La tasa de repetición puede ser un signo temprano de que un estudiante está en riesgo de abandonar los estudios en los años siguientes. La repetición de grado disminuye la motivación de los estudiantes y sus expectativas de resultados, pudiendo conducir al abandono, y tiene implicaciones en el mantenimiento de desigualdades en el sistema educativo y más tarde en el mercado laboral, puesto que los estudiantes de nivel socioeconómico más bajo tienen más probabilidades de no promocionar de curso, lo que a su vez les desmotiva para seguir en los estudios en los años siguientes.
Tasas heterogéneas en España y altas a escala internacional
Con los datos recientemente actualizados por el Ministerio de Educación, podemos observar la evolución del índice de repetición en Educación Secundario Obligatoria (ESO) en España desde el curso 2007-08 hasta el más reciente (2023-24). La tasa se define como el porcentaje de estudiantes de un nivel educativo que repitió el año anterior con respecto al total de matriculados. En el gráfico 1 se comprueba que la tasa sigue una trayectoria descendente, desde el 14,7% en 2007-08 hasta el 6,8% en 2023-24. La serie ha retomado la senda que se hubiera registrado si no hubiera habido la disrupción de la pandemia, de modo que el 6,8% habría que compararlo con el 8,5% del 2019-20. En cualquier caso, y aunque la senda descendente en la repetición se consolida, la reducción entre el curso 2022-23 y el 2023-24 ha sido muy leve, de dos décimas. Sobre los 2.102.756 estudiantes en la ESO supondrían un descenso de cerca de 4.200 estudiantes repetidores.
Las diferencias en las tasas de repetición entre comunidades autónomas, también reflejadas en el gráfico 1, son amplias y persistentes. Mientras que en regiones como Cataluña, Asturias, País Vasco o Cantabria las tasas de repetición en la ESO se sitúan muy por debajo de la media nacional (6,8%), en otras como Castilla-La Mancha, Murcia y la Comunitat Valenciana, esta supera el 8,5%. Especialmente preocupantes son los casos de Ceuta y Melilla, donde más de uno de cada diez estudiantes repite curso, lo que plantea serios desafíos en términos de equidad educativa. Estas diferencias reflejan la coexistencia de 17 sistemas educativos con criterios y prácticas distintas en torno a la promoción del alumnado.
Es sorprendente la baja tasa de repetición en Cataluña, con sólo un 2,6% de repetidores entre sus estudiantes de la ESO, aun cuando los resultados de esta Comunidad en las últimas evaluaciones internacionales de PISA (o TIMSS y PIRLS) han estado por debajo de lo que cabría esperar por su nivel socio-económico. Es posible que en algunos casos pueda haber un trade-off entre tasa de repetición y exigencia académica, de modo que una menor tasa de repetición lleve aparejada (en algunos casos) un menor resultado académico promedio. Aunque también es cierto que otras comunidades como Asturias, sí logran compatibilidad unos excelentes resultados en PISA 2022 con una baja tasa de repetición.
En términos de comparación internacional, España tenía en 2022, el último año con datos comparables internacionalmente, un 7,8% de estudiantes repetidores en ESO, en comparación con el 2,2% en promedio en la OCDE y el 2,1% de la UE (gráfico 2).
El género y el entorno socioeconómico en la repetición
Los datos disponibles permiten examinar las dimensiones de género y socioeconómica de la repetición de grado. Los chicos siguen representando la mayoría de los repetidores: en 2022, el 57% de quienes repitieron curso en la OCDE eran varones, una proporción similar a la observada en España (57%) y Francia (55%). Esta brecha está vinculada a factores como el menor compromiso escolar, expectativas de comportamiento y diferencias socioemocionales. Por su parte, la cuestión de la equidad sigue siendo clave. Los alumnos de entornos socioeconómicamente desfavorecidos, especialmente aquellos con origen inmigrante, tienen mayor probabilidad de repetir curso incluso cuando obtienen resultados académicos similares a los de sus compañeros más favorecidos. Esta desigualdad estructural perpetúa brechas de aprendizaje y reduce las tasas de titulación en los grupos más vulnerables.
El enfoque de política educativa está evolucionando: cada vez más países están reformando sus marcos normativos para restringir la repetición a situaciones excepcionales o introducir mayor flexibilidad. Francia, por ejemplo, limitó la repetición entre 2013 y 2024 a casos muy puntuales, aunque las reformas más recientes han devuelto cierto margen de decisión a los consejos escolares. Bélgica, por su parte, ha endurecido el criterio en el primer curso de secundaria: los estudiantes que no aprueban los exámenes finales deben repetir o cambiar de itinerario.
En definitiva, la tendencia descendente de la repetición en España se enmarca en un movimiento más amplio dentro de los países de la OCDE, que están replanteando el papel de esta medida y explorando vías más inclusivas para atender las dificultades de aprendizaje. La evidencia acumulada, como se recogió en esta jornada virtual organizada por Funcas sobre las medidas para reducir el abandono, apunta a que la combinación de apoyos personalizados y prevención temprana puede ofrecer soluciones para mejorar los resultados educativos.