La economía española sale bien parada en las previsiones a corto plazo del organismo, pero el fondo ve difícil la bajada del paro por debajo del 15% en los próximos 5 años
Como todos los años por abril, el Fondo Monetario Internacional (FMI) ha celebrado su asamblea de primavera y publicado sus tres principales informes sobre la situación y perspectivas de la economía mundial: el WEO (World Economic Outlook), el GFSR (Global Financial Stability Report) y el Fiscal Monitor. La sensación que rezuman dichos informes es de pesimismo y de alerta sobre algunas áreas, principalmente la zona euro, que podrían caer en un estancamiento estructural a largo plazo.
El crecimiento de la economía mundial esperado para 2016, que ya lo rebajaron dos décimas en enero (WEO Update) respecto a las previsiones de otoño, vuelven a reducirlo otras dos décimas, hasta el 3,2%. En nuestras latitudes esta cifra parece un crecimiento robusto, pero hay que tener en cuenta que dicha tasa queda un punto por debajo de la media histórica 1995-2007. La rebaja es generalizada y afecta casi por igual a los países avanzados y a los emergentes y en desarrollo.
En mi opinión, y a pesar de estas rebajas, es bastante probable que la economía mundial crezca este año un par de décimas menos de lo que prevé el FMI, ya que se queda largo, sobre todo en las estimaciones para los EE.UU. (2,4%) y países emergentes (4,1%) y, en menor medida, para la UEM (1,5%). La razón es que el FMI ve la coyuntura actual con muchos y graves problemas financieros, estructurales y coyunturales (insuficiencia de demanda), pero piensa que en la segunda mitad del año (siempre en la segunda mitad) las economías, sobre todo las emergentes, van a acelerar el ritmo de la recuperación. Por eso, para 2017 el crecimiento mundial se eleva hasta el 3,5%. Pero ello no es muy consistente, pues tales problemas, y el consiguiente freno sobre el crecimiento, no van a desaparecer tan rápido, sobre todo si tenemos en cuenta la escasa disposición de las políticas económicas para superarlos, bien porque en muchos países apenas hay margen para estimular fiscalmente las economías (los muy endeudados y con elevados desequilibrios en sus cuentas públicas – España), en otros no quieren utilizar dichos márgenes (Alemania) y porque en todos hay una fuerte resistencia a introducir reformas estructurales que eleven la eficiencia y el crecimiento potencial de las economías.
«Conforme desaparezca la actual capacidad productiva sin utilizar (output gap), la economía tenderá a crecer en línea con su potencial, que en estos momentos ronda el 1% anual, según estimaciones recientes de la Comisión Europea y el Banco de España. Independientemente de que pueda considerarse algo pesimista este escenario, la moraleja es válida: el próximo Gobierno debería retomar el espíritu reformista para aumentar dicho potencial».
GRÁFICO 1
Fuente: FMI
GRÁFICO 2
Fuente: FMI
España no es de los países que salen peor parados, pues la previsión del 2,6% para 2016 (una décima menos que la última del consenso del panel de analistas privados de Funcas) es una décima superior a la de otoño, aunque una inferior a la de enero. Ahora bien, el problema que ve el FMI en España no es el corto plazo, sino el medio y largo plazo. Como se ve en el gráfico 1, el escenario que pinta hasta 2021 no es muy halagüeño, pues el crecimiento se va apagando progresivamente hasta una tasa del 1,6% en dicho año. El correlato de ello es que la tasa de paro estará aún cerca del 16% dentro de cinco años (gráfico 2). La razón es que, conforme desaparezca la actual capacidad productiva sin utilizar (output gap), la economía tenderá a crecer en línea con su potencial, que en estos momentos ronda el 1% anual, según estimaciones recientes de la Comisión Europea y el Banco de España. Independientemente de que pueda considerarse algo pesimista este escenario, la moraleja es válida: el próximo Gobierno debería retomar el espíritu reformista para aumentar dicho potencial.
GRÁFICO 3
(1) IPC excluidos productos energéticos y alimentos sin elaborar.
Fuentes: INE y Funcas (previsiones del IPC).
GRÁFICO 4
(1) IPCA excluidos productos energéticos y alimentos sin elaborar.
Fuentes: INE.
Por lo que respecta a los indicadores publicados en la semana, el más relevante ha sido el IPC de marzo (gráficos 3 y 4). La inflación total se mantuvo en -0,8%, pero la subyacente (el indicador que debería tomarse como más relevante en esta coyuntura) aumentó ligeramente hasta el 1,1%, tasa prácticamente igual a la de la zona euro. La causa fundamental del aumento en este mes de la inflación subyacente es el efecto del adelanto de la Semana Santa, periodo que siempre lleva aparejadas subidas estacionales de los precios de la hostelería. Por eso, es previsible que en abril dicha tasa vuelva a descender una o dos decimas.
Las previsiones apenas cambian: en el escenario central, en el que se produce una progresiva recuperación del precio del petróleo (hasta 47 euros en diciembre de 2016 y 57 en diciembre de 2017), seguiremos en tasas negativas hasta mediados del verano, para acabar en diciembre próximo en el 0,9%. La media anual quedaría en -0,2%. No se prevén cambios importantes en la inflación subyacente, que se mantendrá en torno al 1% todo el año. Lo mismo apuntan los modelos para 2017 para la subyacente, si bien, la inflación total podría situarse por encima (en torno al 1,7%), si el precio del petróleo mantiene su recuperación, lo que provocaría un aumento de los precios de los productos energéticos superior a la media del resto de bienes y servicios.