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La economía española, entre la crisis y la salvación

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Los atisbos de recuperación que habían surgido tras el periodo de confinamiento se están afianzando. La actividad industrial rebota con más intensidad de lo previsto, según el principal indicador de coyuntura para junio (índice PMI de compra de empresas). También se percibe una notable mejoría en los servicios, algo sorprendente ya que se trata del sector más castigado por las medidas de restricción de actividad y de movilidad.

Gráfico 1

LA ECONOMÍA ESPAÑOLA REPUNTA TRAS EL CONFINAMIENTO CON MÁS INTENSIDAD QUE LA MEDIA EUROPEA

Fuente: Markits Economics.

Además, el mercado laboral juega por primera vez un papel estabilizador, en lugar de magnificar el desplome de la economía con ajustes masivos de plantilla como sucedió en la anterior crisis, o en la recesión de los años 90. La afiliación a la Seguridad Social aumentó el mes pasado en cerca de 30.000 personas, con datos desestacionalizados, cerca del doble de lo previsto por Funcas. Y casi un millón y medio de personas que estaban en un ERTE se han incorporado plenamente a la actividad durante mayo y junio.

Estas son señales alentadoras de vida que, sin embargo, no deben servir para echar las campanas al vuelo, porque se producen desde los niveles de hibernación registrados en el cénit de la pandemia. Con toda probabilidad, el PIB habrá registrado en el segundo trimestre el mayor descenso desde que existen datos comparables. Esto explica que solo se ha recuperado el 20% de la afiliación perdida durante las semanas más duras de reclusión (el doble si se tiene en cuenta el efecto ERTE).

El camino, por tanto, será largo. Y desigual, porque si bien una parte de la economía repunta, la otra se enfrenta al riesgo de insolvencia, si no ha quebrado ya. Se quedan en la cuneta muchas personas (todas aquellas que no entran en una política de empleo y se ven abocadas al paro de larga duración) y las empresas que o bien han echado el cierre, o bien están entrando en concurso de acreedores. A más situaciones de insolvencia, menor la capacidad de recuperación de la economía.

«Un aumento prematuro de impuestos podría comprometer la dinámica de la recuperación, por su impacto directo sobre la demanda, y sobre las expectativas. El endeudamiento seguirá siendo, de momento, el principal recurso para hacer frente a una crisis que reviste múltiples realidades».

Raymond Torres

La doble cara del repunte de actividad justifica, por tanto, una respuesta calibrada de la política económica. En primer lugar, para limitar el riesgo de insolvencia de buena parte del tejido productivo, se trata de prolongar las líneas de crédito ICO y los ERTE, reforzando los criterios de acceso ahora que las administraciones responsables tienen más capacidad de gestión. Las recientes decisiones del Gobierno van en esa dirección, aunque todavía falta especificar cómo se ayudará a las personas que no están amparadas por los actuales dispositivos de empleo. Otra tarea pendiente es facilitar el acceso de las pymes a las medidas de apoyo a la liquidez. La creación de un fondo de rescate dotado de 10.000 millones para empresas estratégicas también parece una iniciativa acertada ante el riesgo de insolvencia de proyectos industriales vitales para el país.

En segundo lugar, en cuanto a los sectores mejor posicionados (una parte de la industria y de la construcción, servicios que teletrabajan, sector primario), la tarea es afianzar la recuperación con estímulos a la inversión. Por lo menos hasta que se produzca una dinámica auto-entretenida, con incrementos de la demanda privada y del empleo que reviertan automáticamente sobre la actividad sin necesidad de ayuda pública. La actual debilidad del consumo familiar y de la inversión empresarial muestra que ese horizonte es incierto, eso sin contar con un rebrote temible del virus.

El anuncio de un programa de ayudas a la inversión para la digitalización y la transición verde es coherente con ese objetivo, y con el futuro plan europeo. A la inversa, un aumento prematuro de impuestos podría comprometer la dinámica de la recuperación, por su impacto directo sobre la demanda, y sobre las expectativas.

El endeudamiento seguirá siendo, de momento, el principal recurso para hacer frente a una crisis que reviste múltiples realidades. Por ello, habrá que acertar en el diseño de los nuevos planes de ayuda. De modo que todo euro invertido abone el terreno de una recuperación sostenible.

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