Tanto la economía estadounidense como la de la eurozona están en plena fase de expansión y, por tanto, sus respectivos bancos centrales deben mantenerse atentos para ajustar el tono de la política monetaria al nuevo entorno económico de una manera adecuada.
Aunque la economía estadounidense como la de la zona del euro presentan un ritmo de avance similar, el proceso está más consolidado en los EE.UU., como demuestra la variable utilizada para valorar el distinto punto del ciclo en el que se encuentra una economía, el output gap. Así, según el FMI, en EE.UU., el output gap se cerró en 2015, y se prevé que en 2018 será del 0,7 por 100 del PIB. En cambio, en la eurozona, el output gap en 2017 se estima que todavía es del -0,5 por 100, y no se espera que se cierre hasta 2019. En este contexto, es razonable que el BCE mantenga el tono expansivo de la política monetaria, manteniendo el QE activo, pero que vaya preparando el terreno para un cambio de tono gradual a medida que se afiance la recuperación de la actividad y la inflación.
Aunque las previsiones macroeconómicas son ampliamente compartidas por los analistas, existen un conjunto de riesgos para ambas economías. Entre los riesgos comunes a ambas economías, se citan el elevado volumen de deuda a nivel global, los riesgos de conflictos geopolíticos y auge de políticas proteccionistas, la elevada incertidumbre que rodea las previsiones de inflación y el grado de saturación del mercado de trabajo.
En lo que respecta a los riesgos idiosincráticos de la economía norteamericana, en general, hay dos grandes factores de riesgo a tener en cuenta a corto y medio plazo: los de carácter político, y los de carácter macrofinanciero. La incertidumbre sobre la política económica de Donald Trump, que la Fed suba los tipos de interés de una manera menos gradual y las elevadas valoraciones de los activos financieros estadounidenses son los principales riesgos que a los que se enfrenta la Fed.
Para el caso europeo, la inmadurez de la arquitectura institucional de la zona del euro, el avance del populismo y la desincronización del ciclo económico entre los distintos países de la eurozona aparecen como los principales riesgos. Por último, con la visión puesta en España, el estudio señala que la progresiva subida de tipos del Banco Central Europeo se prevé que tenga un efecto contenido sobre el coste de la deuda pública y la prima de riesgo. De hecho, que la prima de riesgo española se mantenga ligeramente por encima de lo que los fundamentos macroeconómicos sugieren que el sentimiento inversor aún penaliza a los países de la periferia como España. De hecho, esta penalización probablemente sería mayor sin las medidas de política monetaria que está implementando el BCE. Este elemento, por tanto, subraya la importancia de que el proceso de normalización monetaria sea muy gradual y que vaya de la mano de la consolidación de la expansión económica.
Esta entrada es un resumen actualizado del artículo «Retos a los que se enfrentan la FED y el BCE», publicada en el número 155 de Papeles de Economía Española.