Esta semana conocimos los resultados de las empresas del IBEX-35 durante los nueve primeros meses del año. Sus ventas habían aumentado un modesto 0,2% y los beneficios, un 22,6%. Son dos cifras que señalan, en principio, una recuperación, pero que no son significativas del todo de la evolución de la actividad económica de dichas empresas ni menos de la evolución de la economía española, ya que gran parte del negocio de muchas de ellas se genera fuera de España. La cifra de ventas está muy influida por la caída de los precios de la energía y materias primas, que afecta de forma importante a algunas de dichas empresas. Si tuviéramos un deflactor, que no lo tenemos, para convertir dicho tasa a términos reales, el aumento sería indudablemente mayor. Por otro lado, el beneficio neto puede estar influido, como es el caso, por operaciones extraordinarias, que generan en un momento dado plusvalías o minusvalías al margen de cuál sea la evolución del negocio propio de la compañía. Por eso hay que tener mucho cuidado al valorar estas cifras financieras que proporcionan las empresas. En general, podemos decir que la información que se transmite a la opinión pública es manifiestamente mejorable.
Hay otras fuentes informativas que arrojan más luz sobre la economía de las empresas. Tenemos, en primer lugar, la contabilidad nacional de los sectores institucionales. Esta estima un aumento nominal del valor añadido bruto (VAB) generado por las sociedades no financieras del 4% en el primer semestre respecto a igual periodo del año anterior, tasa notablemente mejor que la del 0,9% que se obtuvo en el conjunto de 2014 en relación a 2013. Las remuneraciones salariales pagadas aumentaron igual que el VAB, por lo que el excedente bruto de explotación también lo hizo en una cuantía similar. En 2014 dicho excedente había disminuido un 0,1%. Debido a la reducción de los tipos de interés que pagan las empresas por su deuda y a los menores pagos por el impuesto de Sociedades, la renta bruta disponible aumentó un 15%, frente a una disminución del 2,6% en 2014. Se ve, por tanto, una mejora clara de la actividad, de la creación de empleo (la gran parte del aumento de las remuneraciones se debe a este hecho) y de los resultados.
GRÁFICO 1
Fuentes: Banco de España (Central de Balances Trimestral).
GRÁFICO 2
Fuentes: Banco de España (Central de Balances Trimestral).
GRÁFICO 3
Fuentes: Banco de España (Central de Balances Trimestral).
Por su parte, la central de balances trimestral del Banco de España recoge información de las cuentas de más de 800 sociedades no financieras, entre las que predominan las grandes. Por eso tiene un problema de representatividad, pero en todo caso es mucho más sólida que la información de las cotizadas del IBEX-35. En el primer semestre el VAB nominal aumentó un 3,8%, frente a un aumento nulo en 2014 (gráfico 1). Este valor añadido se destinó, en primer lugar, a remuneraciones de los trabajadores, que aumentaron un 1,7%. Lo más interesante de este aumento es que no se produjo tanto por una subida de los salarios per cápita, sino del empleo, que creció un 1,3%, la primera tasa positiva en seis años para estas empresas. El resto del VAB fue el resultado económico de la explotación (REB), que subió un 6,1% frente a un retroceso del 1,0% en 2014. Al igual que muestran las cifras de la contabilidad nacional, los gastos en intereses disminuyeron notablemente, al igual que las amortizaciones, lo que hizo que el resultado ordinario neto (RON) aumentase un 18,3% (-13,4% en 2014) (gráfico 2). También la central de balances recoge menores pagos por el impuesto de sociedades y significativos ingresos extraordinarios, por lo que el resultado del ejercicio (beneficio neto) aumentó un 47%. No obstante, la rentabilidad del activo neto (4,2%) mantuvo su tendencia a la baja, así como la diferencia entre esta ratio y la de los intereses por financiación recibida sobre recursos ajenos con coste, a pesar de que esta última ha descendido significativamente como consecuencia de la caída de los tipos de interés (gráfico 3).
Hay algunos sectores de nuestra sociedad a los que les suena mal eso de que las empresas tengan muchos beneficios. Pero no confundamos beneficios a secas, y su crecimiento después de años de caídas, con rentabilidad, que en la mayoría de los casos todavía no es la adecuada. En todo caso, pensemos que sólo si a las empresas les va bien, les irá bien a las familias, a los bancos y al sector público.