Tal y como se esperaba, la tasa de inflación volvió a ascender en junio hasta situarse en el 2,1%, cuatro décimas porcentuales más que en el mes anterior. Este aumento fue debido fundamentalmente al final de un efecto escalón negativo que se introdujo en la tasa de inflación en junio del año pasado, como consecuencia de un fuerte descenso del precio de los combustibles, debido este, a su vez, a una bajada del precio del petróleo. En el incremento de la inflación de junio también ha influido el aumento de la inflación -en este caso imprevisto- en algunos alimentos no elaborados. La inflación subyacente se ha mantenido en el 2%.
A partir de julio la tasa de inflación retomará la trayectoria descendente que mantenía desde finales del pasado año, y que fue momentáneamente interrumpida con los ascensos de mayo y junio. No obstante, las previsiones para el resto del año se han revisado ligeramente al alza, debido, por una parte, al aumento de algunos impuestos especiales a finales de junio (tabaco y bebidas alcohólicas, excepto vino y cerveza), y por otra, al reciente aumento del precio del petróleo. También, aunque en menor medida, a consecuencia de la tasa de inflación, mayor de la esperada, en junio en los alimentos no elaborados.
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María Jesús Fernández es analista de la Dirección de Coyuntura y Estadística de Funcas.