Como es habitual tras la publicación de la contabilidad nacional trimestral, la mayoría de analistas de la coyuntura hemos procedido en las últimas semanas a revisar nuestras previsiones macroeconómicas para el año en curso y el próximo. En general, estas previsiones están siendo algo más optimistas que las realizadas meses atrás. La última encuesta a las diecinueve instituciones a las que Funcas pide sus cifras cada dos meses, publicada esta semana, arroja una caída media del PIB del 1,3% en 2013, dos décimas menos que en la encuesta anterior. Esto se traduce en un retroceso del empleo del 3,2%, igualmente dos décimas menor. Para 2014 el crecimiento del PIB se mantiene en el 0,7%, aunque casi la mitad de los analistas lo revisan al alza, y la caída del empleo se reduce dos décimas respecto a la encuesta anterior, hasta -0,2%. En Funcas somos un poco más optimistas en cuanto al crecimiento del PIB (-1,2% en 2013 y 1% en 2014), aunque unas décimas de más o de menos son poco significativas cuando hablamos de previsiones macroeconómicas en un contexto de gran incertidumbre como el que sigue predominando.
Al comparar las previsiones de los dos años, observamos un cambio importante en la relación entre PIB y empleo. En 2013 la diferencia entre las dos variables (que equivale al crecimiento de la productividad por trabajador) es de 1,9 puntos, mientras que en 2014 se reduce a 0,9 puntos. Ello quiere decir que los analistas no sólo esperan una mejora en el crecimiento del PIB, sino también que este crecimiento se haga más intensivo en empleo, es decir, que el crecimiento necesario del PIB para que se creen puestos de trabajo (umbral de creación de empleo) se reduzca. Los factores que explicarían esta mejora serían, en primer lugar, el propio final de la recesión económica y de los fuertes ajustes de plantillas que la misma ha llevado aparejados y, en segundo lugar, la moderación salarial y las reformas del mercado laboral que se están produciendo.
Las previsiones de consenso de variación trimestral del PIB dan ya cifras positivas a partir del tercer trimestre de este año, aunque muy modestas: una décima porcentual para el trimestre actual y el último de este año, dos décimas para los dos primeros del próximo, tres para el tercero y cuatro para el cuarto. Utilizando la relación comentada entre PIB y empleo prevista para 2014, ello implica que no se espera que empiece a crearse empleo, al margen de variaciones estacionales, hasta el segundo o tercer trimestre del próximo año, y ello en cantidades muy pequeñas. El paro, sin embargo, empezará a reducirse lentamente antes de que empiece a crearse empleo, ya que es previsible que continúe la reducción de la población activa. Aún así, la tasa de paro media anual para 2014 aún se situará en el 26%, solo medio punto por debajo de la esperada para 2013.
Todo ello es indicativo del tipo de recuperación que los analistas de la coyuntura estamos visionando. Una recuperación muy modesta en sus inicios, que los ciudadanos apenas van a notar. Y es que nuestra economía, aunque ya ha logrado desprenderse de buena parte del lastre que la ha arrastrado hasta tierra, aún mantiene mucho de él que va a estar frenando su remontada durante bastante tiempo. El principal es la deuda, que aún debe reducirse notablemente y que merma la capacidad de gasto de las familias y empresas. Otro es el elevado déficit público, cuya corrección no debemos demorarla excesivamente, pues la deuda pública se acerca rápidamente al 100% del PIB y nos hace muy vulnerables en el contexto de la crisis fiscal y financiera que atenaza a Europa. El sector financiero está inmerso en procesos de saneamiento, recapitalización y desapalancamiento que lastran su capacidad de expandir el crédito. En fin, y sin ser exhaustivos, el elevado paro, la moderación salarial y las todavía inciertas perspectivas de empleo dificultan la capacidad de las familias para aumentar su consumo. Por ello, el consenso del panel de Funcas contempla una recuperación del consumo privado más tardía que la del PIB y todavía más modesta. Como hasta ahora, serán las exportaciones el principal motor de la recuperación. Ello, de paso, se va a traducir en superávits crecientes de la balanza de pagos por cuenta corriente, lo cual es positivo porque reduce nuestra vulnerabilidad frente a los mercados financieros internacionales y nos permite acelerar la devolución de la deuda exterior.