Desde finales del siglo XX, la economía mundial ha estado expuesta a un entorno muy competitivo que ha favorecido el desarrollo de nuevas estrategias de organización de la producción. Entre ellas destaca la fragmentación internacional de la producción, en la que las empresas segmentan su cadena de valor en fases o tareas que son físicamente separables buscando la localización más eficiente, aquélla dónde los costes sean comparativamente menores y se disponga de un entorno favorable para su producción. El resultado ha sido el establecimiento y expansión de cadenas de producción que van más allá de las fronteras nacionales, extendiéndose entre países de una misma región económica.
La Unión Europea ha participado muy activamente de este fenómeno. La incorporación de las economías del Este de Europa ha impulsado la apuesta de las empresas de las economías maduras y centrales de la UE (Alemania, Francia, Italia y Reino Unido) por esta estrategia, buscando explotar las ventajas de costes y localización de los nuevos Estados miembros (prioritariamente, de los llamados países Visegrad: Polonia, la República Checa, Eslovaquia y Hungría), como ya habían hecho en los ochenta con los hasta entonces países periféricos (España, Portugal, Grecia e Irlanda, que denominaremos, en adelante, Periferia Sur).
«España destaca entre las economías con mayor dinamismo de su comercio de PyC, indicativo de su inserción en estas redes europeas de producción. En el lado contrario, con escasa relevancia en dichas cadenas, se encuentran el Reino Unido y Grecia».
Una de las formas de medición del fenómeno es a través de una de sus consecuencias sobre el comercio internacional, como es el dinamismo del comercio de partes y componentes (PyC en adelante), en tanto que las distintas partes del producto que han sido segmentadas y localizadas en países distintos han de unirse para el ensamblaje final. A partir de los intercambios entre países de PyC, podemos analizar la configuración de las redes transfronterizas de producción en el seno de la UE con el objeto de conocer cuáles son los países protagonistas, los sectores implicados y el patrón geográfico de estas redes tras los avances en el proceso de integración europea.
Desde mediados de los noventa, es Alemania y, sobre todo, todas las economías de la Periferia Este las que se han mostrado más activas en sus intercambios de PyC (alcanzando ya un tercio del comercio total), lo que pone de manifiesto el liderazgo, muy consolidado, de Alemania y el emergente protagonismo de la Europa del Este en estas cadenas de producción europeas. También España destaca entre las economías con mayor dinamismo de su comercio de PyC, indicativo de su inserción en estas redes europeas de producción. En el lado contrario, con escasa relevancia en dichas cadenas, se encuentran el Reino Unido y Grecia.
Un análisis sectorial más desagregado nos permite detectar en qué sectores concretos participan las economías europeas en estas cadenas transnacionales de producción. Adicionalmente, mediante el análisis de los índices de ventaja comparativa revelada de Balassa (calculados desde la perspectiva tanto de la exportación como de la importación) para las distintas partidas de PyC, investigamos en qué fases se especializan estas economías dentro de estas cadenas de producción compartidas. Así, cuando prevalecen las partidas con ventajas comparativas tanto en la exportación como en la importación de partes y componentes, la economía está más intensamente involucrada en redes transfronterizas de producción; dentro de esta doble ventaja, si es más intensa la ventaja en la vertiente exportadora, interpretamos que prima la especialización en la producción y exportación de partes y componentes, de forma que el país ocuparía posiciones más cercanas al inicio de la cadena de producción transfronteriza. Si es más intensa la ventaja en la importación, priman las operaciones de procesamiento de esas PyC para su incorporación a otras más complejas o en su ensamblaje en bienes finales, implicando una posición del país en fases más al final de la cadena de valor.
«El predominio de intercambios intra-comunitarios se ha ido suavizando desde mediados de los noventa, a la vez que han ido ganando protagonismo los países BRIC, que señala cierta diversificación en la configuración geográfica de las redes europeas de producción».
En Alemania y Francia prevalecen las partidas con doble ventaja comparativa, tanto en la exportación como en la importación, reflejo de una evidente participación en redes que se ha ido adquiriendo en el periodo analizado, en dos sectores concretos: otro material de transporte (con una ventaja mucho más acusada en importaciones que en exportaciones, que indica una especialización en tareas al final de la cadena de producción transnacional) y, en menor medida, en vehículos de carretera. Italia añade a estos sectores el de maquinaria y equipo mecánico, con un sesgo hacia las tareas al inicio de la cadena de producción.
La Periferia Sur presenta un comportamiento sectorial más heterogéneo, con España y Portugal involucradas en posiciones intermedias dentro de las cadenas internacionales en el sector de los vehículos de motor (en el caso de España, también en otro material de transporte, más concretamente en aeronáutica) y con Irlanda en el sector de la maquinaria de oficina y de tratamiento de datos (escorada hacia la especialización en exportaciones).
La Periferia Este ha apostado en mayor medida por la incorporación a sistemas de producción compartida, especializándose segmentos intermedios, en los sectores de vehículos de motor y de forma muy notoria en aparatos de telecomunicaciones, centrándose en esta última en actividades de ensamblaje dada su elevada ventaja en importaciones de partes y componentes.
Por último, el análisis de la orientación geográfica del comercio de PyC muestra el carácter eminentemente regional de las redes en las que participan los países europeos con un predominio rotundo de los intercambios comerciales con otros Estados miembros (entre los que destacan los que tienen lugar con los países centrales). No obstante, este predominio de intercambios intra-comunitarios se ha ido suavizando desde mediados de los noventa a la vez que han ido ganando protagonismo los países BRIC, que señala cierta diversificación en la configuración geográfica de las redes europeas de producción y que responde a la búsqueda de nuevos emplazamientos con aún mayores ventajas en costes donde la economía china juega un papel principal.
Esta entrada es un resumen del artículo La integración centro-periferia: construyendo cadenas de producción europeas , publicado en el número de septiembre de 2016 de Cuadernos de Información Económica. Puede acceder aquí al contenido completo de la revista.