El Sistema Nacional de Salud (SNS) es, probablemente, la joya de la corona del Estado de Bienestar español. El SNS español se considera ejemplar desde una perspectiva comparada internacional al compaginar los más elevados niveles de cobertura, satisfacción y equidad con un gasto inferior al de los grandes países de la OCDE. Así, según el Informe Bloomberg 2018 el sistema sanitario español sería el más eficiente de Europa y el tercero del mundo, sólo por detrás de Hong Kong y Singapur.
La evolución de la opinión ciudadana sobre el funcionamiento del sistema sanitario público
Según el Barómetro Sanitario (BS) de 2018, la mayoría de encuestados, dos de cada tres, considera que el sistema sanitario público funciona bien o bastante bien. En cuanto a la evolución de este indicador, se aprecia que en el periodo 2012-2014, de reducción del gasto público en sanidad, los ciudadanos percibieron un empeoramiento del funcionamiento del sistema en su conjunto.
Cuando se les pregunta a quienes consideran que el sistema sanitario necesita cambios fundamentales o que necesita rehacerse completamente por cuáles son los principales problemas que deberían ser solucionados, las listas de espera son mencionadas por el 86,8% de los individuos, seguidas por la congestión de las urgencias (67,7%), el poco tiempo que dedican los profesionales a sus pacientes en las consultas (38,8%) y el copago de medicamentos (36,4%).
El grado de satisfacción ciudadana con el sistema sanitario se ha mantenido relativamente estable durante la última década. El mayor grado de satisfacción se da en Atención primaria, con una puntuación media en torno al 7,3 sobre 10 desde 2011. Aspecto reseñable en la medida que la Atención Primaria es considerada la Cenicienta del SNS en cuestión de gasto. En el otro extremo, el servicio de Urgencias es valorado con un 6,0. En una posición intermedia se sitúan, con una valoración en torno a un 6,8, las Consultas de Atención Especializada y la Asistencia Hospitalaria.
Aunque tanto la valoración general del sistema sanitario público como de sus distintos servicios asistenciales se ha mantenido relativamente estable durante el periodo de crisis y austeridad, la percepción ciudadana sobre su funcionamiento empeoró notablemente. Donde los usuarios percibieron más claramente el empeoramiento fue en las listas de espera. Sin embargo, la percepción de la calidad de la atención recibida no se resintió en gran medida.
Preferencias en la elección de servicios sanitarios públicos o privados
El porcentaje de encuestados con seguro privado concertado individualmente pasó de un 7,9% en 2004 a un 13,7% en 2018, a los que habría que añadir un 3,5% de encuestados que disponían de un seguro médico concertado por su empresa.
En 2018, las dos principales razones para contratar un seguro privado, teniendo ya un seguro público, fueron: porque atienden con mayor rapidez que en la pública (77,9%) y porque se puede ir directamente al especialista sin consultar con el médico de cabecera (37,3%). En consecuencia, las listas de espera en la sanidad pública son el principal motivo para la contratación de un seguro privado.
Entre quienes son beneficiarios de la sanidad pública y de un seguro médico privado, si se presentara un parto el 47,3% acudiría a su seguro privado (frente a un 38,7% que acudiría a la sanidad pública). En el supuesto de una urgencia médica, un 49,6% acudiría a su seguro privado (un 43,4% a la sanidad pública). En el caso de presentarse un síntoma preocupante pero no urgente, el 59,5% acudiría a su seguro privado (el 33,9% a la sanidad pública). Por último, para el tratamiento para una enfermedad grave o compleja el 38,9% acudiría a su seguro privado (el 50,2% a la sanidad pública).
Independientemente de disponer de un seguro privado, si se permitiese elegir el tipo de asistencia en los distintos servicios sanitarios, la mayoría de encuestados elegirían la atención pública, en torno a dos de cada tres en Atención Primaria, Hospitalización y Urgencias. En Consultas Especializadas el porcentaje es más bajo, el 55%. No obstante, lo realmente llamativo es que, a pesar del fuerte estrés al que se sometió a la sanidad pública, el porcentaje de usuarios que optarían por la atención pública aumentó durante la crisis.
En definitiva, a pesar del aumento del aseguramiento privado motivado principalmente por los mayores tiempos de espera en la sanidad pública, los ciudadanos muestran una gran fidelidad al sistema público, que incluso aumentó durante la crisis.
Diferencias regionales en la satisfacción con la atención sanitaria: ¿una cuestión de recursos?
Finalmente, los ciudadanos sitúan en la comunidad autónoma de residencia la mayor brecha en la equidad de las prestaciones sanitarias. Así, se registran importantes diferencias de satisfacción de los usuarios de los distintos Sistemas Regionales de Salud (SRS) que componen el SNS. De igual forma, el gasto sanitario y la cantidad de recursos humanos destinados a la sanidad también varían notablemente, por lo que cabe plantearse si existe una relación entre satisfacción y los recursos financieros y humanos destinados a la atención sanitaria en cada región.
Del análisis realizado se desprende que los distintos grados de satisfacción con la atención sanitaria en los SRS no se puede vincular directamente con los recursos disponibles, sino que parece depender de variables más cualitativas de gestión cuyo análisis requiere de un estudio en mayor profundidad que el aquí realizado.
Como síntesis del estudio, la valoración pública del funcionamiento del SNS experimentó un acusado descenso durante el periodo más intenso de austeridad; no obstante, el grado de satisfacción con el sistema sanitario se ha mantenido relativamente estable desde 2008. Esta evolución dispar entre valoración y satisfacción se puede interpretar como un apoyo ciudadano al sistema a pesar de su deterioro.
Esta entrada es un resumen del artículo ‘La opinión pública sobre el sistema sanitario español‘, publicado en el número 30 de la revista Panorama Social
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