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La independencia de la Fed en juego

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La relación entre la Reserva Federal y la administración americana ha sido tensa desde que Donald Trump volvió a la presidencia en enero. Es, sin duda, un terreno inexplorado con consecuencias potencialmente graves en los mercados si se materializara cualquier tipo de interferencia grave que quebrara la autonomía de la gobernanza monetaria. de los focos más claros de fricción ha sido su intención de reemplazar al presidente de la Fed, Jerome Powell, incluso antes de que concluya su mandato en mayo de 2026. A esto se ha sumado una nueva campaña dirigida contra la gobernadora Lisa Cook –acusándola sin que se hayan presentado pruebas oficiales– en un intento por debilitar aún más voces contrarias dentro del banco central. Todo ello ha levantado alertas entre economistas y funcionarios de la Fed sobre la erosión de la independencia institucional, considerada piedra angular para la credibilidad y la estabilidad de la política monetaria a largo plazo. La posibilidad de que una mayoría alineada con la Casa Blanca controle la junta de gobernadores podría permitir influir incluso en los presidentes de los bancos regionales de la Fed, rompiendo con décadas de tradición de independencia.

En este contexto, el reciente simposio de Jackson Hole (Wyoming, EE. UU.) de la semana pasada, donde Powell ofreció probablemente su último discurso en ese foro como presidente de la Fed, adquirió una gran relevancia. Frente a las presiones políticas y un panorama económico incierto, Powell destacó que la economía está mostrando señales de debilitamiento, especialmente en el mercado de trabajo, y que este escenario podría justificar una rebaja de tipos de interés en la próxima reunión de la Fed en septiembre. También subrayó que estas decisiones deben responder exclusivamente a los datos económicos y no a consideraciones políticas. La reacción del mercado fue inmediata: los indicadores bursátiles repuntaron, el dólar se debilitó y aumentaron las expectativas de ese recorte de tipos el próximo mes. Sin embargo, aún no hay consenso completo dentro del Fed. Algunos miembros, como el presidente de la Fed de Cleveland, aún alertan sobre la persistencia de la inflación y no respaldan recortes inmediatos.

En definitiva, la tensión entre la Fed y la administración Trump es mucho más que una disputa individual. Afecta la percepción de la independencia de la institución, con potenciales consecuencias negativas para la estabilidad financiera. Los mercados se podrían tomar muy mal la percepción de que la Fed deja de ser una autoridad independiente, alejada de los intereses políticos. En Jackson Hole, Powell ofreció un mensaje firme. Las decisiones sobre tipos se guían por datos, no por presiones, en una fuerte apuesta por salvaguardar el prestigio del banco central. No obstante, el futuro tras su mandato y el posible cambio hacia una Fed más politizada plantea riesgos que los mercados ya empiezan a descontar.

Este artículo se publicó originalmente en el diario La Vanguardia.

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