De toda la información económica que se ha publicado en el mes de agosto, quizás lo más relevante por sus implicaciones para la economía española sean los malos resultados de la zona euro en el segundo trimestre. El crecimiento del PIB fue nulo, y salvo España, las demás grandes economías están estancadas o en recesión. Los datos económicos en la zona euro siguen, por tanto, decepcionando, y su recuperación no termina de consolidarse. Las economías emergentes tampoco están cumpliendo las expectativas y siguen presentando síntomas de debilidad. Todo ello arroja importantes dudas sobre la sostenibilidad de la recuperación en curso de la economía española.
El crecimiento del PIB español en el segundo trimestre ganó intensidad, con un ascenso del 0,6% impulsado por el crecimiento del consumo y de la inversión empresarial, al tiempo que la inversión en construcción ha dejado de lastrar el resto de la economía. Asimismo, los indicadores más significativos publicados en las últimas semanas, como la afiliación a la Seguridad Social o los indicadores cualitativos –PMI y sentimiento económico- apuntan a una continuación de la recuperación en el tercer trimestre. Es decir, los datos económicos internos siguen siendo positivos, pero la cuestión es: ¿cuánto tiempo puede durar esto en un contexto internacional tan desfavorable?
La aportación del sector exterior al crecimiento ha sido negativa en los dos últimos trimestres, debido tanto al ascenso de las importaciones, empujadas por la demanda interna, como a la pérdida de dinamismo de las exportaciones. En un entorno de debilidad persistente de la economía europea, el único motor del crecimiento es la demanda nacional, pero ésta aún no parece encontrarse en condiciones de iniciar por sí sola una nueva fase de expansión continuada.
En concreto, la recuperación del consumo en la primera mitad del año se ha concentrado en buena medida en ciertos bienes de consumo duradero, especialmente automóviles, y no parece que quepa esperar que este tipo de gasto siga creciendo a un ritmo tan intenso. Las condiciones de fondo no son consistentes con una recuperación autónoma del consumo si no existe otro motor que sostenga el crecimiento del PIB, puesto que la renta disponible de los hogares sigue decreciendo y no hay margen para que estos se endeuden más. También cabe dudar de la sostenibilidad del boom inversor en un contexto en el que las perspectivas de recuperación mundial no son satisfechas.
En definitiva, aunque los datos económicos siguen apuntando a que la recuperación sigue en marcha, existe un riesgo muy importante de debilitamiento e incluso estancamiento si la economía europea –y de los países emergentes- no remonta pronto el vuelo.
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María Jesús Fernández es Economista Senior de la Dirección de Coyuntura y Estadística de Funcas