La información más relevante de la semana por lo que respecta a la coyuntura económica española fueron los datos de comercio exterior de mercancías de septiembre. Como advertimos cada vez que analizamos estos datos, su erraticidad o volatilidad mensual es muy elevada. Esto es así desde que existe esta estadística, y especialmente desde que España entró a formar parte de la entonces llamada Comunidad Económica Europea y se perdió el férreo control que ejercían las Aduanas sobre todos los flujos comerciales. Esto no debiera llevar a los responsables de la misma a una posición de resignación para no intentar mejorarla, pues esta erraticidad no creo que se deba a que los flujos comerciales reales se comporten de esta manera, sino a la dificultad de obtener la información en tiempo y forma, a la correcta periodificación de los datos y a su publicación.
El ejemplo más claro de esta erraticidad lo constituyen los datos de los dos últimos meses. En agosto las exportaciones parecían hundirse al disminuir un 5,1% respecto al mismo mes del año anterior, lo que llevó a todo tipo de análisis superficiales y equivocados. En septiembre ocurre todo lo contrario, registran un aumento del 9,6%, y ahora esos análisis giran 180 grados y parece que todo vuelve a funcionar de maravilla. Hay quien dice que la mejora se debe a la depreciación del euro, como si esto pudiera explicar cambios tan profundos de un mes a otro. Siempre hay que tener en cuenta a la hora de analizar las estadísticas su erraticidad, el calendario laboral o la estacionalidad, y tratar de corregir todos estos factores espurios para quedarnos con la señal tendencial.
Como se ve en los gráficos superiores, el crecimiento de las exportaciones se fue debilitando a lo largo de 2013 hasta caer en tasas negativas en los meses finales de ese año y primeros de 2014. Ello fue debido a una pérdida de fuerza de las destinadas a la zona euro y sobre todo al retroceso de las destinadas fuera de dicha zona, sobre todo a los países emergentes. A su vez, este retroceso se explica, en su mayor parte, por la ralentización de esas economías y, en menor medida, por la fortaleza del euro. En realidad, las exportaciones españolas no se comportaron peor que las del resto de la zona euro.
Fuentes: Mº de Economía y Funcas.
Gráficos elaborados por A. Laborda.
El debilitamiento de las exportaciones coincidió con una aceleración del avance de las importaciones, explicado por el fuerte repunte de los dos componentes de la demanda interna con más contenido importado: el consumo de bienes duraderos (automóviles y electrodomésticos) y la inversión en bienes de equipo [gráfico inferior izquierdo]. Como consecuencia, el déficit comercial invirtió su tendencia y comenzó a aumentar, a la par que la aportación al crecimiento del PIB de los flujos comerciales pasó de positiva a negativa, lo que hizo surgir dudas sobre la capacidad de la economía española para mantener equilibrada su balanza de pagos (y, por tanto, no tener que endeudarse más frente al exterior) a partir de crecimientos del PIB superiores a un modesto 1,5% anual.
Los datos de los últimos meses parecen despejar parte de dichas dudas. Las exportaciones aceleran de nuevo su marcha, tanto las destinadas a la zona euro como el resto. Su crecimiento supera significativamente al que están registrando dichos mercados, con lo que este año las empresas españolas volverán a ganar cuota de mercado internacional. El esfuerzo de salir fuera, la mejora de la competitividad llevada a cabo en los últimos años y la corrección de la fortaleza del euro se hacen notar positivamente. Al tiempo, el gasto interno en consumo duradero y bienes de equipo modera su crecimiento, siendo ello compensado con el avance del resto del consumo y la construcción, que tiran menos de las importaciones. Como consecuencia, estas también se ralentizan, hasta el punto de que su crecimiento es ya inferior al de las exportaciones y el deterioro del déficit comercial se frena.
Podemos concluir, por tanto, que con un contexto internacional más favorable que el de 2013 y primera mitad de 2014 y con un crecimiento de la demanda interna más equilibrado que el que se ha producido en los primeros momentos de su recuperación, la economía española puede crecer en torno al 2,25% anual sin generar déficit de la balanza de pagos. Ahora bien, este crecimiento sigue siendo insuficiente para reducir rápidamente el paro y habría que acelerarlo. Para ello hace falta exportar más e importar menos, lo que pasa por desarrollar más el sector industrial.
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Ángel Laborda es director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros (FUNCAS).