principal motor de la economía española durante la crisis, las exportaciones, que sufrió una pérdida de potencia durante el segundo semestre del pasado año. En el segundo, porque el mayor o menor dinamismo de las importaciones es uno de los mejores indicadores de la evolución de la demanda interna, que ya muestra signos de recuperación. Los datos mensuales de comercio exterior son muy erráticos y volátiles, y así son los de marzo, por lo que es más significativo analizar los del primer trimestre en su conjunto.
El valor de las exportaciones, corregido de factores estacionales, se mantuvo en el primer trimestre al mismo nivel del trimestre anterior. Por su parte, los precios, aproximados por los índices de valores unitarios, descendieron un 2%. Por tanto, el aumento intertrimestral en volumen (a precios constantes) fue del 2%. Con ello cambia la tendencia a la baja de los dos trimestres anteriores. Este cambio también se detecta en las tasas interanuales, que de un modesto crecimiento en volumen del 1,8% en el cuarto trimestre del pasado año pasan al 3% en el primero del actual [gráfico superior izquierdo]. En cualquier caso, son tasas moderadas que reflejan la debilidad por la que atraviesa el comercio internacional. De hecho, el crecimiento de las exportaciones de la zona euro y de la UE es inferior al de las españolas. Como se ve en el gráfico superior derecho, esta debilidad se debe a la caída de la demanda de los países No-UE, especialmente de los emergentes. En cambio, al calor de la desigual recuperación de las economías europeas, las exportaciones a la UE muestran un crecimiento notable que contrarresta la tendencia a la baja de las destinadas a países emergentes. Por tipos de productos, destaca el fuerte crecimiento de las de bienes terminados, especialmente bienes de equipo, que son las que dejan en el país un mayor valor añadido.
Fuentes: Mº de Economía.
Gráficos elaborados por A. Laborda.
La recuperación de las exportaciones se queda, sin embargo, muy lejos de la que muestran las importaciones. Su crecimiento trimestral en valor es del 5,4% y alcanza el 9,4% en volumen, ya que los precios disminuyen un 3,7%. Las tasas interanuales en volumen van en aumento, alcanzando un 12,7% en el primer trimestre [gráfico superior izquierdo]. Los grupos de productos que más crecen son los bienes de equipo y los de consumo no alimenticio, con tasas interanuales en volumen del orden del 30% en ambos casos. Lo que hay detrás de estas asombrosas cifras es la fuerte recuperación que están registrando el consumo de bienes duraderos (sobre todo automóviles, que proceden en su mayor parte de la importación) y la inversión de las empresas en capital productivo.
Se confirma, pues, la recuperación de la demanda interna, que supera incluso las perspectivas más optimistas. Tanto que se puede decir que este patrón de salida de la recesión no es normal ni deseable, ya que no es sostenible a medio plazo. Aunque los crecimientos reales de los flujos de comercio exterior que viene estimando la contabilidad nacional en los últimos trimestres son notablemente distintos de los que da el ministerio de Economía debido a que utiliza deflactores diferentes (más crecimiento real de las exportaciones y menos de las importaciones), se puede adelantar que la aportación de los mismos al crecimiento del PIB será bastante negativa en este primer trimestre del año. Es decir, la economía española se ha colocado como locomotora de la zona euro y de la economía mundial debido al fuerte crecimiento de sus importaciones. La verdad es que la economía española no está para actuar de locomotora.
La consecuencia de esta evolución es que el déficit comercial ha cambiado de tendencia y desde mediados del pasado año empieza a aumentar de nuevo, especialmente porque se reduce el superávit con la zona euro [gráficos inferiores]. Durante este primer trimestre el déficit comercial alcanzó los 6.500 millones de euros, un 60,4% más que en igual periodo del año anterior. Sumando los flujos de servicios y transferencias, la balanza de pagos por cuenta corriente aún se mantiene en superávit, pero decreciente. Sin embargo, lo que necesita ahora la economía española es aumentar ese superávit para acabar el proceso de desapalancamiento, es decir, de reducción de la elevada deuda. Sin ello, el recorrido de la incipiente recuperación no llegará muy lejos.
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Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).