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Más hogares y más diversos

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Entre la crisis del petróleo y la del ladrillo

La explosión de los precios de la energía a mediados de los setenta bautizó a la crisis económica que entonces se padeció como «del petróleo». Al estar la crisis financiera actual relacionada en España con las hipotecas y el sector de la construcción, se la ha denominado «del ladrillo». El número de hogares en España entre aquel entonces y ahora se ha disparado: en concreto, de nueve a diecisiete millones. También ha cambiado su forma, pues el constituido por una pareja e hijos ha pasado de ser el mayoritario a ser el más habitual, cediendo parte de su presencia a la pareja sin hijos (que se ha quintuplicado) y a los hogares unipersonales (que se han triplicado). Este traspaso se ha debido en gran parte al envejecimiento de la población, pues en ambos tipos de hogar es más voluminosa la fase de nido vacío (tras la emancipación de los hijos y la muerte del cónyuge supérstite) que las etapas de constitución del hogar entre la juventud, ya fuere mediante la formación de una pareja (a la espera de la llegada de la descendencia) o tras la creación de un hogar unipersonal (pues puedes permitirte el lujo de ir a vivir solo). Con todo, al contabilizar el número de personas que reside en cada tipo de hogar se observa que continuamos en conjunto conviviendo mayoritariamente en un núcleo de pareja con hijos (ya sea como miembros de la pareja paternal o viviendo en el mismo hogar con tus dos padres), aunque hoy en día 1 de cada 5 individuos convive sólo con su pareja, un 10% lo hace en hogares monoparentales (como madre o –en mucha menor medida– como padre, o como hijo o –en igual medida– como hija) y el mismo porcentaje de personas viven solas (fundamentalmente mujeres mayores).

«A escala europea, 9 de cada 10 hogares están compuestos por un hogar de pareja con hijos, un hogar unipersonal o una pareja sin hijos, a partes iguales. El resto está formado básicamente por hogares monoparentales. No obstante, este panorama esconde una gran heterogeneidad en su distribución».

¿Cómo se entiende que el hogar mayoritario continúe siendo en España el de pareja con hijos, si la fecundidad continúa siendo de las más bajas del mundo? La respuesta estriba en las pauta de emancipación de la juventud, una de las más retrasadas de Europa, sólo superada por poco en Italia, Malta, Eslovaquia y Croacia, y al mismo nivel que Grecia y Portugal. Un panorama que sitúa al sur y al mediterráneo europeo como el lugar en que las pautas de emancipación juvenil dependen en mayor medida de la coyuntura del mercado de trabajo, pues muchas familias sólo tienen la posibilidad de ayudar a sus hijos extendiendo de buen grado su permanencia «en casa», ya que el Estado de bienestar brilla por su ausencia en este aspecto. Bien podría ser, precisamente, que la baja fecundidad de la Europa mediterránea se debiera en gran parte a los largos años en que la juventud debe permanecer en el redil paternal, y que una política pública de ayuda a la emancipación condujera a medio término a un incremento de la fecundidad.

Hay que añadir que, a escala europea, 9 de cada 10 hogares están compuestos por un hogar de pareja con hijos, un hogar unipersonal o una pareja sin hijos, a partes iguales (3 de cada 10 en cada grupo). El resto está formado básicamente por hogares monoparentales (1 de cada 10). No obstante, este panorama esconde una gran heterogeneidad en su distribución. En este panorama general, por un lado, España destaca por ser donde la edad media de la pareja que reside con sus hijos es mayor, y donde más años pasan los padres en convivencia con sus hijos. En contraste, Alemania, Bélgica y Letonia son los lugares en que las parejas con hijos son más jóvenes y donde menos tiempo se pasa de convivencia con los hijos. De nuevo, las pautas de emancipación explican las diferencias. Por otro lado, fruto de la mayor longevidad se aprecia en todo Europa un presencia destacada de hogares en la fase madura del curso familiar, formados así por una pareja sin hijos (pues estos se han emancipado) o unipersonales (tras la muerte de la pareja). En Europa, los adalides en ambas formas familiares son Alemania y el Reino Unido. Los hogares en que reside una persona sola son los que más distinguen un país de otro: por ejemplo, en España la proporción de hogares unipersonales entre la población mayor es la mitad que en Alemania y Reino Unido, y en Estonia, Eslovenia y Malta es una cuarta parte la de estos dos países. Finalmente, como se comentaba, el hogar de menor presencia en toda Europa es el monoparental, compuesto fundamentalmente por una madre con sus hijos o hijas: en este aspecto, España se sitúa en una posición intermedia.

En definitiva, no se aprecia en Europa ninguna crisis de la familia, aunque en la zona sur-mediterránea ésta parece ser la única institución de ayuda a la emancipación juvenil por vía de la permanencia en casa hasta que las cosas vayan mejor.

Esta entrada es un resumen del artículo Cambios en los hogares y en la familia: España en el siglo XXI en el contexto europeo, publicado en el número 23 de Panorama Social, sobre Retos demográficos. Puede acceder aquí al contenido completo de la revista.

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