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La expansión de la educación no ha supuesto su devaluación

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En España se ha convertido un lugar común afirmar que, a pesar del aumento de la titulación de la población, el nivel educativo no ha dejado de caer, y que en última instancia, si hay tanto paro, es debido a que el sistema educativo no prepara bien para el mercado de trabajo, especialmente la universidad. Los datos disponibles contradicen esta opinión tan firmemente arraigada.

Por un lado, podemos comprobar cuánto ha crecido el nivel educativo de la población joven en los últimos 40 años, si nos centramos en los que tienen entre 25 y 29 años (una edad a la que la mayoría ha alcanzado el nivel educativo más alto que logrará en su vida). Vemos que entre los setenta y los ochenta el incremento fue prodigioso, como se observa en el siguiente gráfico, debido principalmente a la diminución de jóvenes que solo llegaban a los estudios Primarios. Es uno de los más altos de los países de la OCDE. En contexto internacional, España está en niveles promedio en estudios superiores (universitarios y ciclos superiores de Formación Profesional), pero en niveles bajos de estudios medios (Bachillerato y ciclos medios de Formación Profesional). Es razonable suponer que este déficit de estudios medios se debe a que, hasta la entrada en vigor de LOMCE, no disponíamos de estudios post-obligatorios a los que se pudiera acceder sin el título de ESO (o examen de acceso), a diferencia de lo que sucede en países de nuestro entorno como Alemania, Reino Unido o EE. UU. En el caso de los Ciclos Medios de FP, a esta restricción de entrada hay que añadir la restricción de salida, pues no habilita para la entrada directa en los Ciclos Superiores de FP.

GRÁFICO 1

Fuente: Microdatos de la Encuesta de Población Activa (segundos trimestres).

«Las sucesivas reformas del sistema educativo, a las que se achacan todos nuestros males educativos, no han conseguido mejorar ni empeorar el nivel de comprensión lectora asociado a cada nivel educativo (los resultados en matemáticas son similares)».

Muchos pensarán que no debemos dejarnos engañar por la “titulitis”, pues una mejora de títulos no supone necesariamente que hayan mejorado las competencias. El PISA de adultos (PIAAC), realizado a la población entre 16 y 64 años, nos permite desestimar esta crítica. El nivel de competencias genéricas asociados al título educativo permanece constante, como vemos en el siguiente gráfico, si asumimos que el nivel de competencias no varía mucho con la edad (excepto entre los mayores de 55, posiblemente debido al deterioro de la “inteligencia fluida” que llega con la edad). Conviene resaltar adecuadamente este resultado, no sólo por contradecir el tópico de la caída del nivel educativo asociado a la expansión de la escolarización, sino que en él no se observa ni rastro de las sucesivas reformas educativas (aunque hay quien ha detectado un débil efecto del periodo de transición entre la LGE y la LOGSE, aquí). Es decir, las sucesivas reformas del sistema educativo, a las que se achacan todos nuestros males educativos, no han conseguido mejorar ni empeorar el nivel de comprensión lectora asociado a cada nivel educativo (los resultados en matemáticas son similares). Esto no nos dice nada sobre el nivel de conocimientos, es decir, si ahora se sabe más o menos historia, o se sabe hacer procedimientos matemáticos más complejos. Solo nos dice que el sistema educativo es una máquina sorprendentemente constante de certificar la comprensión lectora (y el razonamiento matemático). Como corolario, si aumenta el nivel educativo, y el nivel de competencias asociado al título permanece constante, el nivel de competencias de la población, se incrementa. Tanto, que de los países participantes en PIAAC somos el tercero en el que más aumenta (después de Corea del Sur y Finlandia). En otros se mantiene constante (EEUU) o incluso disminuye (Inglaterra).

GRÁFICO 2

Fuente: Microdatos del Programa Internacional de Competencias de la Población Adulta (PIAAC) de la OCDE.

La última idea popular que no se sostiene empíricamente es la creencia de la expansión educativa ha llevado a la devaluación de los títulos en el mercado de trabajo, haciendo de la universidad una fábrica de parados. Esta equivocación, popularizada en los años setenta por Amando de Miguel, se debe a una confusión metodológica. La característica importante para el mercado de trabajo no es la edad, sino la experiencia. Al comparar a los jóvenes universitarios con los jóvenes de FP no se tiene en cuenta que, debido a que los universitarios acaban más tarde sus estudios, a la misma edad tienen menos experiencia laboral. Una comparación, un tanto absurda, es la de los niveles de paro de quienes son definidos como jóvenes en las estadísticas laborales internacionales (16 a 24 años) por nivel de estudios. Excepto en 2013, los universitarios tienen más paro, ¡pero es que como mucho llevan dos años en el mercado de trabajo! En 2013, ni siquiera este inconveniente les lleva padecer más paro. En esta crisis, a diferencia de las anteriores, el nivel de estudios universitario ha protegido mucho mejor a los jóvenes contra el paro. En la población entre 25 y 29 años, el paro de los titulados de la FP de mayor nivel (FP II hasta 1997 y CSFP en los otros dos años) es menor que el de los universitarios. Pero eso se debe a que los universitarios están en mayor medida buscando su primer empleo, como ya he señalado. Los universitarios tienen menos paro, pero están más sobrecualificados. Pero esto probablemente sea un problema del tejido productivo español, con alto peso del empleo de baja cualificación en hostelería y construcción. Un excedente de cualificación del que se están beneficiando otros países, en el que nuestros jóvenes titulados encuentran el empleo digno que aquí no existe.

TABLA 1. Tasa de paro por nivel de estudios, edad y año

Edad: 16-24 Edad: 25-29
1977 1987 1997 2007 2013 1977 1987 1997 2007 2013
Nivel de estudios Primarios o inferiores 10,4 41,4 43,5 25,5 72,4 5,6 25,9 32,6 17,8 55,0
GESO o equivalente 13,4 41,3 37,2 19,4 61,0 3,5 23,1 26,3 9,7 42,9
CFGM-FP I n.d. 46,8 39,5 14,5 53,0 n.d. 24,6 24,8 8,8 33,9
Bachillerato 15,7 44,7 40,0 20,2 55,3 5,2 21,9 25,4 8,2 32,9
CFGS-FPII 14,6 42,2 36,9 10,9 49,3 3,0 22,9 22,0 6,8 28,9
Diplomados 22,9 46,7 46,0 14,7 46,6 5,1 28,4 28,4 8,7 30,5
Licenciados 28,9 50,7 51,3 18,5 37,0 16,6 35,7 34,5 7,0 28,0
Total 11,7 42,3 39,4 18,6 57,5 5,7 25,5 27,5 8,8 35,8

Como conclusión, la expansión del nivel educativo no ha venido aparejada de la devaluación de los títulos, ni desde el punto de vista de las competencias genéricas ni desde el punto de vista del mercado de trabajo.

Esta entrada resume algunos de los principales resultados presentados en el artículo «Educación, mercado de trabajo, juventud y ciclo económico», publicado en el número 22 de Panorama Social, titulado «Un balance social de la crisis». Puede acceder a los contenidos completos de la revista desde aquí.

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