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Sopla un nuevo viento de cola

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Los datos detallados de la contabilidad nacional correspondientes al primer trimestre del año, publicados esta semana, confirman que la economía aceleró su crecimiento hasta un 0,8%. Dicha aceleración procedió casi a partes iguales de un mayor crecimiento de la demanda nacional y de una mayor aportación del sector exterior.

Gráfico 1

Fuente: INE.

Con respecto a la demanda nacional, el consumo privado ralentizó su crecimiento debido fundamentalmente al repunte de la inflación. En cualquier caso esta variable presenta desde hace algún tiempo una tendencia de desaceleración que obedece al agotamiento del efecto de algunos factores extraordinarios que la habían impulsado, como la caída del precio del petróleo, la bajada de impuestos y la demanda embalsada durante la crisis.

La pérdida de impulso del consumo privado ha sido más que compensada por el aumento del gasto de las Administraciones Públicas, pero sobre todo por el acusado repunte de la inversión. La materializada en construcción de vivienda creció con fuerza –lo que explica el extraordinario crecimiento del empleo en el sector durante el periodo-, pero lo más importante es el intenso avance de la inversión en bienes de equipo y en productos de la propiedad intelectual.

«Las exportaciones crecieron a un ritmo casi insólito, un 4% intertrimestral. Desde el primer trimestre de 2007 no se había observado una tasa semejante, que procede además de las ventas de bienes y servicios no turísticos, impulsadas por la recuperación de la economía europea y de los países emergentes, pero también por el aumento de nuestra competitividad».

La inversión en bienes de capital se desaceleró notablemente en la segunda mitad del pasado año, e incluso registró un descenso en el último trimestre, que pudo venir motivado, al menos en parte, por el inesperado aumento de los pagos a cuenta del impuesto de sociedades, que podría haber obligado a muchas empresas a posponer sus planes de inversión. Así, dichos planes se habrían llevado a cabo en el primer trimestre de este año, uniéndose a los planificados para dicho periodo, lo que explicaría la magnitud del repunte.

Con respecto al sector exterior, las exportaciones crecieron a un ritmo casi insólito, un 4% intertrimestral. Desde el primer trimestre de 2007 no se había observado una tasa semejante. Además, este crecimiento no ha procedido fundamentalmente del turismo, sino de las ventas de bienes y servicios no turísticos, impulsadas por la recuperación de la economía europea y de los países emergentes, pero también por el aumento de nuestra competitividad. Así lo demuestra el hecho de que, una vez más, nuestras exportaciones de bienes han crecido notablemente por encima del crecimiento del comercio mundial.

Como consecuencia del intenso ascenso de la inversión y de las exportaciones, las importaciones también han crecido con fuerza, dada su elevada elasticidad a dichos componentes de la demanda. Pero en cualquier caso ha sido un crecimiento inferior al de las exportaciones, de modo que la aportación del comercio exterior al crecimiento del PIB ha vuelto ser positiva, y superior a la del trimestre precedente.

En suma, el PIB se acelera, con un menor crecimiento del consumo privado, un mayor crecimiento de la inversión en equipo y una aportación muy positiva del sector exterior, la cual, además, no procede fundamentalmente del turismo. En definitiva, una composición del crecimiento ideal, como hecha por encargo. El punto negativo sigue siendo el escaso crecimiento de la productividad, la otra cara de la moneda de la fuerte creación de empleo, que en el sector de la industria empieza a traducirse en un aumento de los costes laborales unitarios. Se echa en falta una estrategia de política económica destinada a afrontar esta debilidad.

Gráfico 2

Fuente: FMI. (*) Previsión

Dicha composición del crecimiento refleja, por un lado, como ya se ha dicho, el agotamiento de algunos vientos de cola que habrían empujado el consumo privado en los últimos años, pero por otro, el surgimiento de un nuevo y potente viento de cola con el que no contábamos, y que ha echado por tierra las previsiones de desaceleración: la recuperación del crecimiento de la economía internacional. Este, además, impulsa a nuestra economía con mayor fuerza que a otros países gracias a la mejora de nuestra competitividad. Un inesperado viento que dará un renovado empuje a la inversión, al empleo y, de nuevo, al consumo, como ya se empieza a evidenciar en la información disponible relativa al segundo trimestre, que apunta a un crecimiento del 1%.

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