La coyuntura mantiene el pulso. Los últimos indicadores apuntan a un crecimiento sostenido de la actividad, en línea con lo observado en el primer trimestre. El índice de confianza económica para el mes de mayo –ese importante barómetro de la economía– se sitúa en niveles elevados, cercanos a 110, apenas unas décimas menos que la media de los últimos meses. Como este es un indicador avanzado que mantiene una correlación estrecha con la marcha de la economía, se anuncia un crecimiento para el segundo trimestre sin grandes cambios con respecto al primero, aunque esto implica una ligera desaceleración de la actividad con respecto al trienio de la recuperación. La ralentización sería más acusada en la industria que en los servicios (en pleno auge), por el debilitamiento de las exportaciones de bienes en consonancia con el frenazo en los mercados internacionales.
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Datos de 2018 hasta mayo
El empleo dibuja un panorama similar, sin grandes alteraciones con respecto a las anteriores tendencias. En mayo, el número de afiliados a la Seguridad Social se incrementó a un ritmo anual de 3,1%, lo que significa que durante el último año se crearon más de medio millón de puestos de trabajo. Este fue el mejor mes de mayo de la serie histórica. Y sin embargo, también apunta una ligera desaceleración con respecto a la segunda parte del pasado año, seguramente una de las más boyantes desde el inicio de la recuperación. Por otra parte, se mantiene la elevada temporalidad en el empleo creado, y su persistencia sigue siendo una de las principales asignaturas pendientes para la economía española, así como un potente generador de desigualdades.
«Se considera que la economía no necesita tanto apoyo como en el pasado. Los principales analistas auguran que la expansión europea tomará aire después del bache registrado en los meses iniciales del año. Además, la inflación se está acercando al objetivo para el conjunto de la eurozona».
Estos resultados se explican en parte, por el apoyo decisivo del BCE a las economías europeas, en especial aquellas que experimentan un elevado endeudamiento como la española. Y este es el tercer dato: hasta finales de mayo, el Eurosistema pilotado por el BCE había comprado cerca de 250.000 millones de euros en títulos de deuda del Tesoro español. Es decir, prácticamente la quinta parte del saldo vivo de deuda pública está colocada con el banco central. Recordemos que el programa de compra de deuda pública se inició hace apenas tres años, y que su crecimiento ha sido tan intenso que ha provocado una cierta escasez de bonos para los otros compradores. Esta situación se refleja en los tipos de interés y alivia las cargas financieras soportadas por el Estado.
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Pero se anuncia un cambio de tendencia en la política monetaria, presionada por las tesis más ortodoxas que exigen una pronta retirada de los estímulos. Primero porque se considera que la economía no necesita tanto apoyo como en el pasado. Los principales analistas auguran que la expansión europea tomará aire después del bache registrado en los meses iniciales del año. Además, la inflación se está acercando al objetivo para el conjunto de la eurozona, situándose incluso por encima de ese umbral en algunos de los países más fetichistas en materia de estabilidad de precios como es el caso de Alemania, al borde del pleno empleo. La inflación podría repuntar algo más, por el efecto conjugado del encarecimiento del petróleo y el debilitamiento del euro registrado estas últimas semanas.
Es probable que el consejo del BCE, en su próxima reunión, anuncie un recorte en el volumen de compra de deuda pública. En España, el nuevo gobierno ha anunciado un firme compromiso europeo, algo que sin duda ha tranquilizado las primas de riesgo y será de gran ayuda ante la progresiva retirada del programa del BCE. Ese compromiso, junto con el dinamismo de la economía, asegura un posicionamiento relativamente favorable ante las futuras turbulencias –especialmente en comparación con Italia.
Sin embargo, la desaceleración de la economía y los desequilibrios persistentes tanto en las cuentas públicas como en el empleo ponen de manifiesto la importancia de una estrategia de medio plazo. Este es el momento para un nuevo impulso reformista.
Fuentes de los gráficos: Ministerio de Empleo, C. Europea, BCE, BDE y Funcas.