No me funciona internet en casa. Supongo que al lector no le interesa la noticia puesto que es, al fin y al cabo, un problema individual del que me tengo que hacer cargo yo. Pero, ¿qué pasaría si internet dejara de funcionar en un tercio de los hogares españoles? ¿Hablaríamos de una acumulación de problemas individuales o se consideraría entonces un problema social?
Desde inicios del siglo XX los sociólogos han intentado ponerse de acuerdo en lo que define a un problema como social. Mientras que algunos dan prioridad a dimensiones objetivas de los problemas, como el número de personas afectadas o la magnitud del daño producido, para otros la perspectiva subjetiva es la fundamental: la conciencia de grupo de la injusticia y gravedad de un asunto sería suficiente para que este tuviera el rango de problema social.
De estas definiciones se han excluido tradicionalmente los problemas personales. Sin embargo, las restricciones sanitarias han provocado tal ruptura de las pautas establecidas de interacción social que toda la población ha tenido que readaptar su vida cotidiana y su relación con los otros. La magnitud del impacto negativo que esto ha podido tener sobre el bienestar de la sociedad llama a cuestionar si algunas dificultades que se perciben como propias del ámbito privado podrían considerarse como un problema social. Algunos datos apuntan en esa dirección.
La información sobre los principales problemas de España que recogen los Barómetros del CIS es muy ilustrativa de cómo han evolucionado las preocupaciones de los españoles durante el año de pandemia. En ellos se pregunta a los entrevistados cuáles son, a su parecer, los tres principales problemas de España y cuáles son los que más les afectan a ellos personalmente. La información que proporcionan estas preguntas cuenta con tres ventajas. En primer lugar, las respuestas son espontáneas, así que los entrevistados tienen libertad para expresar sus principales preocupaciones sin tener que ceñirse a unas opciones predefinidas en un cuestionario. En segundo lugar, el límite de tres problemas en las respuestas les obliga a establecer una prioridad entre todos los posibles. Por último, las diferencias entre los problemas atribuidos a España y los propios permiten comparar las percepciones sobre la situación social con su incidencia en la población.
Como cabía esperar, el carácter multidimensional de la crisis del COVID-19 se ha reflejado en una transformación sustancial de los problemas de España señalados con más frecuencia y la atención ha tenido que dividirse entre distintos tipos de preocupaciones. El papel protagonista que tenían los problemas económicos antes de la pandemia se ha reducido, a la vez que ha aumentado el peso de los problemas relacionados con la sanidad y la salud. En enero de 2020 el 81% de los encuestados citaba al menos un problema económico entre los tres principales de España, cifra que se reducía al 68% un año después (gráfico 1). Por otra parte, los problemas de sanidad y salud han ganado peso entre las preocupaciones de los españoles, desde el 17% de personas que los mencionan en enero de 2020 hasta el 64% en 2021. Mientras tanto, el peso de los problemas políticos se resiste a bajar (del 54 al 52%).
Gráfico 1
Principales problemas de España
Porcentaje de personas que mencionan al menos uno de cada categoría entre los tres posibles, enero de 2020 y enero de 2021
Pregunta: “¿Cuál es, a su juicio, el principal problema que existe actualmente en España? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?”
Gráfico 1
Principales problemas que afectan personalmente a los entrevistados
Porcentaje de personas que mencionan al menos uno de cada categoría entre los tres posibles, enero de 2020 y enero de 2021
Pregunta: “¿Y cuál es el problema que a Ud., personalmente, le afecta más? ¿Y el segundo? ¿Y el tercero?”
Categorías: Problemas económicos: paro, calidad del empleo, vivienda y otros problemas de tipo económico. Problemas políticos: los problemas políticos en general, lo que hacen los partidos políticos, el mal comportamiento de los políticos y otros. Problemas de sanidad y salud: la sanidad, los peligros para la salud, el coronavirus, los problemas de gestión de la vacunación. Problemas del ámbito privado: las preocupaciones y situaciones personales, tener que estar enclaustrado en casa, limitaciones en las relaciones sociales, falta de movilidad, problemas psicológicos derivados de la pandemia, incertidumbres ante el futuro, cambios de hábitos en la vida cotidiana y otros.
Quizás los cambios más llamativos sean los relativos a los problemas que los entrevistados declaran que les afectan personalmente. No hay ninguna sorpresa respecto a la evolución de la preocupación por temas económicos y de salud, que al igual que sucedía con los problemas de España, reducen y aumentan su peso respectivamente. Pero sí llama la atención la evolución de los problemas circunscritos al ámbito privado, que se incrementan muy considerablemente. Mientras que a principios de 2020 solo el 7% de los entrevistados señalaba este tipo de problemas, en enero de 2021 esta cifra se eleva al 29% (gráfico 2). Este cambio se produce, en primer lugar, por el aumento del peso de las “preocupaciones y situaciones personales”, que era el único problema en esta categoría en 2020. Entonces, el 7% de los entrevistados lo citaba, pero sube al 11% un año después. Además, en 2021 se pueden incluir en esta categoría una pluralidad de nuevos problemas inexistentes un año antes: estar enclaustrado en casa (11%), las limitaciones en las relaciones sociales (4%), la falta de movilidad (3%), los problemas psicológicos derivados de la pandemia (2%) o las incertidumbres ante el futuro (2%).
No cabe duda de que el auge de estos problemas supone una pérdida de bienestar generalizada y extendida en la población, de la que el incremento de los problemas de salud mental constituye la expresión más severa. La merma de bienestar puede ser difícil de medir, pero su gravedad es notable. ¿Cuánto supone en puntos del PIB?
Resulta por lo tanto llamativo que estas nuevas preocupaciones no aparezcan en las respuestas sobre los principales problemas de España. Parece que individualmente se entienden como problemas propios y no colectivos. Es decir, que aunque desde una perspectiva objetiva podrían definirse como problemas sociales debido al número de personas que los sufren y la magnitud del daño, desde una definición subjetiva no lo serían puesto que no existe aún conciencia colectiva del problema. Da igual que tres de cada diez personas estén sin wifi, cada uno tiene que llamar a su servicio técnico.
A la crisis del COVID-19 se la describe habitualmente con adjetivos como sanitaria, económica y social. ¿Es también una crisis personal?