En un contexto de crecimiento sostenido de la población inmigrante en España –en torno a 1,2 millones de nuevos residentes al año en los últimos dos años–, resulta especialmente relevante examinar cómo ha evolucionado la actitud de los ciudadanos hacia la inmigración. Según datos de 2024 de la Encuesta Social Europea (EES), la opinión pública española sobre la inmigración destaca por ser notablemente positiva en el contexto europeo. Cuando se pregunta a los encuestados si la inmigración es buena o mala para la economía de su país –en una escala de 0 (muy mala) a 10 (muy buena)–, varios resultados son especialmente llamativos. Con la excepción de Grecia, que presenta sistemáticamente las opiniones más negativas, la mayoría de los países de la UE15 con datos disponibles se posicionan entre puntuaciones medias de 4,5 a 6,5 (gráfico 1). España se ha situado durante todo el periodo entre los países más positivos respecto a la inmigración, alcanzando una puntuación de 6,2 en 2024, una de las más altas de la UE. Llama la atención que España ya ocupaba la tercera posición más alta en 2002, solo por detrás de Suecia y Austria.
Aunque la evolución de este indicador mostró un ligero descenso hasta 2013 –probablemente debido a la profunda crisis económica que comenzó en 2008–, la puntuación de España se mantuvo cercana a la de los países escandinavos. De hecho, este período evidencia la notable resiliencia de la opinión pública española: incluso durante años de aguda crisis económica en los que el desempleo llegó a superar el 25%, la opinión sobre la inmigración se mantuvo notablemente estable y positiva.
Dadas las actitudes generalmente positivas, cabe preguntarse: ¿quién apoya en España las restricciones a los flujos migratorios? En 2002, cuando España aún tenía relativamente poca experiencia como país de destino de la inmigración, el 50% de la población era partidaria de permitir la entrada a pocos o a ningún inmigrante procedente de países pobres no europeos (gráfico 2, izquierda). Desde entonces, el apoyo a posturas restrictivas se ha reducido casi a la mitad, cayendo hasta el 28% en 2024. Esto sitúa a España entre los países menos restrictivos de la UE, solo por detrás de Noruega (16%), Reino Unido (26%) y Suecia (27%) (gráfico 2, derecha).
Un indicador aún más revelador es el de la proporción de personas que creen que no debería permitirse en absoluto la llegada de inmigrantes de este tipo. En 2009, ya en plena Gran Recesión, el 15% de los españoles compartía esta opinión (gráfico 3). En 2024, la cifra se había reducido al 6%, posicionando a España como uno de los países con menos partidarios del cierre total, solo por detrás de Noruega (2%) y Suecia (2%).
Para entender los aspectos sociales y políticos de esta tendencia, podemos fijarnos en la relación entre ideología y apoyo a las restricciones. Al comparar cuatro años clave –2002, 2009, 2015 y 2024– se observa un patrón claro: cuanto más a la derecha se sitúan los encuestados en la escala ideológica (0 = izquierda, 10 = derecha), más probabilidades hay de que estén a favor de políticas de inmigración restrictivas (gráfico 4).
Sin embargo, esta relación general también ha evolucionado. En 2009, durante las primeras fases de la crisis económica, casi el 40% de los encuestados de izquierdas en España apoyaban algún tipo de restricción, frente al 70% de los de derechas. En 2024, sin embargo, estas cifras habían descendido en todo el espectro: así opinaban el 10% de los encuestados que se ubicaban a la izquierda y alrededor del 50% de los que lo hacían a la derecha. El descenso más notable se produjo entre los encuestados de izquierdas, que se han alejado del apoyo a las restricciones de forma más clara con el paso del tiempo.
Este patrón refleja las tendencias observadas en otros países europeos incluidos en la encuesta. Sin embargo, España destaca en un aspecto importante: mientras que el apoyo a las restricciones entre los españoles de izquierdas está ahora en línea con la media europea, los de derechas parecen significativamente menos restrictivos. En 2024, poco más del 50% de los encuestados de derechas en España apoyaban las restricciones, frente a una media del 68% entre sus homólogos de otros países.