La elevada concentración de mujeres migrantes en el empleo del hogar, especialmente provenientes de América Latina, configura un rasgo característico de España desde hace al menos tres décadas. Algunas investigaciones pioneras en la materia ya apuntaban en la primera década del 2000 a que este empleo constituía la vía de entrada al mercado de trabajo para este colectivo por lo que esta ocupación ha determinado su integración en el país. Este proceso de contratar a personas para realizar tareas de asistencias personal en los hogares se conoce en España como ‘mercantilización de los cuidados’ y se encuentra asociado a los cambios estructurales experimentados por la sociedad en los últimos años. Entre estos se pueden señalar las transformaciones de la organización familiar, una mayor longevidad y una ausencia de mujeres disponibles para realizar estas tareas, acompañada por una lenta incorporación de los hombres a este tipo de actividades. Asimismo, este fenómeno, se ha visto estimulado por las limitaciones de las políticas públicas destinadas a los mismos, los valores culturales sobre lo que significa el ‘buen cuidado’ y el desarrollo de políticas migratorias favorecedoras de la incorporación de mujeres migrantes, fundamentalmente latinoamericanas, a este mercado de trabajo.
Aunque resulta complicado estimar en cifras la incidencia del trabajo de cuidados, debido a la imprecisión en su propia consideración y a su importante desarrollo dentro de la economía sumergida, un análisis de la Encuesta de Población Activa permite observar que actualmente se contabilizan unas 565.000 cuidadoras contratadas en los hogares y que el 63,1 % de ellas son de origen extranjero. Ninguna otra ocupación concentra a trabajadores migrantes en tal magnitud, por lo que las cifras reflejan que el empleo del hogar se sitúa como el principal nicho laboral para este colectivo. El 32,3 % de estas mujeres son originarias de América Latina y el Caribe, reflejando una clara preferencia de estos grupos nacionales en el caso español.
«La conquista de derechos laborales en este ámbito se produjo de manera posterior a demás sectores laborales debido a su histórica conexión con la servidumbre y con las actividades femeninas. En la actualidad, aún permanecen algunos retos pendientes que se refieren principalmente al sistema de protección de desempleo y las figuras de despido existente».
Hemos realizado un análisis de las transformaciones que ha experimentado el empleo de hogar, de cómo se ha insertado la población migrante en su interior así como una revisión de las condiciones legales que amparan esta actividad laboral. Los resultados demuestran que el servicio doméstico ha superado los envites del decrecimiento económico, siendo su pérdida de puestos de empleo insignificante en comparación con otras ocupaciones. De hecho, el número global de trabajadoras ocupadas como personal doméstico ha experimentado un descenso de aproximadamente 63.000 personas en los últimos diez años (escaso si se tiene en cuenta la envergadura de la crisis de empleo en España) pero, si únicamente se tienen en cuenta los puestos cuya actividad principal es cuidar de alguien, el número de trabajadoras ha aumentado en unas 10.000 personas. Las razones que explican esta resistencia, incluso en los momentos más duros de decrecimiento económico, están vinculadas al hecho de que el empleo doméstico constituye el único sistema privado de conciliación de las expectativas profesionales con las obligaciones personales, sobre todo en un escenario de contención del gasto social y de minimización de los servicios públicos de atención a la dependencia. En este contexto es realmente relevante examinar el alcance de las normativas aprobadas al respecto y hacer referencia a los cambios experimentados a partir del año 2011 con la aprobación de dos nuevas normativas: un Real Decreto orientado a la mejora de las condiciones laborales en el sector y una Ley centrada en la protección de la seguridad social de sus empleadas.
La aprobación de estas legislaciones, a pesar de mantener limitaciones y deficiencias, ha significado poner de relieve la importancia de esta actividad para la estructura social y la integración de la ocupación dentro de la consideración y lógica de funcionamiento del mercado laboral. No se debe olvidar que la conquista de derechos laborales en este ámbito se produjo de manera posterior a demás sectores laborales debido a su histórica conexión con la servidumbre y con las actividades femeninas. En la actualidad, aún permanecen algunos retos pendientes que se refieren principalmente al sistema de protección de desempleo y las figuras de despido existente. El sector del empleo del hogar carece de un sistema de protección por desempleo, es decir que sus trabajadoras se encuentran sin ningún tipo de cobertura (no sólo económica sino social por las implicaciones que la carencia de una relación contractual con el estado significa) en los momentos en que no desempeñan una labor remunerada. Esto, además de generar una clara discriminación con respecto a otros sectores, aumenta la vulnerabilidad de las personas que trabajan en él y en particular de aquellas poblaciones con características específicas como las mujeres extranjeras o las trabajadoras internas (hecho que suele coincidir). Esta situación se ve incrementada por la existencia de una figura de despido, el desistimiento, que permite acabar con la relación laboral en función de la pérdida de confianza de la parte empleadora y que, nuevamente, genera potenciales vulnerabilidades. Además, con objeto de aumentar los derechos laborales y sociales, se debería innovar en los sistemas de inspección como forma de garantizar la cobertura social de las trabajadoras, disminuyendo los lazos personalistas en el sector y garantizando la protección pública presente y futura.
Por último, se debe señalar que el conocimiento de la situación de las mujeres migrantes en relación a los trabajos de cuidado aún se presenta como una cuestión necesaria que debería afrontarse a través de la explotación detallada de los datos cuantitativos existentes y de la realización de encuestas ad hoc, que permitan conocer la incidencia de los cambios legislativos y de la crisis económica en cotidianeidad del sector y en las demandas que la interacción entre cuidados y migraciones conlleva.
Más información en el artículo ‘Mujeres migrantes y trabajo de cuidados: transformaciones del servicio doméstico en España’, publicado en Panorama Social, número 27.