Venían los mercados cargados de pesimismo por la situación en los emergentes y las dudas expresadas respecto a la solidez del crecimiento global. Y, en España, los temores eran aún mayores porque las citas electorales podrían traer inestabilidad política y derivar en una pérdida de definición en la política económica. La de este domingo en Cataluña era una primera parada. Desde el punto de vista de la visión de los mercados, la situación no ha cambiado mucho, lo cual no es necesariamente ni bueno ni malo.
Las alabanzas a los avances registrados en la economía española recientemente siempre han llevado el matiz de que sólo se pueden mantener si se sigue insistiendo en hacer reformas. Parece que esto sólo va ser posible en un marco de alianzas y, aún así, es complicado por los problemas con los que hay que lidiar en el camino. En lo que respecta al domingo, el mayor temor —con independencia de la legitimidad de las opciones políticas— era que un avance considerable del bloque independentista iniciara un camino imparable hacia la secesión. Esto se antoja hoy en día complicado porque una movilización aparentemente histórica no ha logrado un apoyo suficiente.
Para los inversores, en todo caso, un 48,7% no es una cifra que pueda ignorarse y así se puede leer en múltiples notas de análisis. Como poco, refleja fractura social y una continuación de las hostilidades. Porque que el secesionismo haya tenido un gatillazo no es óbice para dejar de apretar el gatillo para el pistoletazo de la carrera de los 18 meses. La mayor parte de las notas de analistas internacionales indican que aún no es posible dilucidar que tal cosa suceda.
La formación de Gobierno será la clave para evaluar el impacto económico de estas elecciones. Y ninguna salida es óptima desde el punto de vista de la estabilidad: un gobierno heterogéneo en el que la llave la tuviera un partido que llama a la desobediencia, un Gobierno en minoría que sería también bastante variopinto u otra convocatoria electoral.
Tras el 27-S las perspectivas económicas de España siguen en cuarentena para los inversores. Hay optimismo por los indicadores macro pero precaución por el Gobierno del país que pueda surgir en diciembre. Lo viene reconociendo el actual Ejecutivo en los últimos meses: revertir las reformas sería la peor de las noticias.
Pues bien, éstas parecen haber perdido ritmo y a las pendientes (educación, I+D+i, energía,…) se les une otra más: restablecer las relaciones con Cataluña en un marco más cómodo para todos.
Para los mercados, la clave estará en qué tipo de apoyos, acuerdos o alianzas pueden ser los que aporten estabilidad y ahonden en las reformas. Otros países como Italia han ido de gatillazo en gatillazo en medio de una atomización política desbocada y ahora intentan redescubrir el valor de las alianzas para la estabilidad. Si los inversores están pendientes de algo es de cómo los españoles interpretan esta nueva realidad.