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La desindustrialización de España en el contexto europeo

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La distribución mundial de la actividad industrial ha experimentado un cambio profundo en las últimas décadas. En términos de valor añadido, la industria de la UE ha disminuido significativamente su peso en el total mundial. La reducción sitúa a la UE entre las áreas más afectadas por este proceso de recomposición de la actividad industrial. España, que también ha perdido peso relativo en el conjunto mundial, ha incrementado ligeramente su cuota dentro de la UE en el período 1970-2012. Sin embargo, desde el año 2000 la industria de España también pierde peso relativo dentro de la UE.

En las últimas cuatro décadas se observa un proceso de desindustrialización, con disminución de la participación de las manufacturas en el empleo y en el valor añadido, en la práctica totalidad de los países desarrollados. Con los datos de Francia, Italia, Alemania, Japón, Reino Unido, EE. UU. y España, la cuota de la industria ha descendido entre 1980 y 2013, una media anual de 0,3 puntos porcentuales: desde una participación relativa media del 28% hasta 17% al finalizar el periodo. El proceso de desindustrialización es por tanto común al conjunto de países industrializados. En el periodo completo, España tiene una pérdida de peso relativo de su industria menor o no significativamente distinta que la del conjunto de países considerados. Sin embargo, desde el año 2000, España es el país en el que más se reduce, de forma estadísticamente significativa, el peso de la actividad industrial.

Entre 1980 y 2013, España tiene una pérdida de peso relativo de su industria menor o no significativamente distinta que países como Francia, Italia, Alemania, Japón, Reino Unido o EE. UU. Sin embargo, desde el año 2000, España es el país en el que más se reduce, de forma estadísticamente significativa, el peso de la actividad industrial.

Estos procesos de desindustrialización observados en los países desarrollados son en realidad una pauta de su desarrollo. Con datos procedentes de la OCDE se confirma la relación en forma de U invertida entre el PIB per cápita y el peso del empleo industrial. Se ha comparado la senda promedio de los países de la OCDE y la de España durante las últimas décadas. La conclusión del análisis es que el peso relativo de la industria española se sitúa ligeramente por debajo del que le correspondería de acuerdo con su nivel de renta per cápita y con el patrón medio de la OCDE. Además, la trayectoria de España se ha alejado de la senda media de la OCDE durante los últimos quince años.

Hay tres explicaciones distintas y no excluyentes entre sí de por qué pierde peso la industria: cambio estructural, comercio y otros factores. En primer lugar, en el caso de las manufacturas españolas, la desindustrialización está relacionada en parte con un proceso de cambio estructural vinculado con el hecho de que la productividad relativa del sector crece, dando lugar, en el largo plazo, a unos menores precios relativos. Este comportamiento se combina con una demanda relativa menor de bienes respecto a los servicios, haciendo que el sector pierda peso relativo a medida que crece el PIB per cápita. En segundo lugar, la sustitución de producción interior por importaciones, tanto en la vertiente de los productos terminados como en la de los consumos intermedios que son abastecidos a través del offshoring, es también un factor relacionado con la reducción del tamaño relativo del sector manufacturero. En tercer lugar, la terciarización creciente de la industria, bien a través de mecanismos de externalización de servicios clásicos que adelgazan la industria, bien a través de empresa que pasan la frontera de la actividad industrial para dedicarse a los servicios como actividad principal, es otro factor que también reduce el tamaño relativo de las manufacturas. Aunque no se puede decir en qué porcentaje contribuye cada uno al proceso de desindustrialización, hay evidencia que indica que los tres contribuyen positivamente al mismo. Más que declive de las manufacturas debe hablarse de cambio estructural que, en el caso de España, está acompañado de otros factores que han hecho más intensa la pérdida de peso relativo en la última década y media. Por tanto, es un poco temerario formular objetivos de reindustrialización en términos de incrementar el peso de la industria. La pérdida de peso relativo de la industria, tanto en empleo como en valor añadido, es previsible que continúe los próximos años.

Es un poco temerario formular objetivos de reindustrialización en términos de incrementar el peso de la industria. La pérdida de peso relativo de la industria, tanto en empleo como en valor añadido, es previsible que continúe los próximos años.

Finalmente, al analizarse los cambios de composición en las manufacturas —utilizando la clasificación sectorial de McKinsey (2012) que define cinco tipos de sectores a partir de un número de atributos y características sectoriales mayor que la clasificación más convencional de la OCDE basada exclusivamente en la intensidad tecnológica—, se observa que España presenta algunas peculiaridades en la especialización de su sector manufacturero en el contexto europeo. Es el país con el menor peso relativo de los sectores de tecnología y mercados globales y, al mismo tiempo, las industrias intensivas en energía y recursos naturales tienen un elevado peso relativo, el mayor de los cinco grandes países de la UE.

Al comparar la senda de evolución de la especialización sectorial en función del PIB per cápita, España tiene una senda divergente respecto a la OCDE en los sectores de tecnología y mercados globales. El peso de estos sectores se ha mantenido estable a pesar de que, en promedio, el resto de países ha aumentado su cuota al incrementarse el PIB per cápita. España es el único país de los cinco grandes de la UE en el que ha disminuido la especialización en este tipo de actividades. Se trata de un comportamiento relevante si se tiene en cuenta el protagonismo de estos sectores en la trasmisión de externalidades positivas vinculadas al conocimiento. Por último, España ha aumentado con fuerza el peso relativo de las industrias de fabricación orientada a mercados regionales. Dado su nivel de PIB per cápita, esta trayectoria de especialización es más intensa que la del promedio de la OCDE.

;Esta entrada es una versión reducida y editada del artículo “La desindustrialización de España en el contexto europeo”, publicado en el número 144 de PAPELES DE ECONOMÍA ESPAÑOLA.

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