Los datos conocidos estos días apuntan al mantenimiento de un vigoroso crecimiento en lo que va de año. Durante el primer trimestre, la economía española se expandió a un ritmo anual del 2,9% y el empleo avanzó un 2,4%. Sin embargo, estas cifras apuntan a una leve desaceleración con respecto a trimestres anteriores (el crecimiento anual del PIB retrocede dos décimas y el del número de ocupados lo hace en tres décimas). Esto se debe en buena parte a un entorno internacional menos favorable para la economía española.
Europa, que es nuestro principal mercado, da señales de ralentización, como lo reconoce el propio Mario Draghi tras la reunión del consejo del BCE del pasado jueves. La apreciación del euro perjudica a las empresas europeas más internacionalizadas, sobre todo en países con problemas de competitividad como Italia. El crecimiento se modera en Francia, principal cliente de las empresas españolas. Asimismo, en Alemania, la expansión camina hacia el pleno empleo y algunos sectores se topan con la escasez de mano de obra —la tasa de paro, del 3,5%, es la más baja desde la reunificación. Y el clima de los negocios se resiente por la amenaza de sanciones comerciales, ante el polémico superávit externo con EE.UU.
Todo ello se refleja en las exportaciones españolas hacia la zona euro. Estas aumentaron a un ritmo anual inferior al 2% durante los dos primeros meses del año, lejos de las cifras record de crecimiento registradas durante el pasado trienio.
El maná del turismo extranjero también empieza a dar señales de moderación. Hasta febrero, la entrada de visitantes aumentó un 4% y prolonga la desaceleración iniciada en octubre pasado. En las zonas más frecuentadas como las islas Baleares y Barcelona se percibe una cierta saturación. A eso se añade el desvío de turistas hacia destinos alternativos como Egipto, Túnez y Turquía, que recuperan atractivo, fruto de un clima político y de seguridad menos adverso que en temporadas anteriores.
Gráfico 1
El encarecimiento del petróleo, que no parece dar tregua, es otro factor que pesa sobre la coyuntura. La cotización del barril de Brent roza los 75$, frente a un precio medio de 50$ registrado durante la primera mitad de 2017. A las tensiones en Oriente Próximo se añade un cambio de estrategia de varios países productores, por lo que la tendencia alcista parece difícil de revertir. Otras materias primas importadas como el gas y los metales también se han encarecido.
Gráfico 2
«El contexto internacional es todavía positivo –el FMI prevé un crecimiento mundial cercano al 4%, tanto este año como el que viene– pero la tendencia es menos propicia para la economía española».
Esto último contribuye a erosionar el poder adquisitivo de las familias e incide sobre el consumo y la inversión. Se estima que un incremento de 10 dólares en el precio del crudo a partir de su nivel actual elevaría la inflación en medio punto y reduciría la tasa de crecimiento en una décima.
Finalmente, los mercados han revisado al alza las expectativas de inflación y exigen una rentabilidad más elevada para sus inversiones en deuda pública. El tipo de interés del bono estadounidense a 10 años supera el 3%, casi un punto por encima del mínimo alcanzado el año pasado. También repunta la rentabilidad del bono alemán, que se aproxima al 0,6%, frente a valores prácticamente nulos o incluso negativos hasta fechas recientes. La elevación del coste de financiación no se ha extendido a la deuda española. La reducción de la prima de riesgo ha llegado a tiempo para compensar la presión alcista de los mercados internacionales. Sin embargo, los tipos acabarán siguiendo la senda observada en los países de referencia.
Con todo, el contexto internacional es todavía positivo. Prueba de ello, el FMI prevé un crecimiento mundial cercano al 4%, tanto este año como el que viene, pero la tendencia es menos propicia para la economía española. Los vientos externos que habían impulsado la recuperación soplan con menos fuerza.
Fuentes de los gráficos: M. Economía, INE y Funcas.