En mayo publicamos en Funcas una Nota de Coyuntura Social sobre la evolución de la religiosidad en la población española. Ese trabajo constituyó la base para un artículo, revisado y actualizado, en el último número de Panorama Social, publicado en septiembre. En paralelo y a lo largo de los últimos meses, en la discusión pública ha empezado a cundir la idea de una especie de reverdecimiento de la religiosidad, también en España, y especialmente entre los más jóvenes, que quebraría las tendencias secularizadoras de las últimas décadas. Los medios se han hecho eco de ese posible fenómeno, sobre todo, a partir del éxito en taquilla de películas de contenido religioso como Los domingos y de los notables componentes espirituales o religiosos del último disco, Lux, de una cantante de gran éxito, Rosalía. En ambos casos, la religiosidad está ligada a figuras femeninas jóvenes.
Para comprobar la medida en que esas proclamas de recuperación reciente de la religiosidad en España tienen visos de realidad, se han vuelto a analizar todos los barómetros del CIS que contienen las dos preguntas básicas al respecto, las de autoidentificación y práctica religiosa, diferenciando el sexo y la edad de los entrevistados. El análisis confirma las tendencias secularizadoras generales reflejadas en el artículo de Panorama Social, pero apunta, en los últimos años, a una evolución interesante en los jóvenes.
La tendencia a la caída en la identificación como católicos (y en el porcentaje de católicos de práctica más frecuente) se mantiene en los últimos años en todos los grupos de edad, con dos excepciones: una algo más dudosa, en el tramo de 25 a 34 años; otra, más clara, en el de 18 a 24. En el segmento de 25 a 34, si acaso, se insinúa una estabilización ligeramente al alza del porcentaje de católicos. La diferenciación por sexos aclara que esta estabilización al alza en la religiosidad del segmento de 25 a 34 años, oculta, en realidad, una tendencia ascendente relativamente clara en los varones en contraposición con una descendente en las mujeres.
El incremento de los últimos años en la identificación católica es bastante más nítido entre los más jóvenes, si bien, de nuevo, está protagonizado por los varones, mientras que en las jóvenes prosigue la caída, aunque con menos fuerza que en el pasado. Así se puede comprobar en el gráfico 1. Entre las mujeres de 18 a 24, las que se ven como católicas han pasado, grosso modo, del 36% en 2020 al 34% en 2025. Por el contrario, entre sus coetáneos varones, las cifras correspondientes se sitúan en el 33% en 2020 y en el 41% en 2025. Este aumento tendencial de 8 puntos porcentuales es muy llamativo, no solo por quebrar la caída del último medio siglo o por situar la identificación católica de ellos por encima de la de ellas por primera vez, sino por el intenso ritmo del cambio hasta hoy[1].
La recuperación de la religiosidad de los jóvenes no se limita solo a su identificación como católicos. También está creciendo el porcentaje de católicos de práctica frecuente, esto es, quienes asisten a oficios religiosos, al menos, alguna vez cada mes. En 2020 eran, aproximadamente, el 4% de los varones de 18 a 24 años; en 2025 vienen a ser casi el 12%, lo cual implica, de nuevo, un ritmo de cambio bastante rápido (gráfico 2).
Es decir, por ahora, la evidencia sí apunta a una cierta recuperación de la religiosidad católica entre los jóvenes españoles, tanto en su dimensión identitaria (de pertenencia a una confesión religiosa), como en la práctica (asistencia a oficios), a través de la cual contribuyen a la conformación de una comunidad tal. Pero todo esto, por ahora, solo se aplica a los varones, no a las mujeres, en contra del imaginario cultural transmitido los últimos meses. Este es el hallazgo más llamativo de esta primera exploración. Quede para otra ocasión indagar en las posibles causas del cambio de tendencia en los varones y de la consiguiente divergencia entre ambos sexos.
[1] Una estimación lineal sencilla de los datos basados en CATI (abril de 2020 en adelante) sugiere una ganancia de casi 1,8 puntos porcentuales por año, lo que contrasta con la pérdida de 1,4 puntos anuales desde marzo de 2000 a marzo de 2020.














