Durante la presidencia de Bill Clinton, se hizo popular el término bond vigilantes, que hacía referencia a los traders de los mercados de bonos que reaccionaban agresivamente a lo que consideraban políticas fiscales que podrían elevar la inflación y reducir la rentabilidad de sus inversiones. Mediante adecuada coordinación y posiciones en corto, estos especuladores presionaban para manipular los precios de los bonos del Tesoro. El término se perdió luego en la inmensidad de políticas de espectro más amplio que surgieron tras el 11-S.
Hubo, sin embargo, un cierto “revival” de los vigilantes en Europa con las tensiones de deuda soberana en 2011 y 2012, con movimientos agresivos de castigo a los bonos más débiles (como el griego) y que, para muchos, tuvieron un trasfondo más allá: un ataque al euro. La política expansiva del BCE —y, finalmente, su programa de compra de deuda— acabaron con estos intrusivos inversores como si de mosquitos se tratara pero el hueco para acciones breves, agresivas y contundentes siempre existe. Algunos analistas sugieren que hoy, en realidad, hay más vigilantes del mercado que nunca, aunque su definición habría cambiado. Ahora son aquellos que, en ausencia de un mercado privado de liquidez (sustituido por las expansiones cuantitativas), sitúan al riesgo político como principal indicador de rentabilidad esperada. Incluso se ha sugerido que estos movimientos reactivos a anuncios que afectan a la estabilidad política puede estar detrás de algunos de los flash crash en bonos o en divisas, como el de la libra respecto al dólar de hace un mes, con una caída superior al 6% en tan sólo dos minutos.
«De lo que más pendientes están las Bolsas es de las noticias que confirmen o desmientan una subida de tipos de interés por parte de la Fed antes de final de año».
Hay quien hubiera esperado ayer una reacción positiva de los mercados, por ejemplo, al anuncio de una formación de Gobierno en España pero este ha sido, probablemente, uno de los factores que se han descontado ya en las últimas semanas, como parte de las ligeras ganancias que el Ibex ha registrado en octubre, no sin vaivenes. En realidad, de lo que más pendientes están las Bolsas es de las noticias que confirmen o desmientan una subida de tipos de interés por parte de la Fed antes de final de año. Esta semana puede haber nuevas pistas desde Washington al respecto.
Desgraciadamente, aunque pueda haber aspectos positivos en la recuperación económica en varios países, muchos de esos factores se absorben rápidamente en los mercados porque siguen pesando más las incertidumbres de largo plazo por lo desconocido del entorno monetario post-expansión cuantitativa, que ya ha empezado en Estados Unidos y que no se sabe muy bien cómo o cuándo podrá articularse en la Eurozona. Lo que sí abunda son las sorpresas negativas como el Brexit o los problemas de transparencia sobre la calidad de los activos en algunos sistemas bancarios, con el italiano a la cabeza. Estarán pendientes también los vigilantes de las elecciones presidenciales de Estados Unidos de dentro de una semana. Una victoria de Clinton es el resultado esperado. Si gana Trump sería un nuevo shock, de efectos probablemente más duraderos y negativos. Algún vigilante ganaría pero la mayoría de nosotros, no.