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Nativos digitales ¿hiperconectados?

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Los jóvenes de hoy constituyen la primera generación socializada en un mundo plenamente digital. El acceso universal a Internet y el cambio tecnológico de las últimas dos décadas han transformado los modelos de socialización, relacionados sobre todo con el ocio y el estudio, en los que los jóvenes están inmersos. Esta generación se ha socializado en un entorno digital, pasando horas diarias entre redes sociales, búsquedas de información y videojuegos. Sin embargo, detrás de esta imagen de modernidad y adaptación tecnológica se oculta una realidad preocupante: el uso excesivo de dispositivos digitales podría estar afectando negativamente y, posiblemente, comprometiendo su desarrollo cognitivo. En el artículo ‘¿Están los nativos digitales hiperconectados?‘, que publicamos en Panorama Social utilizando los datos de PISA 2022, analizamos el precio educativo que está pagando esta generación por beneficiarse de un acceso tan extendido a las nuevas tecnologías de la información.

Hiperconectividad es la nueva igualdad

Los adolescentes dedican una cantidad excesiva de tiempo a las pantallas. Según los datos de PISA 2022, el 25% de los jóvenes de 15 años en España pasan entre una y tres horas diarias conectados a redes sociales. Aún más alarmante es que algo más del 20% de los adolescentes están conectados más de tres horas diarias a estas plataformas. La exposición a las pantallas para jugar a videojuegos resulta igualmente preocupante, especialmente entre los jóvenes varones: el 35% juega entre una y tres horas diarias, mientras que otro 25% dedica más de tres horas al día a esta actividad. En contraste, el tiempo destinado a actividades educativas digitales es insignificante.

Sin embargo, quizás lo más destacable no sea la hiperconectividad en sí misma, sino lo democrático que resulta el uso de pantallas entre jóvenes de diferentes orígenes sociales. Aunque la investigación basada en datos previos a la pandemia mostraba diferencias en el tiempo y el tipo de uso de las nuevas tecnologías según el nivel educativo de los padres, nuestro estudio revela que estas diferencias ya no son significativas con los nuevos datos de PISA recopilados en 2022. Los confinamientos asociados a este evento tan traumático pueden estar detrás de esta tendencia igualadora en el uso de las nuevas tecnologías. Una de las consecuencias más impredecibles de estos confinamientos fue la intensificación del viraje digital que la vida cotidiana venía adquiriendo en los últimos años, tanto para la sociedad en general como para los nativos digitales en particular. Los confinamientos reforzaron, especialmente entre los jóvenes, la tendencia a comunicarse digitalmente y a organizar tanto su ocio como su formación a través de las pantallas.

El coste educativo del screen time

Pasar algún tiempo de pantallas (screen time) no es negativo, antes bien, resulta un comportamiento inevitable y hasta beneficioso en un mundo donde lo digital tiene presencia comprehensiva. Pero, ¿qué ocurre cuando la democratización digital no está acompañada de una alfabetización tecnológica adecuada? Mientras celebramos el acceso universal a la tecnología, ignoramos el daño que causa cuando no se utiliza adecuadamente. La ilusión de que la simple exposición a la tecnología mejorará las oportunidades educativas se desmorona ante la evidencia.

Cuanto más tiempo pasan los jóvenes utilizando dispositivos digitales —ya sea para redes sociales, videojuegos o incluso en actividades educativas—, peor es su rendimiento académico. De acuerdo con los datos de PISA 2022, los adolescentes que pasan más de una hora diaria frente a pantallas experimentan una caída en sus competencias en matemáticas que puede llegar a ser de hasta 30 puntos en la prueba de PISA. Esta caída tan pronunciada iguala el rendimiento de los estudiantes de hogares con padres universitarios al de aquellos con menos recursos educativos.

La evidencia que aportamos también desmonta el mito del aprendizaje digital. Durante algunos años se alimentó con fuerza la idea de que la tecnología, y en particular el acceso a dispositivos digitales, era el futuro de la educación. Pues bien, los datos no respaldan esta afirmación. Nuestro análisis demuestra que la gran mayoría de los adolescentes españoles dedica muy poco tiempo a utilizar la tecnología con fines educativos. El tiempo dedicado al aprendizaje digital no parece aportar beneficios significativos y, en algunos casos, puede ser tan dañino como el consumo excesivo de videojuegos.

Hacia una solución: menos pantallas, más alternativas

Una de las principales razones por las que una exposición excesiva al mundo digital puede ser perjudicial para el rendimiento académico es que el tiempo que los adolescentes pasan frente a las pantallas reemplaza el tiempo destinado a otras actividades beneficiosas para su desarrollo y desempeño académico, como socializar con amigos y familiares, leer libros, realizar tareas escolares o hacer ejercicio físico. Además, el uso de teléfonos inteligentes fomenta comportamientos multitarea, lo cual dificulta la concentración en tareas específicas relacionadas con el estudio.

Queremos subrayar que el problema no es el acceso a la tecnología, sino el uso descontrolado de la misma. La solución no implica prohibir el uso de dispositivos digitales, sino limitar el tiempo de uso y reorientarlo hacia actividades más constructivas y equilibradas. El contacto con la realidad no digital, el aprendizaje a través de experiencias prácticas, y la interacción social cara a cara son elementos que no pueden ni deben ser reemplazados por ninguna tecnología.

La hiperconectividad ha llegado para quedarse, y aún deberán pasar varios años antes de que podamos evaluar plenamente sus consecuencias a largo plazo. Para atenuar los daños que intuimos para esta generación de nativos digitales —una generación hiperconectada tecnológicamente, pero desconectada de la realidad—, es esencial enriquecer el green time para hacerlo más atractivo al screen time. Además, quizás sea momento de aceptar que el mundo ha cambiado y aprender a lidiar con la incertidumbre que siempre conlleva lo desconocido. La tecnología, seguramente, no es el enemigo, pero su uso inapropiado puede convertirse en una trampa que nos lleve hacia una sociedad menos educada y menos independiente.

Más información en el artículo ‘¿Están los nativos digitales hiperconectados? El uso de pantallas en España‘, publicado en el número 39 de la revista Panorama Social.

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