Hemos evaluado la importancia de los canales a través de los cuales las perturbaciones financieras han afectado al PIB en la economía española, durante la crisis iniciada en 2007 y la posterior recuperación a partir de finales de 2013, así como la escasa capacidad de las políticas fiscales expansivas de contrarrestar el impacto negativo de las tensiones financieras.
Para ello, utilizando un modelo de equilibrio general estocástico dinámico con un sistema de ecuaciones bien fundamentado a nivel microeconómico se incorporan distintos canales financieros de transmisión de la política monetaria. Así, se introducen canales como la mejora de la confianza de los consumidores, facilidades de liquidez en la financiación al sistema bancario, la reducción de la prima de riesgo española y la disminución de los tipos de interés de intervención del BCE. Todos estos canales han podido ayudar a estabilizar la economía española de manera directa o indirecta.
«El reto es tratar de determinar alrededor de qué nivel resulta óptimo situar la ratio de capital, teniendo en cuenta que no hay menús gratis, y que un sistema bancario fuerte, eficiente y bien regulado es un elemento crucial para conseguir un crecimiento económico que sea sostenible y estable y, al mismo tiempo, lo más elevado posible».
Los resultados aportados por el modelo ponen de manifiesto la enorme relevancia de las tensiones financieras para explicar la crisis entre 2008 y 2013. Los distintos canales (ratios de endeudamiento del sector privado, apalancamiento bancario, primas de riesgo o la confianza de los agentes) a través de los cuales las tensiones financieras afectan la actividad real están claramente correlacionados con el ciclo económico. Esta característica contribuye a aumentar la volatilidad del ciclo, generando variables financieras que, como el crédito bancario, presentan una volatilidad mayor que la del PIB. Los resultados también indican la imposibilidad práctica de haber contrarrestado con políticas fiscales expansivas los efectos de las perturbaciones que dieron lugar a una caída acumulada del PIB per cápita de unos 10 puntos porcentuales entre 2007 y 2013. En este contexto económico, en el que la situación de debilidad de las finanzas públicas y los problemas de solvencia de algunas cajas de ahorros terminaron dando lugar a un bucle diabólico con la prima de riesgo, la actuación del BCE resultó decisiva para reducir las tensiones financieras y facilitar la recuperación económica iniciada a finales de 2013.
Asimismo, concluye con dos lecciones a aprender a partir de la evidencia. Por una parte, la necesidad de hacer explícita en los modelos macroeconómicos la actividad del sector bancario y los canales de transmisión. Y, por otra parte, la existencia de un claro dilema o trade-off entre el coste económico de aumentar la ratio de capital de los bancos, con los consiguientes efectos negativos sobre el PIB del menor apalancamiento bancario, y el beneficio que supone reducir la volatilidad del ciclo económico. El reto, por lo tanto, es tratar de determinar alrededor de qué nivel resulta óptimo situar la ratio de capital, teniendo en cuenta que no hay menús gratis, y que un sistema bancario fuerte, eficiente y bien regulado es un elemento crucial para conseguir un crecimiento económico que sea sostenible y estable y, al mismo tiempo, lo más elevado posible.
Esta entrada es un resumen actualizado del artículo «Perturbaciones financieras y fiscales en España en la gran recesión», publicada en el número 155 de Papeles de Economía Española.