Aunque la crisis económica ha afectado a las regiones españolas de forma muy intensa, es evidente que no lo ha hecho en todas ellas en la misma proporción. La Comunidad Autónoma de Cantabria, la segunda más pequeña del país en extensión, población y PIB, ha sufrido profundamente los avatares de la mencionada crisis; en líneas generales, más que la media nacional en lo que atañe a la esfera productiva y de forma muy parecida en lo que concierne a la ocupacional.
El desigual impacto de la crisis en Cantabria y España y la diferente forma en que ambos territorios están enfrentando la etapa de recuperación ponen de manifiesto que la resiliencia de la región difiere de la relativa a la nación. En un sentido muy amplio, con el término resiliencia se hace alusión a la capacidad de una economía para hacer frente a una perturbación negativa y, en su momento, recuperarse convenientemente de la misma. De forma más concreta, en este trabajo se presta especial atención a dos de las dimensiones de resiliencia que se consideran más significativas. La primera hace alusión a la resistencia, entendida como la sensibilidad o vulnerabilidad de la economía a la mencionada perturbación; la segunda, íntimamente vinculada a la anterior, se centra en la velocidad y amplitud de la recuperación económica.
Dos son, en esencia, los objetivos perseguidos en este trabajo. Por un lado, y atendiendo a las dos dimensiones mencionadas, el análisis de la resiliencia de la economía cántabra durante los periodos de crisis económica y recuperación; y, por otro, identificar algunos de los factores que, a priori, podrían considerarse como determinantes de la misma.
Con relación al primer objetivo, hay que tener en cuenta que la forma más tradicional de capturar la resiliencia de una economía consiste en examinar cómo reacciona a un shock. Así, y haciendo uso de datos de PIB y empleo, se computa un indicador tradicional de resiliencia, tomando siempre a la economía española como marco de referencia; en concreto, se calcula el cociente entre la evolución del PIB (empleo) en una región y del PIB (empleo) en el país. La conclusión que se obtiene es que, al menos en lo que atañe al PIB, Cantabria se muestra menos resiliente (más sensible, menos resistente) que España en los procesos contractivos, mientras que en los expansivos ocurre lo contrario; dicho de otro modo, la región se ha visto más negativamente afectada por la crisis y menos beneficiada por la recuperación. En materia de empleo, sin embargo, los resultados no son tan evidentes, pues aunque la resiliencia es claramente mayor (Cantabria es más resistente, menos sensible) en la fase expansiva, resulta muy similar en la fase contractiva.
La baja resiliencia productiva de Cantabria en la etapa de crisis se justifica, casi en su totalidad, por el comportamiento de los sectores primario y terciario. Las cosas cambian apreciablemente, sin embargo, cuando se examina lo sucedido en el empleo, ámbito en el que el sector servicios es el más resiliente de todos.
«Cantabria debe ser catalogada como una región en fase de recuperación; es decir, como una región que ha iniciado un proceso de mejoría económica pero que no ha alcanzado los niveles previos al estallido de la crisis».
Durante la actual fase expansiva, los comportamientos sectoriales están siendo, asimismo, claramente diferenciados. En materia de empleo el sector servicios es el que se ha mostrado más activo, mientras que, en lo que atañe a la producción, la recuperación se deja sentir de forma bastante intensa en el sector primario y la construcción, pero de forma muy débil en la esfera industrial.
Todo lo expuesto nos lleva a concluir que, de acuerdo con la tipología propuesta por ESPON (European Observation Network for Territorial Development and Cohesion), Cantabria debe ser catalogada como una región en fase de recuperación; es decir, como una región que ha iniciado un proceso de mejoría económica pero que no ha alcanzado los niveles previos al estallido de la crisis.
Con relación a la segunda cuestión, el análisis efectuado pone de relieve algunos de los factores que podrían explicar el relativo mal comportamiento de la economía cántabra: a saber, la concentración de la actividad productiva en los sectores de construcción y servicios, el reducido grado de apertura regional al exterior, la escasa importancia de la inversión en I+D, la menor dotación de capital humano, el reducido grado de emprendimiento, y el pequeño tamaño medio de las empresas. Creemos, en consecuencia, que es necesario realizar esfuerzos importantes en todos estos ámbitos si queremos revertir la situación. Estos esfuerzos deberían estar encabezados por la iniciativa pública, pero, naturalmente y de forma simultánea y coordinada, deberían ser acompañados por el resto de agentes económicos; solo así podrán tener un efecto significativo sobre la resiliencia de la economía montañesa, de forma tal que la misma se resienta menos en las fases contractivas y aproveche más el viento favorable de las expansivas.
Esta entrada es una adaptación del artículo «La resiliencia de la economía cántabra: de la crisis a la recuperación», publicado en el número 148 de Papeles de Economía Española. Puede consultar los contenidos completos de la publicación aquí.