Los indicadores españoles más importantes de la semana han sido el IPC de enero y el IPI de diciembre. Ahora bien, todo el interés y la preocupación estuvo puesto en los mercados financieros internacionales, sobre todo en las bolsas, que continuaron corrigiendo a la baja y acumulan pérdidas históricas en el espacio de unos dos meses desde que se inició el proceso. Hay muchos motivos para explicar este comportamiento, pero también parece que estamos ante una sobrerreacción típica de estos mercados. Simplificando mucho, podríamos decir que se están pinchando muchas burbujas creadas al calor de la enorme liquidez proporcionada por los bancos centrales en todo el mundo y de unas expectativas de crecimiento mundial que no se están cumpliendo, que era la condición para que las cotizaciones alcanzadas en los mercados fueran sostenibles a medio y largo plazo. Los bancos centrales han utilizado medicamentos nuevos que, por motivos obvios (esta es una de las grandes diferencias entre las ciencias experimentales y las sociales), no habían sido testados antes. Además, las dosis administradas son de caballo más que de seres humanos. En este contexto, cualquier evento con dimensión suficiente puede provocar reacciones graves como las que estamos viendo.
Motivos no faltan: uno de los principales motores del crecimiento mundial y el primer demandante de materias primas, la economía china, parece griparse; ello y el exceso de oferta de tales productos y energía creado al calor de unos precios históricamente altos han provocado el hundimiento de sus cotizaciones, arrastrando a los países y compañías productoras; la caída de la inversión en el sector de la energía ha afectado al crecimiento de los EE.UU.; el inicio de la normalización de la política monetaria en ese país también ha contribuido al repliegue de los capitales desde mercados emergentes y activos de riesgo hacia posiciones más seguras en países desarrollados, contribuyendo a depreciar muchas monedas y a que las políticas monetarias hayan tenido que endurecerse en dichos países; como todo queda al descubierto cuando baja la marea, ahora se ve que el saneamiento de los bancos en algunos países europeos no ha sido completo, lo que se agrava al publicar unas cuentas de resultados decepcionantes como consecuencia del estrechamiento de sus márgenes en un contexto de tipos de interés históricamente bajos y de unas mayores exigencias de capital. Por otro lado, los mercados sólo ven las consecuencias negativas de todo esto y no los efectos positivos que la bajada de los precios de la energía y otras materias primas tiene en los países dependientes, como es el caso de Europa.
La cuestión es si estas sacudidas en los mercados financieros están anunciando o pueden desencadenar una nueva recesión global, que es lo que descuentan los mercados. Las incertidumbres son muchas, pero los fundamentos económicos y financieros de las familias, empresas e incluso de las entidades financieras son hoy mucho más sólidos que en 2007. No hay condiciones para que se propague el fuego de forma generalizada. Eso sí, es probable que la economía mundial atraviese una fase de desaceleración más pronunciada de lo previsto. En cuanto a España, su economía está hoy en aguas más resguardadas y con fundamentos mucho más sólidos que en 2007, a falta de dar solución al actual impasse político.
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GRÁFICO 1
(1) IPC excluidos productos energéticos y alimentos sin elaborar.
Fuentes: INE y Funcas (previsiones). -
GRÁFICO 2
Fuentes: INE y Funcas (previsiones).
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GRÁFICO 3
Fuentes: INE y Funcas (previsiones).
La inflación bajó en enero tres décimas porcentuales, hasta el -0,3%, dos décimas porcentuales menos de lo previsto (gráfico 1). La desviación se produjo en el componente de productos energéticos (gráfico 2) y fue debida a una fuerte y errática caída de los precios de la electricidad provocada por la menor demanda y esta, a su vez, por las temperaturas más altas de lo normal. La inflación subyacente, en cambio, se mantuvo en el 0,9% (gráfico 3). Las previsiones, más inciertas que en otras ocasiones por la volatilidad del precio del petróleo, apuntan a que se mantengan las tasas negativas hasta agosto para el IPC total, repuntando posteriormente para acabar el año en el 0,6%. La media anual sería de -0,3%. La inflación subyacente se movería en torno a una media anual del 0,9%.
GRÁFICO 4
Fuentes: M. de Empleo, INE y Markit Economics Ltd.
Otro indicador significativo conocido en la semana fue la producción industrial de diciembre. El dato no fue especialmente bueno, al caer un 0,2% sobre el mes anterior. No obstante, como viene sucediendo desde agosto, esta caída se concentró en el componente de energía, ya que la producción manufacturera aumentó un 0,2%. Tomando medias trimestrales, la producción del cuarto trimestre aumentó un moderado 1,9% en tasa anualizada sobre el trimestre anterior, si bien, dicha tasa se eleva hasta el 5,5% para los sectores de manufacturas. En el conjunto del año, la producción aumentó un 3,3% respecto al año anterior para todo el sector y un 4% para las manufacturas. Las perspectivas para los primeros meses de 2016 se mantienen positivas. Así, el PMI de enero aumentó 3 puntos respecto a la media del cuarto trimestre de 2015 (gráfico 4). También se mantuvo en enero un buen ritmo de crecimiento de los afiliados al sector.