La financiación de los estudios universitarios mediante prestamos es una práctica muy habitual en Estados Unidos. A pesar de que buena parte de los estudiantes cuentan con alguna beca o subvención, los elevados precios de las matrículas han de afrontarse mediante créditos, de manera que cerca de 45 millones de estadounidenses tienen una deuda promedio, por este concepto, de más de 33.000 dólares: cerca de 1,5 billones de dólares en total. Esta enorme deuda no sólo supone un lastre para los deudores, que ven retrasado su acceso a la vida adulta, sino que también presenta una cierta fragilidad para el sistema financiero, debido a la alta tasa de morosidad que presenta aún en el positivo momento que vive la economía norteamericana.