La bella ciudad lusa de Sintra acoge un año más, los próximos 1, 2 y 3 de julio de 2024, el Foro de Bancos Centrales, que organiza el BCE. Es una cita obligada para banqueros y analistas, al igual que lo es la de Jackson Hole (Wyoming) de finales de agosto, de la Reserva Federal estadounidense. El contenido de estas jornadas dice mucho de los asuntos que ocupan y preocupan a los banqueros centrales. El Foro de Sintra lleva como leitmotiv La política monetaria en una era de transformación, un guiño implícito al cambio de coyuntura de tipos de interés, pero también al impacto de la tecnología y la inteligencia artificial (IA), entre otros factores de conversión de la economía y la sociedad.
Los bancos centrales llevan desde 2007-2008 en un proceso continuo de cambio y ampliación de sus funciones y competencias. Primero, inyectando una liquidez enorme en los mercados para aplacar los desastres causados por la crisis financiera global y de la deuda soberana europea. Después, para evitar la deflación, una amenaza que fue real muchos años, se apostó por la contra natura de los tipos de interés negativos. Posteriormente, cuando todo el mundo esperaba la normalización de tipos y de las numerosas facilidades extraordinarias de financiación, los bancos centrales tuvieron que seguir actuando expansivamente por la pandemia. Y los últimos años, tras la pandemia y con la guerra de Ucrania, surge una inflación elevada y resistente, que obligó a subir los tipos de una manera inesperada y casi radical a niveles bien por encima de los catalogados como “neutrales”.
Solamente ahora parece que se puede iniciar un ciclo que relaje el precio oficial del dinero. No obstante, el entorno es comprometido para los banqueros centrales. No todos llegan a Sintra con las mismas sensaciones. Hay dos sesiones en las jornadas que se dedican a los fundamentales de los tipos de interés y a la evolución del ciclo monetario, y ahí se evidencian divergencias notables.
Estados Unidos está creciendo por encima de lo esperado y con una inflación que se resiste a llegar al objetivo. Por si fuera poco, unos mercados americanos en pleno hype, en particular con las tecnológicas, que no paran de aumentar su valor de mercado con los riesgos de corrección brusca que implica. La exuberancia casi irracional con el valor de la empresa Nvidia es el caso más extremo. Por todos esos factores, y para evitar reanimar la inflación en una economía sobrecalentada, la Fed de Estados Unidos tiene una hoja de ruta muy compleja para los próximos meses, tras ir demorando la bajada de tipos desde el año pasado, y con un fin de año de gran relevancia política, con las elecciones presidenciales, que pueden traer de vuelta a Donald Trump a la Casa Blanca, algo que tener en cuenta también.
A este lado del Atlántico, el anfitrión en Sintra, el BCE, tiene sus propias tribulaciones. Una economía mucho más taciturna que la americana, con numerosos enigmas tanto a escala coyuntural —inflación, coste de la energía, crecimiento de los salarios— como estructural, con desafíos pendientes para mejorar la competitividad. Por eso, una sesión de las jornadas se dedica a la productividad europea a corto y largo plazo, donde queda mucho por hacer.
Hay incertidumbre sobre si el impacto de la IA nos acercará (o nos alejará) de Estados Unidos y China. También por los resultados de las elecciones europeas y las elecciones anticipadas de Francia, que han vuelto a recordarnos la pesadilla de las primas de riesgo, donde preocupa sobre todo el país galo. La autoridad monetaria de Fráncfort continúa evitando que las rentabilidades de la deuda soberana europea vuelvan a convertirse en el quebradero de cabeza que fueron en 2012. Eso sí, el BCE ya ha comenzado las reducciones de tipos, algo que puede impactar en una depreciación con respecto al dólar.
Esa diferente coyuntura a la que se enfrentan los dos principales bancos centrales se reflejará en los mensajes que Christine Lagarde y Jerome Powell transmitan sobre que harán con los tipos de interés. Coincidirán en que sus decisiones las toman reunión a reunión y a partir de la información disponible en cada momento. Difícil que coincidan en mucho más.
Los otros temas que trata el Foro reflejarán visiones distintas también. Se va a hablar de la biodiversidad, algo que parece preocupar mucho más en nuestro continente que en otras zonas del mundo. El intenso papel del BCE y la regulación financiera en potenciar la transición energética podría cambiar con la nueva legislatura europea, a la luz de las declaraciones de algunos de los partidos que lograron una mayor representación. El BCE seguirá supervisando la huella de carbono —entre otros indicadores— de los créditos e inversiones bancarias, pero quizás los objetivos del propio proceso de transición energética pasen a ser menos perentorios.
Se hablará también del sistema financiero internacional, único lugar donde se podría hablar de la economía y finanzas de los países en desarrollo, siempre un gran olvidado en estos foros. Por último, llama la atención (o, mirándolo con algo de ironía, quizás no) que no se vaya a tratar la cuestión de las monedas digitales, como el euro o dólar digital. El impulso político es bastante mayor en el caso del primero que en el segundo, pero quizás la mucha incertidumbre sobre las divisas digitales justifique no incluir un tema hasta que se considere que está más maduro.
Este artículo se publicó originalmente en el diario Cinco Días