Con los indicadores publicados en los últimos días disponemos ya de bastante información sobre la magnitud de la caída de la actividad económica sufrida durante la etapa más estricta del confinamiento, aunque aún es escasa la relativa a la recuperación experimentada tras el inicio de la desescalada.
Empezando con la actividad industrial, el número de afiliados a la Seguridad Social en el sector se redujo en 81.000 en abril –el mes en el que las restricciones fueron más severas– en comparación con el nivel de febrero. Por otra parte, el índice de producción industrial de dicho mes fue un 33% inferior al nivel anterior a la crisis. Esta tasa es muy semejante a la observada en otros indicadores, como las ventas de grandes empresas de bienes industriales, o las exportaciones de mercancías en términos reales.
Gráfico 1
Fuentes: INE, Seguridad Social, Agencia tributaria, Markit Economics y Ministerio de Industria.
Resulta interesante analizar el impacto de la crisis por ramas industriales. Tanto el IPI como las exportaciones presentan un patrón prácticamente idéntico: el sector donde más acusada fue la caída fue el del automóvil, en el que tanto las exportaciones como el nivel de producción cayeron cerca del 90%. Este desplome supone el truncamiento de una tendencia favorable iniciada a mediados del pasado año, cuando el sector comenzó a recuperarse de la crisis sufrida desde septiembre del año anterior. Le siguen con una caída menor, pero también muy abultada, las ramas de textil, confección, cuero y calzado. Las ramas donde menor ha sido el impacto han sido las de alimentación y farmacéutica. En el resto —bienes de equipo, semimanufacturas— el impacto fue intermedio. Por otra parte, en el caso de las exportaciones, las de productos agrícolas no solo no descendieron, sino que incluso registraron un incremento.
Con respecto al sector servicios, la caída en la afiliación en abril sobre el nivel pre-crisis fue de 590.000 (cifras en medias mensuales sin desestacionalizar), en tanto que la actividad en el conjunto del sector, conforme al índice de cifra de negocios, sufrió una caída del 42% sobre los niveles de enero-febrero. Otro indicador, las ventas de grandes empresas del sector registraron una caída del 33%. Evidentemente, la evolución en las diferentes ramas de actividad ha sido muy dispar. Así, el número de pernoctaciones en hoteles fue un insólito cero, y el transporte aéreo de pasajeros apenas fue una insignificante fracción de la cifra habitual de un mes de abril. Sin embargo en servicios como actividades profesionales, científicas y técnicas la caída fue del 30% y en telecomunicaciones un 4,8%.
En cuanto a la construcción, su caída fue inesperadamente severa, especialmente al inicio de la etapa de confinamiento. El descenso en el número de afiliados fue el mayor en términos porcentuales de todos los sectores, y el consumo de cemento —otro indicador relevante de actividad en el sector— se hundió un 50% en abril en comparación con los niveles pre-crisis, aunque en las dos últimas semanas de marzo la caída habría sido del 56%.
En suma, a partir de todos estos indicadores, y teniendo en cuenta que la actividad en el sector de las Administraciones Públicas, sanidad y educación apenas se vio afectada —e incluso se incrementó, en el caso de la sanidad— puede estimarse que la caída del PIB en abril, cuando las restricciones fueron más severas, y, por tanto, cuando el nivel de actividad probablemente tocó fondo, se situó entre el 25% y el 30%. No obstante, la cifra para el conjunto del segundo trimestre sería algo más moderada, puesto que en mayo y junio, con el avance en el proceso de desescalada, se recuperó una parte de la actividad perdida.
«Con la prudencia debida, dada la escasez de la información relativa a los dos últimos meses, podemos anticipar una caída del PIB en el conjunto del trimestre algo por debajo del 20%, en línea con la previsión de Funcas»
María Jesús Fernández
Así, en mayo, en lo que se refiere al sector industrial, el número de trabajadores afiliados a la Seguridad Social aumentó en 2.600, y el índice PMI de manufacturas también registró una cierta recuperación. En cuanto a los servicios de mercado, el incremento en la afiliación a la Seguridad Social en mayo fue de 17.700, lo que, junto al ascenso del PMI del sector, también apunta a una moderada recuperación. No son avances excesivamente impresionantes, pero no hay que olvidar que en ese mes aún persistían importantes restricciones a la movilidad y a la actividad en determinados servicios.
Es en el sector de la construcción donde más intenso parece haber sido el rebote durante la desescalada de mayo: es el que ha registrado la mayor recuperación del empleo, tanto en términos absolutos como relativos, mientras que el consumo de cemento experimentó un incremento extraordinario hasta quedar situado tanto solo un 10% por debajo del nivel de enero-febrero (frente a la caída del 50% de abril).
En mayo hemos tenido, por tanto, una reactivación modesta de la industria y los servicios, y más intensa en la construcción. No hay duda de que el ritmo de la recuperación se intensificó en junio, con el avance en la desescalada, como así lo confirman algunos indicadores de alta frecuencia como los informes de movilidad de Google, o de pagos con tarjetas. En definitiva, con la prudencia debida, dada la escasez de la información relativa a los dos últimos meses, podemos anticipar una caída del PIB en el conjunto del trimestre algo por debajo del 20%, en línea con la previsión de Funcas.